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las cuales se pudiese ofrecer una alternativa democrática capaz de abrir perspectivas de futuro y que ofreciera medidas que deberían ser solucionadas de forma inmediata. Esto pasaba por el restablecimiento de las entidades reconocidas por el Estatuto de Cataluña del año 1932 y por extensión la conquista de las libertades democráticas en toda España; por tanto, la lucha por la libertad del pueblo catalán habría de ser común al resto del país.

      Respecto al derecho de autonomía, no se comprometían más allá del restablecimiento del estado de derecho y fue por eso por lo que las diferentes resoluciones iban encaminadas en la defensa de los derechos humanos partiendo de una amnistía total, aunque cabe decir que el reconocimiento del hecho nacional catalán fue esencial y aceptado mayoritariamente para abrir vías y solucionar este problema que pasaba por el derecho de autodeterminación. En cuanto al marco geográfico de la asamblea, se partió de un ámbito exclusivo en Cataluña sin renunciar a nuevas expectativas.

      Sin embargo, es en su artículo titulado «El Pujolisme i L’Assemblea», donde Sellarés expresa con sinceridad su participación en la Asamblea y la implicación de su propio partido:

      De nuevo, Miquel Sellarés destaca en sus comentarios a compañeros como Jaume Camps, Miquel Roca i Junyent y Francesc Gordo. Para él, en aquel grupo de cuatro o cinco mil primeros militantes fue donde radicó la verdadera corriente nacionalista y no en lo que fue en 1981, un partido de centro-derecha sin negar sus claros contenidos autonomistas. Por otro lado, según cuenta Sellarés, los primeros contactos con los comunistas fueron con Rosa Flos y Antoni Gutiérrez Díaz, ambos del PSUC, a través del abogado laboralista Josep Solé Barberà. Sin embargo, estas relaciones provocaron en Sellarés una cierta incomprensión por parte de sus compañeros de partido, que le tacharon de «submarino de los comunistas», ya que desde su visión los objetivos configurados por la asamblea eran vistos como irrealizables, debido a que de momento no se percibía ni una rápida decadencia del franquismo ni un nivel reivindicativo importante en la población, que según Jordi Pujol era bastante bajo. No obstante, sorprendió que dentro de la samblea, la relación de confianza entre responsables comunistas y representantes convergentes, llegase hasta el punto de establecer relaciones personales directas, hecho que rompió la desconfianza ideológica de lo que ellos representaban tanto en el exterior como en el interior, aunque esta situación no contradecía que Jordi Pujol tuviera claro que era necesario salir de lo que representaba la Asamblea para comenzar a potenciar la idea de participar activamente en un posterior Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC), en detrimento de la propia Asamblea.

      En estas circunstancias de desavenencias internas, entre 1970 y y 1971, y a propuesta del PSUC, la Comisión Coordinadora lanzó la idea de ir hacia la Asamblea en vista de la experiencia que la Taula Rodona tuvo con la Caputxinada; sin embargo, tras las detenciones de compañeros en la frustrada I sesión de la Asamblea del 25 de mayo de 1971, se produjo un intenso debate interno entre los democristianos, concluyendo la situación con la retirada momentánea de UDC de la Comisión Preparatoria aunque un día antes del acto fundacional de la Asamblea, la UDC se reincorporase de nuevo a la Comisión en el domicilio de Pere Fages en la Gran Vía, n.º 700 de Barcelona. Al día siguiente, figuraron dos representantes de Unió en la presidencia de la reunión histórica celebrada en la iglesia de San Agustín de Barcelona: Albert Vila y Francesc de Borja Aragay. Se presentó un comunicado a la mesa y se hizo saber que aquel día se cumplía el XL aniversario de su fundación, el 7 de noviembre de 1931, realzando el sentido democrático, antifranquista, y el reencuentro y la afirmación de la personalidad nacional de Cataluña.

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