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      Primera edición, marzo de 2016

      Primera edición digital, agosto de 2017

      Director de la colección: Alejandro Zenker

      Coordinacion editorial: Noemí Ravelo

      Cuidado editorial: Elizabeth González

      Coordinadora de producción: Xiluén Zenker

      Tipografía y formación: Rosa Virginia Cruz

      Ilustración de portada: Arturo González Durán de León

      © Francisco González Durán de León

      © 2017, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.

      Calle 2 número 21, San Pedro de los Pinos.

      03800 México, D.F.

      Teléfonos y fax (conmutador):

      +52 (55) 55 15 16 57

      [email protected]

      www.solareditores.com

      ISBN:

      Impreso en México/Printed in Mexico

      Una víctima no es un héroe,

      pero hay sus excepciones: Fanny, Fernanda,

      Francisco, Jimena y Patricio.

      Gracias a mis nobles paladines

      que apoyaron las ansias de recobrar mi libertad.

      Perdieron su casa, amigos y escuela,

      y se involucraron en el sueño de un esclavo

      al que le cortaron la lengua,

      pero gracias a ellos volvió a hablar.

      EL DESERTOR

      Para ti, Victoria, mi musa, con amor.

      Una estrella del firmamento que nunca se alejó.

      PATRICIO

      Al padre Mardonio Morales S. J. y a don Samuel Ruiz,

      por lo que sembraron.

      FRANCISCO

      Índice

      

      

       Prólogo

       I.El viaje a Chiapas

       II.Quiero ser médico

       III.La Escuela Médico Militar

       IV.El uniforme blanco

       V.Lealtades

       VI.De gatos y caballos

       VII.La Tabasqueña

       VIII.Nietzsche y el ejército

       IX.Victoria

      Esta novela, como muchas otras, está basada en hechos reales. A través de su lectura, usted descubrirá varias tramas que corren paralelas, todas ellas interesantes y controversiales.

      Trata de un joven mexicano de clase media que queda huérfano de padre a una edad sensible. Su deseo idealista de llenar el hueco dejado por su progenitor, que era médico, lo lleva a abrazar la carrera de medicina, y esa misma aspiración lo empuja a entrar a la Escuela Médico Militar. Al parecer, la vocación de médico está bien definida, mientras que la de militar constituirá un motivo de serias dudas a lo largo de su vida dentro del Ejército.

      Lo que sigue es la confrontación con el rudo ambiente castrense, incluidas hambrunas, humillaciones, caminatas y golpes, que además ocurren en un entorno matizado por las corruptelas de los encargados de su disciplina. El orgullo personal y el temor al fracaso lo llevan, a pesar de múltiples vicisitudes, a terminar la carrera con buenas calificaciones académicas, pero deficiente actuación en lo referente a la disciplina militar. Todo parece indicar que se ha llegado a un desenlace feliz, pero en realidad ahí comienza el conflicto moral e intelectual más importante de la novela, cuando el protagonista ya adulto experimenta el conocido drama del militar desilusionado y en desacuerdo con los objetivos del instituto armado, así como con los métodos usados para lograrlos. La situación se agrava porque todo ocurre en un país donde la corrupción se ha enseñoreado y se ha infiltrado dentro del mismo Ejército. Llega el momento de tomar una decisión por demás controversial y de afrontar todas las posibles consecuencias.

      Lo anterior sucede cuando el personaje ha creado ya una familia. Las decisiones que tome no sólo afectarán su conciencia, sino que tendrán una repercusión muy importante en su familia. Su rebeldía e inconformidad tienen un precio muy alto.

      La narración es importante porque refleja un problema candente, actual y de gran magnitud. Se trata de la confrontación de las nuevas generaciones inconformes con la corrupción y las inequidades del país en que les tocó nacer.

      El desertor descubre que su inconformidad no está únicamente enfocada hacia el Ejército, sino también hacia una sociedad civil llena de injusticias que afectan al propio gremio médico.

      La novela es un reclamo esperado y justificado. Sin duda habrá de provocar reacciones casi violentas y controversias necesarias en un México joven que demanda igualdad y rectitud.

      Existe un valor difícil de cumplir, invisible, intangible

      y muy personal. Se llama compromiso y se firma con Dios.

      COMANDANTE MACLOVIO, 1995.

      Simojovel, Chiapas, 1995

      No había vuelta atrás. La decisión estaba tomada; el mayor médico cirujano del Ejército mexicano, Patricio Rodríguez Juárez, después de 15 años de servicio, desertaría al amanecer. Lo acusaban de simpatizar con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y de ser amigo del sacerdote del pueblo de Simojovel que, según el grupo de información de la base de operaciones del 20º Batallón de Infantería —al que Patricio estaba comisionado como jefe del agrupamiento de Labor Social—, era señalado como reclutador de indígenas para el movimiento zapatista. Tampoco ayudaba a Patricio su fama de dar un trato muy amable a sus pacientes tzotziles que contrastaba con la rigidez acostumbrada con que se dirigía al personal militar.

      Acababa de ser llamado para declarar sobre estas acusaciones en la Zona Militar de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. El interrogatorio le hizo ver que un teniente, abogado del Ejército y amigo suyo, tenía razón al advertirle: “Mi mayor, a usted le da risa esta situación, pero tómela en serio. Puede acabar en prisión por muchos años. Le aconsejo que pida su baja antes de que esto siga creciendo”.

      Patricio la solicitó tres veces, mismas que le fueron negadas.

      Cuando

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