Había una vez una pequeña y adorable dragonesa llamada Centella. Era conocida por su corazón amable y su deseo de explorar el mundo. Centella vivía en un pequeño bosque rodeado de árboles altos y flores coloridas. Aunque siempre se había sentido feliz en su hogar, comenzó a soñar con aventuras más allá de los límites del bosque.