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School of Design.

      Asimismo, he de reconocer que mi carrera profesional se ha visto influida por las múltiples cosas aprendidas de las siguientes personas:

      Shaul Amir, Donald Appleyard, Scott Bassett, Donald Belcher, Mirka Benes, Allan Bernholz, Peter Bol, Peter Bur- rough, Michael Binford, H. James Brown, Erich Buhmann, Tom Canfield, Ethan Carr, Cristina Castel-Branco, Paul Cote, Joseph Disponzio, William Doebele, Garrett Eckbo, Tom Edwards, Robert Faris, Albert Fein, Howard Fisher, Aaron Fleisher, Richard Forman, Scheri Fultineer, Jose Gomez-Ibanez, Christina von Haaren, Charles W. Harris, Gary Hilderbrand, Guoping Huang, Kristina Hill, Angus Hills, David Hulse, Peter Jacobs, Craig Johnson, Lawrie Jordan III, Sylvia Karasik, Kimberly Karish, Jerold Kayden, Hugh Keegan, Hans Kiemstedt, Niall Kirkwood, Nurit Lissovsky, Kevin Lynch, Philip Lewis Jr., Ian McHarg, Tom Maddock III, Ivan Marusic, David Mouat, Arancha Munoz-Criado, Tim Murray, Joan Nassauer, Ben Niemann, Dusan Ogrin, Douglas Olson, Ten Broeck Patterson, Richard Peiser, Bruce Rado, Lloyd Rodwin, Peter Rowe, Hideo Sasaki, Allan Schmidt, Alan Shearer, David Sinton, Frederick Smith, Russell Smith, Anne Spirn, John Stilgoe, Simon Swaffield, Eric Teicholz, Dana Tomlin, Richard Toth, Michael Van Valkenburgh, William Warntz, Douglas Way, Arnold Weddle, Christian Werthmann, Denis White, Ping Xu, Keiji Yano, Kongjian Yu, Ervin Zube, y todos los estudiantes con los que he trabajado.

      Estoy enormemente agradecido por haber recibido una excelente formación en las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York y por las numerosas ventajas que me ha ofrecido mi larga trayectoria académica en la Universidad de Harvard. Mi sincero aprecio a Jack Dangermond y a otros amigos que me han animado durante años a escribir este libro.

      Esta publicación está escrita en honor a mis padres y a mi familia. Espero que sea de utilidad para los proyectistas y planificadores, los científicos del territorio, los informáticos y las numerosas personas interesadas que colaborarán para afrontar los retos del geodiseño.

      

Carl Steinitz 2012 2012

      La traducción al español de GEOdiseño ha sido realizada por Arancha Muñoz Criado, con la ayuda de Eva Raga Domingo y Javier Bolíbar Gómez. Ha sido posible gracias al Programa Friends of Thoreau del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Alcalá, a través de la Fundación General de Alcalá-FGUA. El Programa Friends of Thoreau, establecido en 2001, lleva a cabo múltiples proyectos docentes de postgrado y de investigación pre- y postdoctoral, tanto estrictamente norteamericanos como comparados Europa-Estados Unidos, en las áreas, entre otras, de Sistemas de Información Geográfica terrestres y marinos, ecología del paisaje y planificación del territorio, biodiversidad, ética ambiental y políticas públicas con ellas relacionadas. Los programas del instituto se realizan en estrecha colaboración con universidades y centros de investigación de Estados Unidos, incluyendo entre otros Harvard University y Esri. Agradezco de forma especial a Ana Recarte Vicente-Arche, Coordinadora del Programa y a Enrique Alonso, Asesor Académico y Consejero de Estado del Gobierno español, su interés y apoyo en la publicación en español de este libro.

      Prefacio

      ESTE LIBRO TRATA DEL PROYECTO EN GENERAL y del geodiseño en particular. El geodiseño, como idea, posibilita una colaboración más efectiva y simbiótica entre las profesiones de las ciencias del territorio y aquellas cuyo fin es proyectar y planificar, en especial cuando tienen como objetivo mejorar las transformaciones medio ambientales y sociales. Esta colaboración es esencial, y espero que el marco metodológico que expongo en este libro contribuya a lograrla. Está claro que proyectar una transformación del territorio no puede ser una actividad individual, al contrario, es un esfuerzo de equipo que incluye diversos participantes del mundo profesional de las ciencias del territorio y del proyecto, conectados mediante la tecnología para posibilitar una comunicación ágil y un feedback, siempre supeditado a una comunicación transparente con la población local. Estas son las pretensiones que hacen necesario y oportuno el geodiseño.

      A medida que se incrementa la conciencia sobre los efectos acumulativos del crecimiento de la población (cambio climático, cambios en la biodiversidad, amenazas de alimentación y agua, aparición de mega-ciudades), las presiones para transformar el territorio variarán desde un ámbito local a otro regional, o incluso, continental. Estos retos van a requerir un vocabulario consensuado, una información espacial y temporal más científica, y nuevas formas de gestionar los procesos de transformación del territorio, convirtiéndose en factores esenciales para la toma de decisiones en cuestiones medioambientales. Los imperativos sociales y políticos exigirán que el proyecto alcance todas las escalas, transformando la forma de trabajar al requerir mayor colaboración entre los profesionales de las ciencias del territorio y del proyecto.

      “Geodiseño” es un término nuevo que resulta muy útil para describir una actividad que no abarca solamente el territorio de una única profesión, ya sean las enfocadas al proyecto, al estudio de las ciencias del territorio o a las tecnologías de la información1. El “geodiseño” es tanto un sustantivo como un verbo y está fundamentalmente vinculado con el concepto de “proyecto”2.

      Proyectar, como verbo, implica un conjunto de preguntas, y proyecto, como sustantivo, es el resultado y el continente de respuestas. Los dos significados deben integrarse en cualquier actividad relacionada con el proyecto pero, como profesor, creo que el verbo tiene más importancia que el sustantivo: aprender cómo pensar es más importante que aprender qué pensar. Esto también puede aplicarse al geodiseño, que no debería considerarse como un sustantivo. El producto final del geodiseño, que en este caso es un sustantivo, debería identificarse por su contexto, tamaño y contenido, como por ejemplo “el proyecto de una nueva ciudad en Malasia” o “el proyecto para la conservación de la biodiversidad en la cuenca hidrográfica del Amazonas”. En mi opinión, que no es compartida por muchos, el geodiseño no es una profesión y los términos “un geodiseñador” o “un geodiseño” deberían evitarse.

      El geodiseño tiene un problema en particular: presenta un “mensaje doble”. Por un lado existe la necesidad de un lenguaje, unas convenciones y unos métodos comunes: una profesionalidad que se deriva de la experiencia pasada, de la historia, de la ciencia, de los casos prácticos y de la literatura, todo lo cual amplia el conocimiento del pasado, y exige su comprensión y aplicación con maestría. Por otro lado, se encuentra la experiencia individual, la conciencia de sí mismo, la interpretación y la expresión, todo lo que conlleva la creatividad. Nosotros, los profesores y los profesionales, tenemos que asumir la tensión generada entre los aspectos colectivos de la profesión y la creatividad individual. Si lo aplicamos al geodiseño, aún resulta más desafiante, exigiendo nuevas formas de organizar nuestras ideas y acciones de forma que sean estratégicas y flexibles a la vez.

      La escala y el tamaño son muy importantes en geodiseño. En escalas pequeñas, los profesionales encargados del proyecto controlan todos los aspectos, pero también existen otros aspectos de carácter global y regional en los que los profesionales de las ciencias del territorio son, con diferencia, los más capacitados. Sin embargo, solo porque seas bueno proyectando o analizando el territorio no significa que lo puedas aplicar a todas las escalas y tamaños de un área de estudio. A mí me interesa particularmente proyectar paisajes de gran interés ecológico o cultural, especialmente los que están sufriendo profundas transformaciones. Soy consciente de que en estos lugares tan valiosos existen muchos aspectos que desconozco por mí mismo, y por ello siempre busco la colaboración.

      La colaboración es imprescindible en todas las escalas del proyecto de geodiseño y el rango es muy amplio. En geodiseño podemos trabajar en un proyecto pequeño, por ejemplo un grupo de edificios en una localización difícil, o en un proyecto de tamaño medio, como una urbanización o el paisaje de una ciudad, o en una extensión muy amplia, como un área metropolitana o una estrategia de conservación regional. En todos ellos me centraré en cómo organizar la planificación del territorio por medio de proyectos.

      En este libro describo un marco metodológico para pensar estrategias de geodiseño, y para organizar y, eventualmente, integrar su significado como

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