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      Desde su creación, la Universidad Nacional de Colombia ha sido partícipe de los avances en el conocimiento general del país. Las ciencias del mar han tenido un papel sobresaliente en las últimas décadas en la formación e investigación de la Universidad, y la relevancia del mar para la misma se refleja desde la creación de la primera maestría en Biología Marina. El programa de maestría se inició en 1979, a través de un convenio con Colciencias, y fue administrado por la Facultad de Ciencias de la sede Bogotá. Otro paso en el desarrollo de las ciencias del mar se da con la creación, dentro de la Facultad de Ciencias, del Centro de Estudios en Ciencias del Mar (Cecimar) en 2001. Con el fin de aunar esfuerzos, la Universidad transfirió en 2008 el Cecimar a la sede Caribe, en funcionamiento desde 1997, y en 2010 se institucionalizó también allí el programa de posgrado (maestría y doctorado) en Biología, línea biología marina.

      En un esfuerzo conjunto entre la sede Caribe y el Cecimar se asumió el compromiso de realizar cada dos años un evento en el que se produjera un intercambio académico entre las diferentes sedes que adelantan actividades investigativas y docentes en el medio marino. Fue así que en diciembre de 2009 se efectuó el “Taller del Centro de Estudios en Ciencias del Mar, Cecimar (sede Caribe). La investigación en ciencias del mar de la Universidad Nacional de Colombia – 30 años de Biología Marina”, en la sede Caribe. Cada dos años se ha dado continuidad a este evento de intercambio de conocimiento entre los profesores y los discípulos que adelantan investigaciones en ciencias del mar, con miras a resaltar el papel de la Universidad en las diferentes sedes. Las sedes de presencia nacional no han sido ajenas a este propósito, y es por eso que el tercer evento tuvo lugar en la naciente sede Tumaco en 2012. Teniendo en cuenta que Colombia tiene dos mares y que la Universidad cuenta también con la sede Palmira, el quinto evento se realizó allí para dar una mirada general desde su lugar geográfico (Pacífico) a las ciencias del mar en la Universidad Nacional de Colombia.

      Con el fin de reunir en documentos la mayoría de los trabajos que se han presentado en el desarrollo de estos encuentros, se publicaron el volumen 14 de Cuadernos del Caribe y el libro Contribuciones en Ciencias del Mar de la Universidad Nacional de Colombia (2016). El tercer aporte es el presente, que se nutre del V Seminario de las Ciencias del Mar en la Universidad Nacional de Colombia.

      En este libro se exponen varios de los trabajos presentados en el evento, y estos abarcan diferentes ramas de las ciencias del mar, pasando por lo físico, lo biológico y lo sociocultural. Con este nuevo volumen se contribuye en la divulgación del conocimiento que se genera en la Universidad Nacional de Colombia, estimulando tanto a docentes como a estudiantes a continuar explorando las ciencias del mar.

      Néstor Hernando Campos

      Arturo Acero Pizarro

      Editores académicos

PRIMERA PARTE

      Cambios en la cobertura de playas y manglares en la isla de San Andrés a lo largo de siete décadas: 1944-2010

      Resumen

      Con el propósito de estimar los posibles cambios en el tamaño de playas y manglares en la isla de San Andrés, se adelantó un análisis multitemporal a lo largo de 66 años (1944-2010), a partir de aerofotografías e imágenes satelitales. Se analizaron nueve imágenes y se calcularon las áreas de cuatro sectores de playa y cinco bosques de manglar. Una vez identificadas y delimitadas las variaciones, se identificaron las áreas más afectadas y los sistemas más vulnerables a fenómenos de erosión y pérdida de cobertura de cada unidad paisajística. En general, para las playas se encontró una pérdida de 23.2 % en el periodo analizado; sin embargo, se observó que las playas del norte aumentaron su área y las del sur sufrieron importantes pérdidas por erosión. San Luis perdió 96.3 % y la franja sur San Luis, extremo sur de la isla, 50.7 %. En cuanto a los manglares, el crecimiento general en área fue de 100 %, cuatro de los cinco manglares ampliaron su cobertura; solamente el manglar Smith Channel, localizado en la parte sur, presentó una pérdida de 26.3 %. Algunos de los cambios observados pudieron ser explicados a partir de factores antrópicos como construcción de vías, viviendas y edificaciones, dragado de arenas, construcción de espolones, rellenos hidráulicos y tala de árboles en zona de manglar. Estos resultados sirven de base para aplicar medidas de mitigación de la erosión costera, así como de manejo de los humedales de manglar en la reserva internacional de biosfera Seaflower.

      Introducción

      Los bosques de manglar y las playas son ecosistemas costeros estratégicos debido a que generan múltiples beneficios al ser humano (Constanza et al., 1997; Millennium Ecosystem Assessment, 2005). Los manglares son reconocidos por su alta productividad (Field, 1996): proveen hábitat a especies de importancia ecológica, comercial y en peligro de extinción; reciclan nutrientes; son trampas de sedimento; contribuyen a regular la calidad del agua de ecosistemas adyacentes; modulan el clima local; producen fibras; controlan la erosión; constituyen barreras contra tormentas, marejadas y tsunamis y son sumideros de carbono (Donato et al., 2011; Harris, Chhabra y Biswas, 2013; Howard, Hoyt, Isensee, Pidgeon y Telszewski, 2014). Las playas, además de ser importantes colectores de sedimentos, son sustrato de múltiples especies y el eje de la industria turística en muchos lugares del mundo (Pantojas, 2006; De Travesedo y Sáenz-Ramírez, 2009; Santos-Martínez et al., 2009; Wainger, King, Mack, Price y Maslin, 2010). La degradación de manglares y playas debido a la deforestación y al cambio en el uso del suelo se ha constituido en un problema global y puede llegar a ser crítico en los territorios insulares del Caribe, muchos de los cuales basan su economía en la industria turística (Mimura et al., 2007; Samaniego, 2009).

      La condición de insularidad y reducido tamaño tiende a disminuir la resiliencia de los territorios frente a la degradación de los ecosistemas y a las amenazas de los efectos del cambio climático (Mimura et al., 2007; Turvey, 2007). Inundación costera, erosión de playas, impactos en obras marítimas y blanqueamiento coralino por incremento en la temperatura del mar son considerados como las principales consecuencias del incremento de gases efecto de invernadero en las costas de América Latina y el Caribe (Samaniego, 2009).

      El manejo de los ecosistemas centrado en servicios es generalmente regulado por sistemas de gobernabilidad cuyo éxito depende del conocimiento y adecuado manejo de los recursos (Daily et al., 2009; Fisher, Turner y Morling, 2009). San Andrés, una pequeña isla del Caribe colombiano, representa un ejemplo de lo que ocurre en muchas otras islas de la región; por tanto, podría servir de modelo para diseñar planes de manejo ambiental. Su economía depende fundamentalmente del turismo de sol y playa, el cual, junto con las actividades comerciales asociadas, representa cerca de 64 % del producto interno bruto (James, 2011). Gran parte de su infraestructura se encuentra en la zona costera: aeropuerto, carreteras, hoteles, locales comerciales y la mayor parte de los asentamientos urbanos.

      Factores como el incremento del nivel del mar, la degradación de los ecosistemas de manglar y una presión demográfica cada vez más intensa crean una gran demanda de recursos, y promueven la transformación del uso del suelo, urbanizando terrenos para diversos propósitos. Todos estos factores conducen a pensar que el paisaje de la isla de San Andrés ha sufrido cambios que podrían ser evidenciables en la zona costera.

      Con el objetivo de identificar potenciales indicadores a nivel ecosistémico de los efectos generados por el desarrollo turístico en la isla de San Andrés, se cuantificaron cambios en la extensión de las principales playas y bosques de manglar a lo largo de las últimas siete décadas. Teniendo en cuenta la alta dinámica costera y la vulnerabilidad de las pequeñas islas, se probó la hipótesis de disminución del área de estas dos unidades paisajísticas. Los resultados aquí presentados son de utilidad en el planteamiento de soluciones para detener o mitigar los factores que

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