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con Joaquim Boix Lluch, torturado cuando era estudiante en 1966; y, como ya estaba planificado, Josep Mª Juncá, párroco de Sant Agustí, que fue el encargado de cerrar con llave la parroquia al acabar la última misa de la mañana y abrirla al finalizar la reunión234. Veamos entonces con más detalle cómo discurrió este acto tan simbólico:

      En la mañana del domingo 7 de noviembre, bajo una lluvia tenue, empezaron a llegar los primeros delegados de la Asamblea accediendo al interior de la parroquia bajo el control de vigilancia ejercido por la joven Teresa Bofill, compañera en aquel entonces de Carles Caussa. Esta vestía un jersey rojo y llevaba una guitarra que era la señal que daba la luz verde a la entrada.

      Existen diversas versiones sobre los detalles de lo ocurrido y cómo transcurrió la Asamblea, entre ellas la del periodista tortosino, Josep Bayerri Raga, que la describió así:

      Pere Ignasi Fages, productor y distribuidor cinematográfico, coordinaba el sistema de seguridad de la Asamblea compuesto por una treintena de personas, controlando la emisora de la policía que estaba atenta a los movimientos del príncipe. También se responsabilizó de la conferencia de prensa posterior y de las traducciones del acta fundacional a diversos idiomas, junto con Josep Mª Montagut y Marina Curiá que había ofrecido su casa como centro de operaciones.

      De esta forma, las primeras palabras que se oyeron en la apertura oficial fueron las de Andreu Abelló cuando explicaba a los allí presentes:

      A continuación, Agustí de Semir resumió en su alocución los trabajos preasamblearios presentando los puntos más polémicos y acabando su discurso con estas palabras:

      El documento, que fue redactado por el Comité Ejecutivo del P.S.U. de Cataluña y decía lo siguiente:

      «Nosotros, catalanes de diferentes tendencias pertenecientes y no pertenecientes a organizaciones políticas, de diversos sectores de la población, obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales, profesionales y ciudadanos en general, de Barcelona y de comarcas, reunidos en Asamblea, a pesar de que somos conscientes que las actuales circunstancias dificultan el agotar las posibilidades de representación, formulamos la presente Declaración:

      La actual crisis del régimen, de la cual el proceso de Burgos fue una manifestación sobresaliente, la progresiva toma de conciencia y la movilización de las clases populares, y la necesidad de oponernos firmemente a la maniobra continuista de instaurar a Juan Carlos, como sucesor del dictador, a título de rey, exigen la adopción unitaria de una alternativa democrática basada en los puntos mínimos aceptables por las fuerzas y sectores representados en la Asamblea, algunos de los cuales tienen objetivos divergentes a largo plazo pero que coinciden en el objetivo inmediato de derribar al franquismo. Estos puntos de coincidencia son los siguientes: La consecución de la amnistía general para los presos y exiliados políticos.

      El ejercicio de las libertades democráticas fundamentales: libertad de reunión, de expresión, de asociación —incluida la sindical— de manifestación y derecho de huelga, que garanticen el acceso efectivo del pueblo al poder económico y político.

      El restablecimiento provisional de las instituciones y de los principios configurados en el Estatuto de 1932, como expresión concreta de estas libertades en Cataluña y como vía para llegar al ejercicio pleno del derecho de autodeterminación.

      La coordinación de la acción de todos los pueblos peninsulares en la lucha democrática.

      Como objetivos inmediatos, hacemos un llamamiento a todo el pueblo catalán y consideramos catalanes a todos los que viven y trabajan en Cataluña, para que incorporen la perspectiva global del cambio democrático a cada una de sus luchas concretas y para que intensifiquen esfuerzos para una rápida obtención de:

      La unidad de acción de todas las fuerzas democráticas.

      La solidaridad en la lucha a favor de los represaliados.

      El fin de la

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