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      Tabla de Contenido

       Título

       Introducción

       El encaje roto

       La casa donde murió

       Luz y sombra

       Lo indescriptible

       Quien escucha su mal oye

       Corazón de mujer

       El Tonto de las Adivinanzas

       Las autoras

       About the Publisher

      Introducción

      “La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad individual. Y las mujeres siempre hemos sido pobres... Las mujeres han gozado de menor libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia.”

      Virginia Wolf, Una habitación propia.

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      La literatura es un espacio mayoritariamente masculino y esto no se debe a que los hombres tengan más capacidad, repertorio y mejores historias que escribir que las mujeres. Durante mucho tiempo, el impacto de las presiones socioculturales decretó que las mujeres debían dedicarse exclusivamente al hogar. Por lo tanto, una mujer que se atrevió a tener una actividad intelectual estaba cometiendo una grave transgresión.

      En la sociedad de los siglos XVI y XVII la identidad de la mujer se construía alrededor de su padre, hermano y marido, y se esperaba que fuera obediente, dócil y sumisa. Por todo esto, la idea de la mujer escritora fue descartada y desacreditada por la sociedad. Durante este período aparecieron escritoras que escribían bajo un seudónimo, para evitar la persecución, otras tenían que entrar en los conventos para evitar matrimonios no deseados y poder estudiar, leer y escribir con cierta libertad.

      El pensamiento de los siglos XVIII y XIX abogaba por un cambio en las estructuras sociales y culturales de la sociedad para lograr el progreso, que se impondría a través de la razón, los avances y la tecnología. Lentamente, proliferaron los periódicos escritos para un público femenino. Surgieron muchas escritoras y traductoras. Las reuniones de salón se convirtieron en lugares donde podían expresar sus opiniones y el número de lectoras aumentó, convirtiéndolas en un público específico y objetivo de algunos tipos de publicaciones, como las novelas.

      En esta época muchas personas comenzaron a apoyar el acceso de las mujeres a la educación sólo para que en el futuro pudieran instruir a sus hijos, y así obtener los futuros líderes de la nación bien capacitados. Aunque esta apertura se caracterizó por un deseo muy alejado de la igualdad real, y que todavía afectaba sólo a las mujeres en posiciones económicas y sociales elevadas, muchas mujeres aprovecharon la oportunidad de escribir y desde allí reclamar derechos para todos. Ante esta apertura de algunos ilustrados, muchos rechazaron la incorporación de la mujer a la actividad intelectual.

      El siglo XX se caracteriza por un período inestable de cambios rápidos. La literatura de este siglo se caracteriza sobre todo por la influencia de las guerras mundiales que tuvieron lugar en ese período. Los temas tratados son la soledad, la vida, la muerte, la existencia. Muchas de las historias son experiencias personales, historias contadas en primera persona. Se utiliza un realismo cargado de conciencia social, historia y denuncia. A principios de este siglo era difícil hablar de igualdad, y mucho menos de igualdad de género. Aunque un gran número de mujeres trabajan en la agricultura y la industria, la característica fundamental es la profunda división sexual del trabajo, según la cual la mayoría de las mujeres se dedican a las tareas domésticas, con una identidad femenina vinculada a la maternidad.

      En este contexto, algunas mujeres encuentran en la lectura y la escritura la forma de expresar sus preocupaciones y colaborar con el cambio social. Muchos de ellos se centran, sobre todo, en la defensa de la educación de las mujeres. Estas mujeres, insatisfechas con el lugar que la sociedad les había dado y a pesar de las dificultades, comienzan a escribir y a difundir sus ideas.

      Nuestro papel como lectores en el siglo XXI consiste en cuestionar las condiciones en que se ha marginado la literatura femenina y en entrar en contacto con escritoras de todas las edades, nacionalidades y condiciones sociales, permitiendo no sólo la inclusión de esos textos en la literatura occidental sino también una naturalización y una valorización, atribuyendo características particulares que permitan el desarrollo de los estudios y su difusión.

      Aunque Virginia Woolf ya advirtió en 1928 de que toda escritora debe tener 'Una habitación propia', actualmente algunas creadoras aún siguen buscándola en la industria cultural.

      El encaje roto

      Por Emilia Pardo Bazán

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      Convidada a la boda de Micaelita Aránguiz con Bernardo de Meneses, y no habiendo podido asistir, grande fue mi sorpresa cuando supe al día siguiente -la ceremonia debía verificarse a las diez de la noche en casa de la novia- que ésta, al pie mismo del altar, al preguntarle el obispo de San Juan de Acre si recibía a Bernardo por esposo, soltó un «no» claro y enérgico; y como reiterada con extrañeza la pregunta, se repitiese la negativa, el novio, después de arrostrar un cuarto de hora

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