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       ¿Podemos adelantar la Segunda Venida?

      Marcos Blanco

      Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

      Índice de contenido

       Tapa

       Lista de abreviaturas

       Introducción: ¿Podría Cristo haber venido en 1901?

      

       Capítulo 1: No el “qué”, sino el “cuándo”

      

       Capítulo 2: Énfasis en la actividad humana

      

       Capítulo 3: Énfasis en la providencia divina

      

       Capítulo 4: Énfasis en mantener la tensión

      

       Capítulo 5: ¿Cuál es la posición más equilibrada?

      

       Capítulo 6: La eternidad de Dios

      

       Capítulo 7: Omnisciencia y providencia divinas

      

       Capítulo 8: El ser humano ¿puede cambiar los planes de Dios?

      

       Capítulo 9: ¿Apresurando la Segunda Venida?

      

       Capítulo 10: La tensión inminencia/demora de la Segunda Venida en Elena de White

      

       Conclusión

      ¿Podemos adelantar la Segunda Venida?

      Marcos G. Blanco

      Dirección: Pablo Ale

      Diseño de tapa: Mauro Perasso

      Diseño del interior: Marcelo Benitez

      Ilustración: Shutterstock

      Libro de edición argentina

      IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

      Primera edición, e - Book

      MMXX

      Es propiedad. © Asociación Casa Editora Sudamericana 2019.

      Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

      ISBN 978-987-798-113-1

Blanco, Marcos G.¿Podemos adelantar la segunda venida? / Marcos G. Blanco / Dirigido por Pablo Ale - 1ª ed. - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2020.Libro digital, EPUBArchivo Digital: onlineISBN 978-987-798-113-11. Profecías Bíblicas. I. Ale, Pablo, dir. II. Título.CDD 220

      Publicado el 30 de marzo de 2020 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

      Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

      E-mail: [email protected]

      Web site: editorialaces.com

      Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

      de versiones de la Biblia usadas en este libro

      BA: La Biblia de las Américas

      BLP: La Palabra (versión española)

      DHH: Dios habla hoy

      LXX: Septuaginta

      NBLH: Nueva Biblia de las Américas

      NTV: Nueva Traducción Viviente

      NVI: Nueva Versión Internacional

      PDT: La Palabra de Dios para Todos

      RVA 2015: Reina-Valera Actualizada 2015

      RVC: Reina-Valera Contemporánea

      RVR: Reina-Valera Revisada 1960

      RV 77: Reina-Valera Revisada 1977

      TLA: Traducción en Lenguaje Actual

      ¿Podría Cristo haber venido en 1901?

      Corre 1901. George Irwin, entonces presidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, dialoga con Arthur G. Daniells, el administrador que pronto lo reemplazará. La conversación ocurre justo antes del Congreso de la Asociación General, programado para ese año.

      –Hermano Irwin, lo veo preocupado. ¿Qué estará agobiando su corazón? –pregunta Daniells.

      –Estoy afligido, hermano Daniells –responde Irwin–. El 34º Congreso de la Asociación General comienza mañana en Battle Creek. Estamos en 1901, y Jesús todavía no ha regresado. He estado investigando algunos de los consejos de la hermana White.

      –Sería una bendición para mí si compartiera eso conmigo.

      –Es muy difícil de leer –responde Irwin antes de comenzar la lectura de un escrito de Elena de White, que hoy aparece en el libro El evangelismo, página 697–: “Durante cuarenta años la incredulidad, la murmuración y la rebelión impidieron la entrada del antiguo Israel en la tierra de Canaán. […] En ninguno de los dos casos faltaron las promesas de Dios. La incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años”.

      Pensativo, Daniells responde:

      –Bueno, la sierva del Señor es directa en cuanto al pueblo de Dios. Incredulidad, mundanalidad, falta de consagración y contiendas. Esta demora es nuestra culpa… Bueno, mi culpa.

      –Así es. Déjeme compartir algo que encontré, que ella escribió hace muy poco: “Si la iglesia de Cristo hubiese hecho su obra como el Señor le ordenaba, todo el mundo habría sido ya amonestado, y el Señor Jesús habría venido a nuestra Tierra con poder y gran gloria” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, pp. 587, 588). A esto lo escribió hace 36 meses; es decir, durante mi mandato como presidente. Es nuestra culpa. Le hemos fallado a Dios, hermano. Nosotros, como líderes, le hemos fallado a Dios. Debemos humillarnos. Debemos convertirnos en ejemplos vivientes de lo que puede llegar a ser un líder cuando Jesús vive en su corazón. Ya ni sé cómo orar sobre

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