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con un mapa correcto, en ir de una ciudad a otra, mal llegaremos, empleando un mapa equivocado, a nuestro destino. ¿No les suena todo esto? A mí, al menos, me resulta muy familiar.

      Ahora bien, no es posible descubrir estos mapas a través del autoexamen o la introspección. No podemos descubrir las reglas de la gramática mirando en nuestro interior. De ese modo, solo podremos ver palabras, imágenes, signos y símbolos, pero no las reglas ocultas a las que se atienen. Para ello, deberemos estudiar objetivamente a numerosos usuarios de un determinado idioma, ver lo que tienen en común y deducir, de todo ello, las reglas que gobiernan su habla. Y lo mismo podemos decir con respecto a los mapas interiores que rigen buena parte de nuestra vida. Son cosas que no podemos ver mirando hacia dentro. De hecho, estos mapas (conocidos técnicamente como estructuras de conciencia) fueron descubiertos hace aproximadamente un siglo. Llevamos en este planeta más de un millón de años y solo durante los últimos cien hemos descubierto estos mapas ocultos. Por ello decimos que los estadios del desarrollo son un descubrimiento reciente.

      Una cosa son las estructuras de conciencia y otra muy distinta los estados de conciencia. Y, como en breve veremos, la meditación nos permite acceder a los estados más elevados de conciencia, lo que incluye cuestiones como los llamados «estados alterados», los estados expandidos de amor, alegría, comprensión y conciencia, la sensación más amplia de identidad (incluida la sensación de ser uno con todo, es decir, la llamada «Identidad Suprema») y los estados de flujo en general o, dicho en otras palabras, el núcleo mismo de los caminos del despertar. Todos esos estados pueden verse por vía introspectiva y cuando experimentamos un sentimiento de amor por todos los seres y decimos «¡Amo a todo el mundo!», conocemos ese estado de manera directa e inmediata, aunque no podamos verbalizar las reglas gramaticales necesarias para elaborar esa frase. Los estados, como ya hemos dicho, fueron descubiertos por los seres humanos hará unos 50 000 años y se remontan a los primeros chamanes y hombres-medicina y sus búsquedas de la visión. Pero repitamos una vez más que las estructuras –es decir, los mapas ocultos– no pueden verse mirando hacia dentro y solo fueron descubiertas cuando, hace unos 100 años, apareció la psicología evolutiva.

      Por eso, hasta el momento de su descubrimiento por la investigación sobre el desarrollo y su posterior resumen realizado por la teoría integral,4 ninguna de las grandes tradiciones meditativas tuvo la menor sospecha de la existencia de estos mapas ocultos. Por más brillantes que fuesen elaborando formas de meditación y contemplación como el mindfulness, por ejemplo (que conduce al despertar), ninguna de esas tradiciones las utilizó para descubrir esos mapas ocultos y reemplazarlos por versiones más adecuadas del desarrollo. La mayoría de los sistemas de meditación actualmente utilizados tienen, al menos, mil años de antigüedad, pero como el descubrimiento de esos estadios no tiene más de un siglo, no podemos advertir indicios de ellos en ningún sistema de meditación. Así que, por más que hayan logrado estados muy elevados de conciencia (incluidos los estados de iluminación o despertar que, según se dice, consisten en el «Despertar puro», es decir, en la realización del Fundamento Último del Ser), todavía se hallan a merced de esos mapas ocultos (y de los correspondientes estadios del desarrollo). A ello se debe que, impulsados como lo están por esos mapas ocultos inconscientes y distorsionados, hasta los más avanzados maestros de meditación acaben víctimas de nociones tan confusas como la homofobia, el autoritarismo, el sexismo y las jerarquías de dominio.

      La forma más simple de recordar la diferencia que existe entre las estructuras de conciencia y los estados de conciencia es que aquellas (es decir, los niveles ocultos y los mapas ocultos) constituyen el fundamento del desarrollo, mientras que estos constituyen el fundamento del despertar y conducen a la iluminación. El desarrollo nos permite avanzar desde estadios o mapas menos desarrollados de nuestro mundo hasta estadios o mapas más adecuados, maduros y desarrollados, un gran paso hacia delante. El despertar, por su parte, nos permite avanzar desde los estados menos completos y avanzados hasta los estados más elevados y evolucionados que desembocan en el Despertar, la Iluminación, la Gran Liberación, la Metamorfosis, el satori o la Identidad Suprema: una auténtica transformación.

      Descubrir los mapas ocultos del desarrollo

      Empezaremos centrándonos en el desarrollo y la sustitución de mapas ocultos inferiores, menos exactos y menos desarrollados por otros más desarrollados, maduros e inclusivos (y veremos algunos ejemplos al respecto para entender exactamente lo que son y lo que implican). Luego nos centraremos en el despertar y llevaremos a cabo algunos ejercicios que nos permitan experimentar directamente lo que ello implica (incluyendo los dos estados más elevados de «Yo Verdadero» y «Conciencia de unidad última»).

      Por supuesto, la única manera de sustraernos al influjo de los mapas ocultos del desarrollo consiste en descubrirlos y cobrar conciencia de ellos. Y eso es precisamente, como veremos, lo que la teoría integral puede ayudarnos a hacer. Y, cuando nos demos cuenta de que uno de los mapas ocultos descubiertos es anticuado, anacrónico o inapropiado –o que está sencillamente equivocado–, deberemos, por así decirlo, desenterrarlo y reemplazarlo por otro más adecuado. Y mindfulness es, para ello, una herramienta muy poderosa. Esta forma de mindfulness consiste en prestar una atención plena a cualquier fenómeno que aparezca en el momento presente que, en este caso, se trata de un elemento (un estadio del desarrollo) del que las tradiciones meditativas no saben nada y que la teoría integral señala directamente.

      La aplicación coherente de la conciencia a estos mapas ocultos los «visibliliza», y, cuando las estructuras subjetivas se tornan objetivas y los mapas inconscientes se tornan conscientes, podemos controlarlos conscientemente. El hecho de desembarazarnos de los mapas incoherentes y obsoletos y reemplazarlos por otros nuevos y más exactos tiene un efecto inmediato y profundo sobre casi todas las áreas de nuestra vida. Y ello es así porque el hecho de desembarazarnos de los mapas inconscientes e inexactos que sin darnos cuenta han estado guiando nuestra vida tiene, sobre nuestra conducta, el mismo efecto que cambiar un mapa de carreteras equivocado por otro más exacto. Casi todos los aspectos de nuestra vida se ven impulsados o guiados por esos mapas, marcos de referencia o perspectivas que asumimos sobre los distintos territorios que habitamos; y el hecho de tornarnos conscientes de ellos –es decir, de identificarlos mediante la teoría integral y concentrarnos luego en ellos con mindfulness– influirá espectacularmente en cada dominio de nuestra vida, a veces de manera casi inmediata o instantánea y, en otras, con un poco de práctica. ¡Pero su influencia, en cualquier caso, será inevitable!

      Esto será lo que haremos a partir de ahora. Vamos a conocer algunos de los mapas, marcos de referencia o puntos de vista básicos que solemos utilizar en casi todos los dominios de nuestra vida y luego les prestaremos una atención plena y detenida, a través de mindfulness, con la intención de desarticularlos, extirparlos y dejar lugar para otros más exactos y coherentes. Este será un proceso que tendrá un impacto muy profundo e inmediato en casi todos los dominios de nuestra vida. No le estoy pidiendo que crea en lo que digo, sino que lo lleve simplemente a la práctica y vea, por sí mismo, lo que ocurre (que, de una u otra manera, le aseguro que será evidente). De este modo, no solo contará con los beneficios tradicionalmente asociados al mindfulness regular (desde un aumento de la salud hasta una mejora de las capacidades mentales, una vida emocional más equilibrada, relaciones más satisfactorias y una crianza más auténtica), sino que también disfrutará de todos los beneficios asociados a descubrir, desmantelar y arrancar marcos de referencia y mapas responsables de muchos desastres en su vida y reemplazarlos por otros nuevos que le permitan moverse de un modo más sano, feliz, coherente e inteligente y facilitar que el estado de flujo impregne todas las áreas de su vida.

      Hasta un niño puede hallarse en un estado de flujo y euforia, ¿no es cierto? Convendrá, pues, asegurarnos de experimentar estos estados de flujo –incluido el despertar o la iluminación– desde los niveles del desarrollo más evolucionados y maduros posibles. No queremos convertirnos en empollones iluminados (porque esa, créame, es una posibilidad muy real), sino combinar, muy al contrario, los niveles más elevados del desarrollo con los estados más elevados del despertar, con la intención de entrar en el mejor y más brillante de todos los mundos posibles, una posibilidad a la que solo hemos podido acceder hace muy poco, cuando las prácticas de las antiguas tradiciones de sabiduría (como mindfulness)

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