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La caja de los hilos . Antonio Moreno Ruiz
Читать онлайн.Название La caja de los hilos
Год выпуска 0
isbn 9788428837835
Автор произведения Antonio Moreno Ruiz
Жанр Документальная литература
Серия Fuera de Colección
Издательство Bookwire
#HilodelaMisericordia
En este Domingo de la Divina Misericordia, te voy a hablar de esta famosa imagen que habrás visto en numerosas ocasiones. A la gente le gusta y le disgusta a partes iguales. ¿Por qué no deja a nadie indiferente? Hay un secreto. Te lo cuento.
“Cristo de la misericordia divina”, iglesia de San Juan Bautista, Berlín (Alemania).
Lo primero que hay que saber de ella es que no es una obra libre de un pintor, sino que corresponde a la descripción que dio santa Faustina Kowalska, una mística polaca que vivió a comienzos del siglo xx y que tuvo unas visiones de Cristo resucitado.
La aparición tuvo lugar cuando ella se encontraba en su celda, en el convento de la Congregación de Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en Plock, el 22 de febrero de 1931. “Al anochecer, estando en mi celda –narraba en su diario santa Faustina– vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido (…). Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en ti confío”. Y le compartió un deseo: “que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero”.
Como ves, la descripción dada según las visiones por el propio Jesús corresponde a la popular imagen que se ha extendido, efectivamente, según su deseo por el mundo entero. Miles de iglesias de todo el mundo cuentan con una imagen como esta que ilustra, asimismo, estampas, pósteres, calendarios y todo tipo de objetos a lo largo y ancho del planeta.
Millones de personas son devotos de esta imagen que guardan, veneran y promueven. A muchos, no obstante, les produce cierta incomodidad. Unos se quejan de que los rasgos del rostro de Cristo están demasiado estilizados, a otros les chocan los rayos que recuerdan a las luces psicodélicas de las discotecas… Piensan que promueve una visión de Jesús demasiado pietista.
Te voy a contar otro secreto. Bueno, secreto no es, pero la mayoría de la gente no lo sabe. Esta imagen no la conoció santa Faustina Kowalska, pues fue pintada en 1954 por Adolfo Hyla y la santa polaca murió en 1938. La imagen que encargó ella hacer, y cuyo proceso de creación supervisó personalmente durante varios meses, la realizó el artista Eugenio Kazimierowski (que aparece en la página siguiente).
Sin embargo, ¡ay, misterio!, a la santa no le gustó el resultado después de tantos meses de trabajo. Llorando se lamentaba ante Jesús: “¿Quién te pintará tan bello como tú eres?”. Como respuesta “oyó” estas palabras: “No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en mi gracia”.
“Jesús de la Divina Misericordia”,
de Eugeniusz Kazimirowski.
Después de este cuadro vinieron varias versiones y fue, finalmente, la del pintor Adolfo Hyla para el santuario en Cracovia-Lagiewniki, con la que abrimos el hilo, la que alcanzó más popularidad. Concretamente la tercera versión que el propio Hyla hizo de su primer cuadro bendecido en 1943.
El primer cuadro tuvo que ser repetido porque no encajaba en el lugar destinado para él; y luego repintado, eliminando el paisaje original y añadiendo un pavimento bajo los pies de Cristo.
La imagen ha pasado después por numerosas vicisitudes. Primero vino el comunismo que cerró el convento, luego se dice que fue negativamente evaluado por la Comisión Artística de la Curia de Cracovia… Luego la Conferencia Episcopal Polaca planteó ciertas reservas de la imagen porque procedía de revelaciones privadas no examinadas aún por la Iglesia… (sor Faustina no fue beatificada hasta 1993).
El caso es que, contra viento y marea, la devoción a esta imagen –y, lo más importante, a la Divina Misericordia que representa–, fue creciendo y superando dificultades hasta ser hoy una de las más extendidas en el mundo.
¿Qué tiene esta imagen que a nadie deja indiferente? ¿Qué tiene que provoca filias y fobias a partes iguales? ¿No será que Jesús mismo nos está lanzando a través de ella un mensaje?
Vamos a ver qué puede estar pasando…
En la propia visión, el Señor dijo a sor Faustina que quería que la imagen fuera venerada públicamente el primer domingo después de Pascua, también llamado “Domingo in albis”. Y en este día, se lee el fragmento del Evangelio de san Juan que habla de la aparición de Jesús a los apóstoles en el cenáculo y de la institución del sacramento de la penitencia.
El confesor de sor Faustina, el beato padre Sopocko explica que “la imagen muestra a Cristo resucitado, que nos ofrece la paz, el perdón de los pecados y todas las gracias que nos ha conseguido por su Pasión y muerte en la cruz. Muestra a los discípulos también sus llagas como huellas de la Pasión y como signo de identidad. Ríos de sangre y agua que brotan de su corazón traspasado y las llagas en las manos y los pies que nos hacen recordar los acontecimientos del Viernes Santo”.
Algo característico de esta imagen son los dos rayos: uno rojo y otro pálido. Cuando sor Faustina le preguntó a Jesús acerca de su significado, respondió: “Los dos rayos significan la sangre y el agua. El rayo pálido simboliza el agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la sangre que es la vida de las almas”.
Estos dos rayos simbolizan pues los sacramentos (la sangre de la Eucaristía, el agua del Bautismo…), la Iglesia que nace del costado de Cristo y los dones del Espíritu Santo, cuyo símbolo bíblico es el agua.
La imagen nos está hablando de la infinita misericordia que Dios ha tenido con nosotros regalándonos a su Hijo y dejándonoslo en la Iglesia y en los sacramentos para que siga irradiándonos su amor.
Pero la misericordia, como este cuadro, es conflictiva. Nos enfrenta. En la parábola del hijo pródigo, el hijo mayor se enfrenta al Padre porque no entiende por qué es tan misericordioso con el hermano…
El fariseo se enfrenta al publicano y le da gracias a Dios por no ser como aquel que ni se atrevía a alzar los ojos al cielo, ¡pero Dios justificó al publicano, no al fariseo!
El Buen Pastor se fue a buscar la oveja perdida ¡y dejó descuidadas a las 99! Una contra 99, otro conflicto.
¿Qué escándalo dejar a las 99 verdad? Si no te produce división interna es porque estás más cerca del cielo que de la tierra. Pero a mí, que me falta todavía mucho para llegar al cielo, me rompen por dentro estas parábolas de misericordia, porque soy un justiciero.
De modo que yo me esfuerzo por ser bueno, ¿y ahora resulta que Dios reparte su misericordia a espuertas? Es un misterio, pero es así. A Dios no lo podemos hacer a nuestra medida humana. Dios es siempre más.
A Cristo crucificado y resucitado no lo podemos “pintar” a nuestro gusto, no lo podemos sujetar, agarrar, fijar. ¡Esto es lo que le decía a María Magdalena cuando se le apareció!: “No me toques, que no he subido al Padre” 36. (No me “retengas”, dice la nueva traducción de la Conferencia Episcopal).
No me rebajes a ser como tú quieres que yo sea. Déjame ser Dios misericordioso como yo quiera y con quien yo quiera. Por eso la propia Faustina no estaba contenta con el cuadro que ayudó a pintar, por eso, a muchos nos cuesta trabajo entender esta imagen, porque a Cristo Resucitado solo se le reconoce con los ojos de la fe.
Así, si miras este cuadro desde la perspectiva artística, desde la idea preconcebida que tú tienes de Jesús, desde tu ideal estético… a lo mejor no lo encuentras, pero ¿y si lo miras con los ojos de la fe?
Es lo que le propone el propio Jesús en la visión a sor Faustina pidiéndole que ponga bajo la imagen un rótulo que diga: “¡Jesús, confío en ti!”. ¿Confías en él