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qué crees? Por su culpa, mi padre está muerto. Por su culpa, la mitad de la Alianza está muerta.

      —¿Qué harás si la encuentras? —pregunta Van.

      Suelto un bufido.

      —¿A qué te refieres, si voy a matarla lenta o rápidamente? Ahora prefiero algo rápido, pero tendré que decidirlo en el momento.

      Van inhala profundamente y saca su pitillera de la chaqueta, me ofrece un cigarrillo y coge uno para ella. Fumamos en silencio durante unos momentos antes de que me pregunte:

      —¿Puedes usar alguno de los Dones de tu padre?

      —¿Sabes?, es de mala educación preguntarle a un Brujo Blanco por sus Dones, y yo soy mitad Blanco, Van.

      —Parece que olvido los modales por completo cuando estoy contigo, Nathan —dice, mientras exhala el humo en mi rostro.

      Por alguna razón, eso me hace sonreír.

      —Estoy trabajando para controlarlos. En mis Dones, quiero decir, no en mis modales.

      —¿Con qué resultados? —parece contener una sonrisa.

      —Puedo volverme invisible, eso es lo que mejor controlo, y puedo matar lanzando rayos. También consigo exhalar fuego.

      Y para demostrarlo, dejo escapar un pequeño aro de humo sin la ayuda de un cigarro.

      —¿Y controlar el tiempo?

      —Lo estoy intentando, pero es difícil. Aunque ya sabes, los aros de humo tampoco son fáciles.

      Sorprendentemente, eso sí la hace sonreír, y luego me lanza un enorme aro de humo y una serie de aros más pequeños.

      Aún no estoy seguro de adónde quiere llegar con esta conversación.

      —¿Crees en las visiones en las que asesino a Soul, Van?

      —No necesito creer en las visiones cuando tengo algo mejor, algo tangible que creo que te dará la posibilidad de aniquilarlo y permitir que la Alianza triunfe —hace una pausa para darle una larga calada a su cigarro y luego prosigue—: Incluso con todos los Dones de tu padre, aún eres vulnerable. Eso lo demuestra su muerte. Más importante que dominar los Dones, necesitas protección. Necesitas algo que te vuelva invencible, algo que te mantenga a salvo. Necesitas el amuleto Vardiano.

      —Está bien. Admito que no tengo la menor idea de a qué te refieres.

      —Es un objeto antiguo y muy poderoso. Se cree que se remonta a los primeros días de la brujería. Todos los amuletos protegen a quien los posee, pero éste es único. Fue creado por una Bruja Negra llamada Vardia. Por aquel entonces, los Negros y Blancos convivían pacíficamente —Van sonríe, como si ella misma no lo creyera—. Vardia se enamoró de un hombre poderoso, Linus, un príncipe, según dicen algunos; pero además era un Brujo Blanco. Tenía pocos poderes y requería la protección de Vardia. Le dijo que la amaba y ella creó para él ese amuleto. Él ganó muchas batallas con sólo oprimir el artefacto contra su pecho. Peleó contra los más fuertes y nunca lo hirieron. Se volvió cada vez más poderoso. Linus estaba agradecido con Vardia, pero en realidad no la amaba y sabía que nunca lo haría. Con el tiempo se cansó del engaño y confesó la verdad. Se despidieron. Sin embargo, a pesar de su traición, Vardia aún lo amaba, así que, antes de partir, desesperada, rompió el amuleto en dos y le dio la mitad a Linus y se guardó la otra mitad; le aseguró que cuando necesitara su protección, ella regresaría, que estaría a salvo cuando los amuletos se unieran de nuevo. Pero Linus nunca le pidió que volviera y pronto fue asesinado.

      ”Por supuesto que una vez vi una de las partes del amuleto. No se trata de una joya, como cabría esperar, sino de un trozo de pergamino viejo y desgastado con una extraña caligrafía escrita sobre una serie de círculos… bueno, de semicírculos, porque el pergamino está incompleto.”

      —¿La mitad del amuleto que te dio Gabriel —le pregunto— es una de las partes?

      —Sí.

      —Pero no sirve de mucho sin la otra.

      —No. Sin embargo, hace muchos años supe quién tenía la otra mitad, y desde entonces he buscado a esa persona. Se llama Ledger.

      —¿Y ahora lo has encontrado? ¿La has encontrado?

      —Sí.

      —¿Y tienes la otra mitad del amuleto?

      —No es tan sencillo. Pero creo que la manera de derrotar a Soul es por medio del amuleto. Si lo tienes, estarás tan protegido como Linus. Serás indestructible.

      —Si el amuleto está dividido en dos, ¿cómo sabes que funcionará? ¿Acaso estás segura de que esos pedazos son parte del amuleto Vardiano? Podría tratarse sólo de una vieja leyenda estúpida.

      —No hay garantías, pero creo que Ledger sabrá cómo hacerlo funcionar. Es una bruja poderosa. Quizá la más poderosa que haya habido jamás —dice Van, mientras sus ojos azules parecen explotar liberando destellos de zafiro.

      —¿Más poderosa que mi padre?

      Van agarra mi brazo de nuevo y dice:

      —Ledger es muy distinta a tu padre. Es alguien inusual para tratarse de una Bruja Negra y la mayoría de la gente ni siquiera ha escuchado hablar de ella. Es extremadamente reservada, aunque tuve el honor de conocerla hace algunos días. Posee muchos Dones y un vasto conocimiento de magia. Podría tener la capacidad de ayudarte a conseguir los Dones de tu padre, así como a descifrar el funcionamiento del amuleto.

      —Pero ¿por qué querría ayudarme? Tampoco consigo imaginar que me entregará su mitad a cambio de nada.

      —Sería posible persuadirla. Le hablé de ti y estaba muy interesada en conocerte.

      Le dirijo una mirada a Van. Se ve tan fresca y sofisticada como siempre. Las cicatrices de su batalla con Mercury casi se han desvanecido. No lleva uno de los trajes color pastel que solía usar, sino unos pantalones informales oscuros, un suéter y un abrigo invernal. Y es tan difícil de desentrañar como siempre. Confío en ella, pero sé que esconde sus propias intenciones.

      —¿Por qué querría conocerme Ledger?

      —Tendrás que verla para descubrirlo.

      —Supones que estoy asumiendo riesgos innecesarios; si es tan poderosa, ¿cómo sabes que no me arrebatará la mitad del amuleto de Gabriel para después aniquilarme?

      Van sonríe vagamente.

      —No creo que el asesinato sea lo suyo. De todos modos, ya se lo he dado.

       —¿Qué?

      —Fue en señal de buena fe. Ledger sabrá cómo unir el amuleto. Dijo que lo haría para la persona indicada. Sólo debemos tener la esperanza de que seas esa persona, Nathan.

      TEMERTE

      Van regresa al campamento con Nesbitt, y Gabriel y yo vamos a correr.

      —¿Te molesta que Van regalara tu mitad del amuleto? —le pregunto.

      —Claro que no. Se lo di a cambio de haberme ayudado, por haber salvado mi vida. Es suyo y puede hacer con ella lo que quiera. Y como te dije entonces, Nathan, ya no me interesan esas cosas. Para empezar, nunca me interesaron del todo.

      —¿Y crees que debería ir por el amuleto?

      —Todavía lo estoy pensando.

      Yo también. Ledger parece ser alguien interesante y también el amuleto, pero si lo hago, no tendré oportunidad de buscar a Annalise. Aunque estoy empezando a darme cuenta —o más bien, estoy afrontando lo que ya sé desde hace semanas— que Annalise escapó de aquí. A estas alturas podría estar en cualquier parte.

      Corremos un par de horas y después volvemos al campamento. Greatorex, Van y Nesbitt están sentados con Donna y decidimos unirnos. Nesbitt sostiene a Donna, quien parece a punto de sufrir

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