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Aquí están las almas qué…

      Eva. (Sonriendo). Esta es la zona donde se intenta salvar lo que traen dañado en su viaje.

      Ángel: ¿Viaje?

      Eva: ¿Conoces la historia sobre el viaje de las almas de la cultura ancestral de los egipcios?

      Ángel: Algo me suena, sí.

      Eva: Aquí llegan las que presentan deterioros de algún tipo.

      Ángel: ¿Y entonces?

      Eva: Y entonces hablaremos en su momento (sonríe de nuevo).

      Ángel: Contéstame solo a una cosa, por favor.

      Eva: Dime

      Ángel: ¿Crees que necesito estar aquí?

      Eva: Estoy segura que no. Solo debes ir haciéndote a tu nueva realidad. No siempre es fácil, pero que no lo sea no quiere decir que necesites algún tipo de revisión. Tus dudas están dentro de lo que es normal cuando llegas aquí.

      Ángel: Me dejas más tranquilo.

      Eva: De todas formas, acabas de iniciar esta nueva vida. Ya verás las vueltas que puede dar.

      Ángel: No sé cómo tomarlo.

      Eva: Procura tomarlo con mucha calma. De lo contrario lo podrías pasar mal.

      Ángel: Estaré atento a tus indicaciones (hace una pausa). ¿Y ahora tú qué tienes previsto hacer?

      Eva: A mí me queda por hacer un Universo

      Ángel: ¿Un Universo?

      Eva: Uno que va más allá de aquella vida, que llega hasta aquí y nos une a ti, a mí, a Quique, a Ana…

      Ángel: Sí que puede dar muchas vueltas la vida.

      Eva: Ya irás viendo, ya.

      ESCENA SEXTA

      Quique está en el banco de un jardín, es muy temprano, no hay nadie. Además, el tiempo es desapacible. Es otoño, y el día está nublado, amenaza lluvia. Él se ha acomodado para escribir a alguien muy especial…

      Quique: El otro día estuve en casa de Isa, aunque eso tú ya lo sabrás (sonríe). Hablamos de ti, de nosotros, de la necesidad que quizás tengamos todos de estar más atentos a las señales. Sé que, en mi caso, es necesario que relaje mis sentimientos de rabia, de dolor, de ira… Lo sé, pero se me hace muy cuesta arriba asumir algo que seguiré pensando que es muy injusto.

      Y sé, por otra parte, que la clave está ahí, en pensarlo solamente, y no confundirlo con esa maraña de sentimientos, de monstruos como tú le llamas, que impiden que ese pensamiento se articule adecuadamente, y no esté centrado en sufrir. Lo voy a intentar, Eva. No debes tener ninguna duda, y lo voy a hacer porque te quiero, y sé que solo así podré seguir teniéndote cerca, y tú también descansarás, no teniendo que estar pendiente de este cabezón (ríe, mientras observa un ligero viento que mueve las hojas secas que están cerca).

      Ya veremos si este aire me deja escribir, pero lo voy a intentar. Quiero hacerlo así. Sabes que cuando escribo suelo expresarme mejor o, al menos, así lo creo.

      (Abre una libreta, que siempre suele acompañarle, para expresar sus sentimientos, ideas y otras cosas que rondan por su cabeza. Parece que el viento ha aumentado algo su fuerza, pero puede escribir. No llueve).

      Eva, no creo que nunca sea capaz de superar tu pérdida, es más, considero que no es tanto superarlo como aprender a vivir con ese agujero dentro de mi alma, y aún con él, ser capaz de sonreír cada mañana, al despertar. Lo he hecho hoy, y lo voy a hacer cada día que amanezca y yo esté aquí. Racionalmente, sé que me costará que alguien pueda convencerme de que se puede realizar una sinrazón tan grande como la cometida contigo, y poder quedar indemne. ¡Claro, el destino sí puede! Todavía lo recuerdo jugando sus cartas marcadas, y haciendo trampas con nosotros en una partida que estaba perdida desde el primer momento, desde aquel fatídico día que todo empezó a ser de color negro.

      Sin embargo, me mantengo de pie ante la Vida, no me voy a arrodillar ante ella para pedir clemencia, o un milagro que sé que nunca ocurrirá, pero, en cambio, sí voy a dedicar cada uno de mis días, que siga vivo, a hacer que la senda que caminemos juntos, tú, yo, nuestros hijos, y la gente que nos quiere, y desea estar a nuestro lado, sea cada vez más bonita. No serán mis sentimientos de ira o de odio los que ensucien el camino. Esa es mi promesa, y en eso voy a estar, como le transmití el otro día a Isa, cuando dejamos de abrazarnos y sentimos la conexión que tú has provocado. Gracias también por esto.

      Me está costando sonreír, mucho, pero hoy he visto una primera luz, porque mi sonrisa surgió de repente, cuando pensé en ti, cuando me acordé de las señales que me envías tan a menudo y que yo, ocupado en sufrir, no atiendo. Sí, fue una sonrisa incipiente de algo que me atrevo a llamar felicidad aunque había vetado esa palabra y no deseaba utilizarla nunca. Ya ves, has logrado romper esa resistencia, porque ahora mismo aquí, a tu lado, sé que estás, y creo que soy feliz.

      (En ese instante se detiene, el aire ha aumentado y las hojas se mueven con fuerza, a su alrededor)

      Quique: Es curioso, las hojas se mueven aquí, pero al fondo del jardín no (comenta, como si hablara con alguien).

      Mujer: Sí, es cierto, pareciera que este viento estuviera dirigido por un ser mágico (confirma desde detrás del banco donde se encuentra Quique).

      Quique: ¡Cómo! (Exclama sorprendido, pues no se había dado cuenta de que hubiera alguien).

      (Se ha vuelto hacia atrás para dirigirse a la voz que ha oído, pero el sol en la posición en la que se encuentra la mujer, solo le permite observarla a contraluz. Está envuelta en esas mismas hojas, que se mueven aún con más fuerza conforme se aleja del banco rodeada de esas hojas otoñales).

      Quique: Y aquí, las hojas ya están detenidas en el suelo (hace una larga pausa observando como va desapareciendo la imagen de la mujer). Gracias Eva. No voy a fallarme, no voy a fallarles, y no voy a fallarte. Nuestro amor podrá mucho más que todas las injusticias que la Vida nos imponga en el camino.

      (El sol brilla, el aire ha desparecido y la amenaza de lluvia no se ha hecho realidad. La única verdad es la sonrisa enorme que acompaña a Quique de regreso a casa).

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