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      Si no molesta a nadie es que no merece la pena lo que estás haciendo.

      Enrique Morente

      Prólogo

      Pilar Jericó

      Presidenta de Be-Up,

      escritora y conferenciante

      www.pilarjerico.com

      @pilarjerico

      El año 2020 ha demostrado que la realidad es más VICA (como acrónimo de volátil, incierto, complejo y ambiguo) que nunca. De repente, suceden acontecimientos que nos cambian las reglas del juego sin apenas preverlos. Durante el confinamiento de la pandemia de la COVID-19 los centros educativos se vieron obligados a digitalizarse a toda velocidad, al igual que muchas otras organizaciones. Más allá del impacto de la pandemia en nuestras vidas, lo que hemos comprobado es que los cambios están a la orden del día y que ya no existen mapas precisos sobre el futuro. Si nuestro entorno es VICA, necesitamos otra educación, que prepare a los niños no a analizar mapas, sino a manejar brújulas, que los ayude a saber moverse en estos entornos altamente volátiles, inciertos, complejos y ambiguos; que vivan los cambios como oportunidades; que entrenen las habilidades emocionales que les permiten desarrollarse como personas y a poner énfasis en los valores que les harán felices a lo largo de su vida.

      La educación que necesitan nuestros niños para el futuro es muy diferente a la que hemos tenido en el pasado y un cambio de esta envergadura requiere de líderes educativos que asuman el reto por una cuestión muy sencilla: no se puede ilusionar con el cambio si un profesor está desanimado o si apenas se siente reconocido en su trabajo. Es complicado hablar de pasión o dar lo mejor de uno mismo si un claustro tiene un ambiente tóxico de trabajo o si no existe seguridad psicológica. Ni tampoco podremos educar a nuestros alumnos sin creatividad o con métodos antiguos y tradicionales. El liderazgo es el auténtico motor del cambio de cualquier sociedad, de cualquier empresa y de cualquier centro educativo. Por eso, este maravilloso libro es tan necesario, porque trata uno de los temas más nucleares que existen: influir positivamente para que las personas se preparen con éxito en entornos VICA, en otras palabras, el liderazgo VICA.

      Todos tenemos la capacidad de despertar el líder que habita dentro de nosotros. La clave está en saber cómo hacerlo, en nuestros comportamientos y en los valores en los que nos apoyamos. Una de las cualidades del liderazgo podríamos definirla como “creador de contextos”. Sabe leerlos, elabora alternativas, toma decisiones y crea las circunstancias internas para que las personas quieran dar lo mejor de sí mismas en aras de conseguir un objetivo. José María Bautista ha analizado con sumo detalle cómo hacerlo desde todas las dimensiones del nuevo paradigma del liderazgo. Si el entorno cambia, los líderes también han de hacerlo.

      Cuando se analizan los contextos en los que nos movemos, se identifican cuatro tipos: simple, complicado, complejo y caótico. Los contextos simples se abordan con una respuesta sencilla como elaborar una receta de cocina, por ejemplo. Los contextos complicados requieren de una mayor sofisticación, pero son bastante previsibles, como construir un avión para un equipo de ingenieros expertos. Los siguientes dos contextos, el complejo y el caótico, son mucho más retadores. Tienen un alto grado de imprevisibilidad, no se someten necesariamente a las leyes de causa y efecto y abordarlos requiere de otro tipo de soluciones. El mundo VICA, en el que actualmente vivimos, es un entorno complejo. Por cierto, los caóticos son puntuales y suceden cuando el sistema se desborda, como ocurrió en pleno momento álgido de la pandemia con los centros sanitarios, por ejemplo.

      Liderar problemas que requieren de soluciones sencillas o de una cierta sofisticación es relativamente fácil. Equivaldría a cuadrar unas cuentas contables o a elaborar un presupuesto. Se trata de soluciones técnicas. Si uno tiene los conocimientos, no le supone un exceso de esfuerzo. El desafío surge cuando alguien se enfrenta a un problema complejo, como el de la sociedad VICA. En ese instante, ya no nos valen las soluciones técnicas, porque se requiere algo mucho más difícil que conocimientos. Hacen falta actitudes, determinación, cambio de hábitos y afrontar los miedos. En otras palabras, un líder que quiera abordar un problema complejo tiene también que transformarse a sí mismo. Pongamos un ejemplo para entenderlo.

      Un simple dolor de cabeza es un problema técnico. Se va a una farmacia, se toma un analgésico y se acaba el dolor. La complicación surge cuando se tiene el colesterol alto, por seguir con un ejemplo de salud. No se resuelve con pastillas, sino que requiere que uno cambie sus hábitos, su alimentación o comience a hacer algo de deporte. Ahí están las resistencias y alguna que otra excusa. Los problemas complejos requieren que nosotros también cambiemos, que digamos adiós a lo que no nos vale y que incorporemos nuevos comportamientos. Pues bien, liderar en un mundo VICA exige que el propio líder se transforme para comprender e influir positivamente.

      Como se explica en el libro, los jóvenes tienen otros valores diferentes. El dinero y la estabilidad han quedado desterrados como los grandes motores de generaciones pasadas. La tecnología les ha dado el poder de la personalización y del cuestionamiento hacia lo que los rodea. Las fronteras desaparecen, las jerarquías se diluyen y la búsqueda de las experiencias y de la felicidad alcanzan nuevas dimensiones. La generación Z es distinta a nosotros y educarla en un mundo tan complejo requiere de líderes que no apliquen solo soluciones técnicas, sino que aprendan también ellos mismos a transformarse. Ya no nos sirven jefes que se parapeten detrás de las mesas o de procedimientos, sino personas que se remanguen como cualquier otro, que den ejemplo, que entiendan que lograr el compromiso está por delante de la eficiencia, que fomenten la creatividad y la innovación y que conviertan los claustros y las aulas en auténticos lugares donde las personas quieran trabajar y aprender. Y esto se consigue si el líder es un líder VICA, como explica maravillosamente José María Bautista en este libro.

      José María Bautista es de los mayores expertos en educación que he conocido. Lo admiro mucho y aprendo muchísimo de él. Está siempre a la última en tendencias, tiene una creatividad sorprendente y años de experiencia en el sistema educativo. Su excelente capacidad para escribir hace que sus libros sean como él, como sucede con Liderazgo VICA. Es un texto inspirador, retador, provocador, práctico y lleno de sabiduría no solo para los líderes, sino también para la vida en general. Confieso que el manuscrito que leí para hacer este prólogo lo subrayé un montón y descubrí reflexiones e ideas muy interesantes. Es un gran libro, con un título sugerente, al igual que los de sus capítulos, que se apoyan en Juego de tronos, la archiconocida serie, para explicar el entramado del liderazgo y lo equivocados que estamos cuando intentamos dirigir sobre la base de antiguos paradigmas.

      Liderazgo VICA está escrito con pasión, como lo que sucede en el auténtico liderazgo, que es cuestión de pasión. El mundo está lleno de dificultades, pero también de oportunidades. Si nos quedamos atenazados por el miedo, será difícil contemplar sus ventajas. El miedo y la pasión son opuestos. El miedo se ha utilizado como fórmula de gestión y ha dado pie al antiguo paradigma pre-VICA, donde imperaban el orden y la jerarquía frente a la creatividad, la agilidad o los equipos horizontales. Por eso, si queremos que las organizaciones sean espacios vitales, el miedo ha de desterrarse. Y salir del miedo implica escapar de nuestras comeduras de cabeza y conectar más con nosotros mismos. El liderazgo está al alcance de todos, pero un paso crucial es la conexión y la autenticidad con uno mismo para esa transformación que decíamos.

      Si no somos honestos con nosotros, es difícil que nos apasionemos con lo que hacemos. Por eso, hay auténticas cárceles de oro en el trabajo y oficinas donde las personas están como zombis, esperando el fin de semana para revivir. Desde esas emociones, ni se puede inspirar ni enseñar brújulas. Si uno no se sincera con uno mismo, es difícil influir en otros. José María nos aporta muchas claves para allanarnos este camino. Nos propone ejercicios y nos lanza numerosas preguntas para reflexionar sobre ello: “¿Estás apasionado por la empresa?, ¿cuál es el orden de tu alma: las personas, las tareas, el reconocimiento, la soledad, los miedos?, ¿cuáles son las preguntas que llenan tu día a día en tus reuniones, tus correos, tus decisiones?”. Y, sobre todo, nos ofrece las pistas

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