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las etapas comunes de la carrera del caballero y la formación, aprendizaje y entrenamiento en las armas, una cultura nobiliaria compartida con patrocinio del rey. Posteriormente se profundiza en los condicionantes sociales de la profesionalización armada, en los perfiles sociales (según jerarquía nobiliaria, grado de vinculación clientelar con el rey y posición en el linaje) de quienes realmente llegaron a ser caballeros del rey al servir regularmente en sus campañas. Concluimos el estudio abordando el problema de la rentabilidad de la guerra para la nobleza. Se aborda la actividad militar desde el punto de vista económico, interrogándonos en qué medida la guerra se constituyó como fuente de rentas frente a otros ingresos. Para ello se parte de un examen de los costos y riesgos que supuso la práctica armada, desde la adquisición y mantenimiento del equipo, hasta las penurias y peligros del seguimiento de los ejércitos, la vulnerabilidad económica y los rescates. Se desglosan a continuación la tipología de beneficios que reportaba la guerra, desde los tradicionales (botín y recompensas señoriales) hasta las retribuciones monetarias (soldadas, pensiones, rentas, etc.). Finalmente, a partir de ejemplos concretos, se examina la importancia que para la nobleza supuso su participación en la renta centralizada fruto del servicio militar profesional en comparación con sus otras fuentes de ingresos (señoriales y crédito), con el fin de ofrecer una valoración global de la rentabilidad de la guerra para la nobleza valenciana. El estudio aporta finalmente un apéndice con los principales nobles valencianos que sirvieron en las guerras de Alfonso el Magnánimo, sus caballeros del rey: ordenados por linajes, se señala el modelo de profesionalización militar que encarnan, su ascendencia familiar y una breve reseña de su carrera militar.

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      El presente libro es fruto de la reelaboración de una parte de mi tesis doctoral, titulada «Guerra y nobleza en la Corona de Aragón. La caballería en los ejércitos del rey (siglos XIV-XV)», finalizada en septiembre de 2002, defendida en la Universitat de València en marzo de 2003 y galardonada con el Premi Extraordinari de Doctorat en Geografia i Història en su convocatoria de 2004. El trabajo es resultado de un largo camino de trabajo discontinuo pero insistente iniciado en 1992, al obtener mi licenciatura. A lo largo de esos años los interrogantes aumentaron al mismo ritmo que descendían las seguridades teóricas propias de un ambicioso comienzo. Paralelamente también me beneficié del diálogo y experiencias de investigación compartidas con un grupo de amigos y colegas. De hecho, han sido muchas las personas que, de una manera o de otra, han hecho posible que este trabajo, en su inicial versión de tesis doctoral, llegara a buen puerto. En primer lugar, Antoni Furió, cuya paciencia, consejos, tiempo invertido y extremada exigencia en la dirección de la tesis han permitido aciertos y, sobre todo, han evitado numerosos errores. Hago extensivo el agradecimiento a los profesores que aceptaron formar parte del tribunal y enriquecieron la tesis con sus sugerencias y críticas, Paulino Iradiel (presidente), Enric Guinot (secretario), Miguel Ángel Ladero Quesada, Maria Teresa Ferrer i Mallol y Francisco García Fitz. Mención especial merece la ayuda inestimable prestada por mis amigos y compañeros. En un momento dado el germen de este trabajo tuvo que renacer de sus cenizas. A ello contribuyo mucho el amigo Antonio José Mira. Junto a él, Luis Pablo Martínez, Juan Vicente García Marsilla, Pau Viciano y Juan Francisco Pardo también han compartido fructíferas conversaciones respecto al tema que, sin duda, lo han enriquecido. Quepa decir igualmente que la investigación conducente a este trabajo se ha beneficiado del respaldo de determinados nichos institucionales y ayudas financieras. Por una parte, los integrantes del Departament d’Història Medieval de la Universitat de València (profesores y administrativos), del que fui miembro entre 1994 y 1997 en calidad de becario de FPI a cargo de la Conselleria de Cultura, Educació i Ciència de la Generalitat Valenciana, con el proyecto de investigación «Estado, Guerra y Sociedad en la Corona de Aragón y el reino de Valencia (siglos XIVXV)». Por otra parte, del Department of History de la University of Edinburgh, donde disfruté de la cálida hospitalidad del profesor Anthony Goodman durante una estancia como Postgraduate Worker entre junio y julio de 1997. Finalmente, la Fundación Caja Madrid también contribuyó con sendas becas predoctoral (1998-1999) y postdoctoral (2004-2005), financiando los dos últimos proyectos de investigación previos al presente estudio, titulados «Guerra, nobleza y Estado en la Corona de Aragón en la Baja Edad Media: nobleza y caballería en los ejércitos reales (siglos XIV-XV)» y «Organización militar y nobleza en la Corona de Aragón en la Baja Edad Media». Quisiera expresar mi agradecimiento, por supuesto, al Excelentísim Ajuntament de València que galardonó esta obra con el Premi Senyera de Investigaciones Históricas en el año 2003, así como al Servei de Publicacions de la Universitat de València, por darme ambos la oportunidad de que viera la luz. Pero es en mis padres y hermanas y, sobre todo en los últimos años, en Pilar de donde provienen los ánimos y el cariño que han hecho posible la escritura de todas y cada una de las letras de este libro. A la recién llegada, a nuestra hija Nuria, le debo la inspiración e ilusión final para acabarlo. Y sin más, con todo mi cariño, a mi hermana Cristina.

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      EL ESCENARIO MILITAR. GUERRA Y EJÉRCITOS DE CABALLERÍA

      A inicios de mayo de 1420, Alfonso V comenzaba sus empresas militares zarpando de Els Alfacs rumbo a Cerdeña, llevando tras sí una flota de galeres, galiotes y naus entre catalanas –partidas desde Salou, Sant Feliu, Cotlliure y Roses– y valencianas –desde el Grao de Valencia– que se conjuntaron en Mahó, en Menorca, y marcharon a Cerdeña a la ciudad de l’Alguer donde se concentró el ejército real. Iniciaba una empresa que había sufrido numerosas prórrogas en su partida: retrasos derivados por la propia inexperiencia directiva de un nuevo rey que iniciaba su andadura militar, pero también retrasos políticos por la dependencia financiera del rey respecto a la sociedad política de sus reinos convocada en Cortes. De hecho, la expedición de 1420, el «bautismo militar» de Alfonso V dirigido a pacificar las rebeliones sardas y combatir la ingerencia genovesa en Córcega, manifestaba hasta qué punto la monarquía carecía de la necesaria independencia política y financiera como para disponer por sí misma de los recursos pecuniarios para movilizar una armada con todo lo que ello implicaba. Y dependencia financiera implicaba dependencia militar.

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