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Dijo el mientras se dejaba caer al sofá mas cercano al hogar.

      Minerva agitó la mano. “No tengo ninguna intención de marearte la cabeza hoy”. Minerva caminaba hacia el aparador de madera macizo. “No a mi hermano favorito”.

      “Soy tu único hermano”. Contestó Blake arrastrando las palabras.

      “Por eso no es extraño que seas mi favorito”. Ella cogió un decantador de cristal y echó una cantidad del licor ámbar en un vaso de cristal.

      Blake no puedo evitar sonreír. Minerva sabía como hacerle reír, aunque fuera la ultima cosa en el mundo que a el le apeteciera hacer.

      Ella cruzó la habitación y le entregó el vaso de cristal antes de sentarse a su lado.

      El tomó un largo trago disfrutando de la manera en la que el brandi le quemaba por dentro, entonces volvió su atención hacia ella. “Si no quieres chillarme, ¿entonces de que quieres hablar conmigo?

      “Carstine, por supuesto.” Minerva sonrió con dulzura.

      Blake suspiró. “En efecto”. Dijo el antes de levantar el vaso de cristal hasta sus labios. El se temía que un vaso no sería suficiente para satisfacerle.

      “Parece que vosotros dos habéis empezado con mal pie”. Dijo ella.

      “Por decirlo de manera suave”. Blake agitó el licor en su vaso.

      “Quiero que le des una oportunidad. Demuéstrale que lo sientes de verdad y se amable con ella. ME complacería que os llevarais bien.” Dijo Minerva con ojos implorantes.

      “¿Y como piensas que voy a conseguir eso? Le preguntó Blake antes de tomar otro largo trago.

      Minerva inclinó la cabeza hacia un lado pensativa.

      Blake se preparó para lo que pudiera venir. Si el conocía a su hermana, y el estaba seguro de hacerlo, ella idearía un plan de rechupete.

      Uno que le no tendría más hacer que seguir si es que deseaba escapar a su ira. Ella sonrió y le rodeó el brazo con las manos. “Ya lo tengo”.

      “Oh ¿Sí?, Blake fingió un falso entusiasmo, entonces se llevó el vaso de brandi de nuevo a los labios. Sin duda sería algún tipo de embuste.

      “La vas a invitar a salir”

      “¿Lo haré?” Blake arqueó una ceja.

      Minerva sonrió de oreja a oreja. “Lo harás. ¿Un paseo en trineo quizás? Su mirada se volvió especulativa durante unos instantes, y entonces sonrió. “Si. Un paseo en trineo será una manera perfecta de que os conozcáis el uno al otro”.

      Blake tamborileó los dedos en el brazo del sofá. “¿Perfecto?” Eso es algo totalmente disparatado, es lo que el quería decir, pero no quiso llegar tan lejos para no enfadar a su hermana.

      “Si, perfecto”, repitió Minerva. “Es una manera respetable de que estéis a solas. Eso te permitirá volver a disculparte de nuevo y mostrarle el caballero tan delicioso que puedes ser.”

      Minerva sonrió. Esta vez el jubilo alcanzó a sus ojos azules color cielo. “Ella es una muchacha esplendida. Si le das una oportunidad, lo veras. Carstine es imposible no gustarle a alguien.”

      Blake se terminó el vaso antes de volver sui atención hacia Minerva. “Me temo que la suerte esta echada en este caso.”

      “Tonterías hermano”, ella se deslizó en el sofá para acercarse más a el. “Hazlo por mi. Por mamá también. Ella no desea que no te guste su invitada. A ella le encanta Carstine, ya sabes.”

      “Vaya, si que debe de gustarle. No tenía ni idea.” El respondió arrastrando las palabras.

      “Bueno pues si. Resulta que Carstine es la hija de su querida amiga, la señora Leticia Greer. Seguramente recordaras a Madre hablar sobre ella.”

      Blake se quedó pensando, pero no pudo acordarse de ese nombre. “Me temo que no”.

      Minerva cogió su vaso y fue hacia el armario. “Eran amigas de la escuela. Leticia es inglesa, pero se casó con un terrateniente escocés. Ella y Madre han estado en seguido en contacto todos estos años a pesar de las millas y millas que las separan.” Minerva rotó su muñeca apretándose la mano. “Cuando Leticia escribió a Madre compartiendo su deseo que Carstine pasara una temporada en Londres, Madre apenas pudo evitar a ofrecerse a encargarse de la chica.”

      “Típico de Madre”. Blake aceptó el vaso, entonces recorrió con su dedo el filo del vaso de cristal mientras pensaba en lo que Minerva le había dicho. Carstine era una muchacha escocesa de sangre inglesa y la hija de la mejor amiga de su madre. El suspiró. Por mucho que le fastidiara, el tendría que intentar arreglar su relación con ella.

      “De hecho a Madre siempre le ha gustado este tipo de cosas, ¿ves por que os deberíais de llevar bien?”

      Blake aguanto la mano en el aire con resignación. “Has ganado, querida. No hay necesidad de continuar con esto”.

      “¿Entonces la invitaras a dar un paseo en trineo?”

      “Tan pronto como se haya curado”, acordó Blake, entonces tomó otro largo trago de su brandi.

      Llevarse a la cama a la fiera muchacha esta totalmente fuera de todo cuestión. El tendría que encontrar una manera más civilizada de arreglar cuentas con ella. El se llevó el vaso a los labios.

      No, el tendría que olvidarse de su venganza.

      Tomando otro largo trago, no pudo evitar si no pensar que su anterior predicción había sido errónea. Estas no serían unas felices navidades, ni de lejos. Serían sin duda, unas irritantes, de hecho. Las mujeres de la casa se encargarían de ello tan cierto como que caería nieve.

      “¿Blake?”

      “¿Te encuentras bien?”

      “Por supuesto”, el agitó la mano mientras se recostaba en el sofá. “Se bueno y ves a anunciarle la invitación.”

      Minerva resplandecía de alegría. “Y con placer”.

      CAPÍTULO 3

      El corazón de Blake se saltó un latido cuando Carstine apareció en el porche. El antes ya pensaba que era una belleza, pero ahora vestida como una verdadera dama y sin un solo pelo despeinado ella estaba cautivadora.

      Su mirada recorrió la capucha forrada de piel de su capa color zafiro que le llegaba hasta los pies, sin perderse ni una sola curva o detalle. Sus ojos centelleaban, tenía los labios rosados y regordetes y tenía sonrojadas las mejillas, seguramente debido al aire frío.

      El trago saliva para mitigar la sequedad de su garganta mientras ella se acercaba, entonces extendió su mano. “¿Me permite?

      Carstine le miró a los ojos, pero no cogió su mano. “Creo que aún tiene más sapos que tragar antes de que yo consienta ir a ninguna parte con usted”. Su dulce sonrisa daba fe que iba totalmente en serio.

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