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y Torrevieja, las de caolín y las canteras repartidas por todo el territorio. En la actualidad, la explotación de yacimientos minerales se destina a fines industriales, a la construcción de carreteras y autovías, a la mejora de la red ferroviaria, a la ampliación de los puertos, a la construcción de diques y al sector de la construcción en general.

      Entre esta multiplicidad de usos a los que se destinan los minerales extraídos, cabe destacar por su importancia económica y por la magnitud de las extracciones la arcilla destinada a la industria cerámica y a la construcción, localizada principalmente en las comarcas de l’Alcalatén y la Plana Alta. También tiene cierta importancia la extracción de yeso en la zona de l’Alt Palància y la Serra d’Espadà, para ser usado en revestimientos y decoración o como aditivo en otros materiales de construcción.

      Por lo que respecta a recursos energéticos, las dotaciones actuales de la Comunidad Valenciana son claramente insuficientes para atender sus necesidades. De hecho, el índice de autoabastecimiento se sitúa en un 2,3 frente al 22,1% del conjunto español. Además, el consumo de energía procedente de fuentes renovables en la Comunidad Valenciana supone solamente un 2,2% sobre el total, siendo inferior al caso español (3,9%). En 1997 se elaboró en la Comunidad Valenciana el Plan de Energías Renovables, con el objetivo de que en el 2010 el 12% de la energía consumida provenga de fuentes renovables.

      4.2.4.2 Recursos hídricos

      La diversidad climática y geográfica existente en España condiciona tanto la oferta como la distribución de los recursos hídricos en el territorio nacional. Los contrastes más acusados se dan entre las zonas del norte y noroeste, con abundancia de agua, y las áreas del sur, donde este recurso escasea. De manera gráfica y, con referencia a la distribución de recursos hídricos en el territorio español, pueden identificarse tres grandes áreas:

      El área septentrional y noroccidental, constituida por Galicia y las regiones cantábricas y pirenaicas. Cuenta con recursos hídricos abundantes y de carácter regular.

      El área central, integrada por las grandes cuencas hidrográficas interiores. Las precipitaciones son moderadas y existen amplias zonas áridas.

      El área mediterránea, que incluye una serie de pequeñas cuencas que desembocan en el mar Mediterráneo. Las precipitaciones son escasas e irregulares. La escasez de agua se hace más intensa cuanto más nos desplazamos al sur y es máxima en las zonas litorales de Murcia y Almería. En estas circunstancias, adquieren una notable significación los recursos subterráneos.

      Según la evaluación de los valores de escorrentía media anual en España realizada para el Libro Blanco del Agua (2000), éstos se cifran en unos 220 mm, lo que significa una aportación de unos 111.000 hm3/año. Este valor medio se muestra muy irregular a lo largo del territorio. Por ejemplo, en la cornisa cantábrica se obtienen cifras por encima de los 700 mm/año, mientras que en la cuenca del Segura no se llega a los 50 mm/año. A esta heterogeneidad de tipo espacial habría que unir otra de carácter temporal.

      A su vez, la irregularidad temporal de los recursos hace que sólo pueda aprovecharse un pequeño porcentaje (inferior al 10%) del total de recursos naturales existentes. Con el fin de paliar esta situación tan irregular y aumentar la disponibilidad de recursos para adaptar su cuantía a los niveles de demanda, se han construido importantes obras hidráulicas de regulación como los embalses y trasvases, se ha recurrido a la extracción de aguas subterráneas o, incluso, al uso de recursos no convencionales. La mayoría de las estimaciones realizadas coinciden en señalar que la disponibilidad real de los recursos hídricos en España se sitúa en torno al 40% del total existente. La utilización de aguas subterráneas se cifra actualmente en algo más de 4.300 hm3 anuales, con los que se cubre casi el 18% de las necesidades del regadío y cerca del 30% del abastecimiento urbano. El uso de estos recursos hídricos alcanza gran envergadura en las cuencas del Xúquer y Guadiana, mientras que es bajo en el Duero, Ebro o Guadalquivir. En algunas zonas del litoral mediterráneo y en La Mancha se dan situaciones de sobreexplotación de acuíferos de consecuencias muy negativas.

      Entre los recursos denominados no convencionales cabe mencionar los provenientes de la regeneración de aguas residuales y de la desalación de aguas marinas y salobres. En el primer caso, se obtienen algo más de 400 hm3 anuales (destacando Comunidad Valenciana, Murcia, Baleares, Canarias y Cataluña), que se destinan mayoritariamente al riego. Una cuantía similar se genera mediante los sistemas de desalación siendo España el primer país europeo en cuanto al volumen obtenido. De manera global, la importancia de estos recursos no convencionales es todavía muy escasa, ya que cubren sólo un 4% de la demanda total de recursos hídricos.

      En cuanto a la demanda de agua, habitualmente se identifican tres tipos: abastecimiento urbano, industrial y regadío. En el primer caso se incluyen tanto el consumo doméstico como el de aquellas actividades (industriales o de servicios) ubicadas en los núcleos urbanos. Según la Encuesta sobre el suministro y tratamiento del agua, en el 2006 se distribuyeron en España 4.698 hm3 por las redes públicas de abastecimiento urbano. Las pérdidas aparentes de agua (fugas, roturas, averías, errores de medida...) fueron estimadas en un 16,7%. En concreto, el consumo de agua potable de las familias españolas se situó en 2.616 hm3, lo que representa un consumo medio de 160 litros por habitante y día (185 l/hab./día en la Comunidad Valenciana). Aunque la evolución de este consumo es de moderado descenso respecto al 2005, habría que destacar los aumentos de tipo estacional que se registran en las zonas con mayor afluencia turística. En cuanto al regadío como destino mayoritario del agua en España, el consumo de las explotaciones agrarias ascendió a 15.865 hm3 en el 2006 (tabla 4.1), lo que supone un descenso del 3,9% con relación al 2005. Por tipo de cultivo, los herbáceos representan el 44,7% del total, mientras que si atendemos a las técnicas de riego (tabla 4.2), el tradicional riego por gravedad es la técnica mayoritaria con un 45,2% sobre el total del agua consumida. Como es lógico, el peso de la superficie regada es muy distinto en función del ámbito territorial del que se trate.

      Los desequilibrios espaciales existentes en cuanto a dotación de recursos hídricos han influido históricamente en la distribución de los asentamientos demográficos y de la actividad económica entre las distintas áreas geográficas de la península ibérica, puesto que el agua es un recurso esencial para cualquier actividad humana. La existencia de zonas con una elevada dotación de recursos hídricos frente a otras que presentan escasez hace que se invoque con frecuencia el principio de solidaridad interregional. Como es lógico, cualquier actuación dirigida a optimizar el uso de los recursos disponibles debería basarse en la utilización de mecanismos tanto de oferta como de demanda.110

       Consumo de agua por tipo de cultivo y comunidad autónoma (2006) (miles de m3)

      Fuente: Encuesta sobre el uso del agua en el sector agrario en 2006. INE (2008).

       Consumo de agua por técnica de riego y comunidad autónoma (2006) (miles de m3)

      Fuente: Encuesta sobre el uso del agua en el sector agrario en 2006. INE (2008).

      Las políticas de oferta tratan de incrementar la dotación de recursos en un área deficitaria, y el mecanismo tradicional ha sido, efectivamente, la construcción de embalses y trasvases. Sin embargo, los avances tecnológicos han hecho posible contar con otros recursos no convencionales, procedentes en su mayoría de la depuración de aguas residuales y de la desalación de agua marina (tabla 4.3). La reutilización de recursos obtenidos de la regeneración de aguas residuales debería considerarse como una necesidad irrenunciable tanto desde el punto de vista social como ambiental y sanitario. Además de rentabilizar

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