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posibilidades de éxito del ser humano en sus actividades depende del desarrollo de su capacidad personal y de la oportunidad que tenga para utilizarlas. Los tres pilares del desarrollo humano son una vida larga, sana y creativa, el conocimiento y el acceso a los recursos necesarios para un nivel de vida decente que le permitan “ser” y “hacer” cosas deseables en la vida. El índice educacional —calculado usando los años promedio de escolaridad y los años esperados de escolaridad— indica que, en el caso de Ecuador, al 2013 fue de 0,594, lo cual le ubicó en el puesto 98 en el mundo (PNUD, 2013, p. 1).

      Entre las principales causas que afectan directamente a la calidad de la educación en el Ecuador están los bajos niveles de formación docente, especialmente en las zonas rurales, el trabajo infantil (8,56 %, según el INEC [2014e, p. 11]) y el incumplimiento de la asignación del 5 % del PIB. Estos son, entre otros, algunos de los factores que influirán en los objetivos de las Metas del Milenio. Con base en información de la Unesco, muchos países serían incapaces de hacerse con el objetivo de mejorar en 50 % la tasa de alfabetización de los adultos para 2015. Ecuador tenía una meta, a saber, declarar al país libre de analfabetismo en 2009; sin embargo, a la fecha, no se ha cumplido.

      El 18 de octubre de 2007 se emitió el Acuerdo 382 del Ministerio de Educación. Se dispuso que durante el año lectivo 2008-2009 los estudiantes del segundo curso de bachillerato laboraran 120 horas, de las 200 reglamentarias en alfabetización, y las 80 horas restantes durante el próximo año lectivo 2009-2010 en otra de las alternativas. Esta es una condición que deben cumplir los alumnos para poderse graduar en el bachillerato. Pueden escoger para que trabajen en defensa civil, educación ambiental, educación para la salud, entre otros campos.

      En el Ecuador también hay Gobiernos seccionales, como el de Cotacachi (Provincia de Imbabura), Santa Ana de Manabí y la Prefectura de Pichincha, que han trabajado en la alfabetización, pero es indispensable contar con los recursos necesarios. Desde 2005 hasta 2008 estos Gobiernos han alfabetizado a 104.000 ecuatorianos. En julio de 2005 empezó el programa Yo Sí Puedo, el cual ha alfabetizado a 20.425 pobladores de la Provincia de Pichincha. Hasta agosto de 2009, el Ministerio de Educación esperaba reducir el índice de analfabetismo puro a 3 % (personas que no saben leer ni escribir). Sin embargo, esto no se ha cumplido, porque en el 2017 se calcula en 7 %. La mayoría de los adultos son padres de familia y tienen que trabajar para cubrir las responsabilidades del hogar. Esta situación hace que algunas personas no sientan el interés de alfabetizarse y deben desertar.

      La parte instrumental de saber leer y escribir es básica, aunque también debe aprender operaciones matemáticas y comprender lo que leen, sumándose a ello el conocimiento de la sociedad, de su país; es decir, profundizar en la educación de adultos. El Ecuador tiene 1,7 millones de analfabetos funcionales y 730.000 puros. Se cree que las autoridades se demorarán más de siete años de formación para erradicar el analfabetismo en el país.

      La alfabetización de salud parte de la formación individual y la interacción colectiva con la participación del Estado. Cada uno tiene diferentes componentes, partiendo del conocimiento básico de los factores que afectan a la salud, de su comprensión, la toma de conciencia y el autocontrol. Luego se apunta a la difusión social a través de las habilidades cognitivas que motivan la participación de la comunidad, para culminar en una organización y acuerdos en pro de la alfabetización con la participación de todas las entidades responsables del gobierno (Figura 3.1).

      La alfabetizacion de la salud abarca mucho más que la capacidad para leer y comprender materiales escritos, pues implica entender a la comunicación de salud de tal manera que una persona pueda asumir un papel activo en el manejo de su salud. Esta educación se reconoce como un factor que afecta a la comunicación en el continuo cuidado de la enfermedad.

      Kickbusch et al. apoyan con el Consorcio Europeo de Alfabetización Sanitaria una amplia definición de la alfabetización de salud, basada en 47 preguntas que miden la dificultad percibida por el paciente en sus tareas (2013, pp. 4-6).

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      Fuente: Escoda y Terrazas (2008, p. 27).

      La salud está vinculada a la alfabetización e implica el conocimiento, la motivación y las competencias de las personas para acceder, comprender, valorar y aplicar la información sanitaria, con el fin tomar decisiones en la vida cotidiana en relación con la atención sanitaria, la prevención de enfermedades y la promoción de la salud para mejorar la calidad de vida (Harvard T.H. Chan School of Public Health, 31 de octubre de 2012). Esto permite entender lo que su médico le dice, evaluar si la información sobre la enfermedad, encontrar información sobre cómo manejar problemas de salud mental, comprender la información en el envase de los alimentos, y participar en actividades que mejoren la salud y el bienestar en la comunidad (Harvard T.H. Chan School of Public Health, 12 de noviembre de 2012).

      En la educación para la salud intervienen factores sociales e individuales. Las habilidades y capacidades individuales son expresiones de la cultura y el lenguaje. También es importante la evaluación de la comunicación y de las habilidades de la gente con la que los individuos interactúan con respecto a la salud, así como la habilidad de los medios de comunicación, del servicio médico público y las agencias gubernamentales, con el fin de proveer información para la población.

      Nutbeam (2000b) clasifica en tres niveles la educación para la salud. El primer nivel es la educación básica funcional, que se caracteriza por habilidades básicas en lectura, escritura, y poder funcionar en las situaciones diarias. El segundo es la educación comunicativa o interactiva, en la que se desarrolla habilidades cognitivas, para obtener información y derivar sus significados en diferentes formas de comunicación; y aplicarlas, a su vez, a varias circunstancias. El tercer nivel es el de la educación crítica, en la que se incrementa la habilidad cognitiva, que junto con las habilidades sociales, puede ser aplicada para analizar información y usarla sobre eventos con conocimiento más avanzado. Estos tres conceptos podrían verse como tres niveles de continuidad de educación para la salud. En la tabla 3.1 se presenta una versión resumida de esta clasificación.

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      Fuente: St. Leger, L. (2001, p. 201).

      Existen diferencias entre la educación crítica y la educación funcional. La educación funcional en salud busca un rango de habilidades y conocimientos comprensibles que ayuden a la gente analfabeta a operar más efectivamente dentro del sistema de cuidados de salud, y de las estructuras económicas, sociales y legales existentes. Esta educación refleja que la gente está más deseosa por la información de salud que se le da y cambiará su comportamiento para contribuir a su bienestar.

      Una persona con educación crítica para la salud es aquella que tiene autoridad y autonomía para usar la información que abarca sus comportamientos en relación con sus propios intereses, así como de acuerdo con los cambios desfavorables de las condiciones ambientales. Además, la educación crítica es un procedimiento de diseminación de la información de abajo hacia arriba en la promoción de la salud y de una participación más natural. La gente debe decidir, con la asistencia del

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