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López Obrador: el poder del discurso populista. Luis Antonio Espino
Читать онлайн.Название López Obrador: el poder del discurso populista
Год выпуска 0
isbn 9788418428951
Автор произведения Luis Antonio Espino
Жанр Социология
Издательство Bookwire
5 “Ellos” nos dejaron un sistema de salud en ruinas.Porque no teníamos las condiciones necesarias, el sistema de salud estaba caído, en ruinas, no teníamos las camas, los ventiladores, los especialistas.49
6 “Ellos” son corruptos y nos critican porque no quieren dejar de robar.Sufrimos desgastes porque, imagínense, enfrentar a los conservadores corruptos, que no quieren dejar de robar, están molestísimos, no los calienta ni el sol, y desquiciados. No les gusta que se haya terminado con la condonación de impuestos, no les gusta que se considere delito grave la facturación falsa […] no les gusta que la corrupción sea delito grave.50Estoy seguro de que vamos a salir adelante ante el coronavirus y ante cualquier calamidad, porque estamos enfrentando el problema principal de México. Por eso también la desesperación y los ataques de los que quieren que se mantenga el mismo régimen de corrupción, por eso quisieran que yo desapareciera ya, que me vaya a retiro, a cuarentena.51
7 “Ellos” quieren rescates para los ricos y regresar al neoliberalismo para recuperar sus privilegios.No les importa la epidemia o la caída en la economía, lo que a algunos les preocupa es la transformación, porque no están de acuerdo con perder privilegios [sic]. Eso los hace actuar con mucho egoísmo y los desquicia.52Todo ese malestar, que no es malestar social, sino que es un malestar de un sector de la élite de poder, tiene que ver con el que ya no hay privilegios, el que no se permite la corrupción, el que ya no se condonan los impuestos. […] Quisieran sectores económicos que aplicáramos las mismas recetas de antes.53Entiendo que los conservadores […] no compartan nuestra visión de desarrollo con justicia y democracia. […] El plan de recuperación económica no se ajusta al modelo neoliberal o neoporfirista. Ya rompimos el molde que se usaba para aplicar las llamadas medidas contracíclicas que solo profundizaban más la desigualdad y propiciaban la corrupción.54
8 “Ellos” exageran, alarman y quieren que haya muchos enfermos y muertos.Ayer me enteré también que otro periódico […] va a llevar la cuenta de los muertos, fíjense en eso, la cuenta de los muertos, porque suponen que estamos ocultando el número de muertos. ¿Qué les parece? […] La verdad, es de mala fe, de malas entrañas, esto demuestra que, entre otras cosas, los conservadores son malos, de ‘Malolandia’, malos de ‘Malolandia’.55La prensa amarillista, nuestros adversarios, que todavía no ayudan porque los domina el odio, quieren que digamos cuántos muertos. Ayer estaba yo viendo un mensaje de una periodista pidiendo que digamos cuántos muertos van a haber. Esto me hace pensar y es posible decir: estamos también viviendo en temporada de zopilotes.56
9 “Ellos” quieren que nos vaya mal.Los conservadores, que quisieran que nos fuera mal, van a decir que está mal mi pronóstico y que vamos a tener crisis económica y financiera.57Estos periodistas, conductores de radio, televisión, reporteros […] están actuando sin humanismo o de manera deshumanizada, están haciendo a un lado el amor al prójimo, están obnubilados; no todos, desde luego, pero sí hay quienes apuestan a que nos vaya mal.58No les gustó que el doctor López-Gatell fuese nuestro vocero, porque ellos querían que el gobierno fuese un desorden, un caos. […] Han buscado politizar el tema de la pandemia, tienen problemas con nosotros, diferencias políticas, ideológicas y quisieran que nos desbordara el problema de la pandemia, que nos fuera mal para exhibirnos, para mostrar nuestra supuesta ineficiencia.59
De este modo, en México han coexistido dos pandemias. En una, la que a diario narra el presidente, el país ha seguido una estrategia impecable contra el coronavirus, los hospitales no están saturados y la enfermedad se declara frecuentemente bajo control porque “el pueblo” se ha comportado de manera ejemplar. Sin un sistema de salud robusto, sin medidas de aislamiento obligatorias, sin inversión en ciencia, sin pruebas masivas de detección para contener el virus, pero con un líder infalible e intachable, México logró el milagro: “domar la pandemia”. En la otra pandemia, la que reportan a diario los medios de comunicación nacionales y extranjeros y la que viven millones de ciudadanos, los médicos protestan en las calles para que el gobierno les de insumos, la comunidad científica y médica pide con urgencia un cambio en la estrategia sanitaria y miles de personas recorren los hospitales buscando asistencia médica sin conseguirla. En esa otra pandemia, México se ha vuelto motivo de alarma internacional, al convertirse en uno de los países con más muertes por COVID-19 en el mundo, así como uno de los peores en términos de la respuesta gubernamental a la crisis sanitaria.60
conclusión
En noviembre de 2016 el Diccionario Oxford de inglés escogió el término “posverdad” (“post-truth”) como la palabra del año, luego de que su uso se disparara en más de 2 000%.61 Se estableció que la palabra posverdad “denota circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los que apelan a la emoción y la creencia personal”. Un año después, a fines de 2017, la Real Academia Española (RAE) hizo lo propio, definiendo posverdad como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.62 La posverdad también ha sido definida como un arma retórica, “un estado en el que el lenguaje carece de cualquier referencia a los hechos, las verdades y las realidades”.63 Cuando esto ocurre “el lenguaje se vuelve un instrumento puramente estratégico”, porque en un panorama de comunicación dominado por la posverdad “la gente, y especialmente los políticos, dirán lo que quieran con tal de generar el resultado deseado, sin ningún reparo en el valor factual de sus afirmaciones”.64
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho de la posverdad el cimiento de su discurso y por eso dedica mucho tiempo y energía a adaptar los hechos a una narrativa demagógica de “ellos” contra “nosotros”. Con ayuda de los medios, que mayoritariamente difunden y repiten sus dichos sin corroborarlos ni contrastarlos con la realidad, ese relato se convierte en el marco en el cual el presidente quiere que entendamos todo, desde las decisiones más rutinarias de gobierno hasta las grandes y profundas crisis que vive el país. AMLO no usa el enorme poder del podio presidencial para rendir cuentas, informar o brindar a la sociedad elementos de juicio y análisis de su gestión, sino para repetir disciplinada y consistentemente una narrativa que lo hace ver como un líder perfecto, que está más allá de cualquier duda o reproche.
A través del lenguaje, el presidente divide artificialmente a la sociedad en dos bandos enfrentados de modo irreconciliable. Los mexicanos poco a poco hemos dejado de poner atención a los problemas del país y nos hemos enfocado en un debate permanente y agresivo en el que solo hay dos posibilidades: o se está “a favor” o se está “en contra” del presidente. Gracias a esta estrategia discursiva, él ha logrado eludir la rendición de cuentas, porque criticarlo, cuestionarlo o dudar es señal inmediata de que se pertenece al “ellos” corrupto y maligno que “está desquiciado porque ya no puede robar”. En cambio, apoyarlo significa estar a favor del “pueblo” y sus valores: honestidad, bondad, pureza. Sus seguidores y voceros respaldan y repiten incesantemente este relato en medios de comunicación y redes sociales, lo que a ojos de muchos ciudadanos lo vuelve aceptable y normal.
En algunas crisis, como el desabasto de combustible, creerle o no al presidente daba lo mismo: la realidad es que no había gasolina en las estaciones de servicio y lo único que cambiaba era si uno estaba enojado con AMLO o si uno pensaba que hacer una fila de tres horas para llenar el tanque del auto era un costo que valía la pena pagar por “defender la soberanía nacional”. Pero en otras crisis, como la pandemia del coronavirus, el impacto de la narrativa demagógica de AMLO se volvió un asunto de vida o muerte. El presidente minimizó desde el principio la gravedad de la crisis sanitaria, confundió deliberadamente a la sociedad sobre la peligrosidad del virus y despreció las recomendaciones científicas. Quien creía en el presidente pensaba que las cosas estaban bajo control, que el gobierno estaba respondiendo bien y que había suficientes camas en los hospitales, por lo que no había que exagerar mucho en las precauciones personales. Quien creía en la evidencia, sabía que las cosas estaban realmente muy mal, y que tanto hospitales como crematorios estaban desbordándose, por lo que tenía que cuidarse al máximo. Al sustituir los hechos con