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Dilo, antes que sea demasiado tarde. Luis Cifuentes Seves
Читать онлайн.Название Dilo, antes que sea demasiado tarde
Год выпуска 0
isbn 9789563961393
Автор произведения Luis Cifuentes Seves
Издательство Bookwire
Narrativa
DILO, ANTES QUE SEA DEMASIADO TARDE
DILO, ANTES QUE SEA DEMASIADO TARDE
© Luis Cifuentes Seves, 2020
I.S.B.N. 978-956-396-100-3
© Editorial Cuarto Propio
Valenzuela Castillo 990, Providencia, Santiago
Fono: 22 7926518
www.cuartopropio.com
Diseño y diagramación interior: Alejandro Álvarez
Diseño de portada: Rosana Espino
Imagen portada: Las energías del universo transformándose en la palabra.
Inspirado en un ideograma de los Códices Mayas.
Autora: Dra. Gricelda Figueroa Irarrázabal
Impresión:
IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE
1ª edición, octubre 2020
Queda prohibida la reproducción de este libro en Chile
y en el exterior sin autorización previa de la Editorial.
A Gricelda,
el gran amor de mi vida.
A Gricelda Figueroa por sus amorosos y eruditos comentarios.
A Valentina Montoya, por su delicada sinceridad.
A Katia Chornik, por su rigor y certeza.
Quiero que me digas amor
Que no todo fue naufragar
Por haber creído que amar
Era el verbo más bello
Dímelo, me va la vida en ello
(“Me va la vida en ello”,
Eduardo Aute, 1998)
Yo no sé lo que es el destino
Caminando fui lo que fui
Allá Dios que será divino
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví.
(“El necio”,
Silvio Rodríguez, 1992)
Prólogo
He escrito desde la adolescencia, aunque en esos primeros años, más que nada como una manera de aclarar mis propias ideas.
En mi vida adulta, aparte de artículos derivados de mi trabajo académico, dediqué muchas líneas al ámbito de las humanidades y las ciencias sociales, a temas históricos, políticos y universitarios, que resultaron en seis libros (hay otro en preparación) de los que soy autor o coautor; y en numerosos artículos para revistas tales como Araucaria, Análisis, Pluma y Pincel y para diarios, especialmente La Época y La Nación. Además, he expresado opiniones acerca de las artes, historia y política vía Internet. Esta etapa se ha extendido entre 1987 y la actualidad.
Entre 1980 y 1990, viviendo en Gran Bretaña, comencé a escribir ficción tanto en inglés como en español, con la intención de finalizar la tarea, sin fecha fija, de vuelta en Chile.
Después de jubilarme, a comienzos de 2018 y de dos encuentros cercanos con la muerte en el mismo año, me acometió la necesidad de escribir sobre temas nuevos o retomar los postergados.
En 2019, me dediqué a escribir sobre el periodo junio de 1973 a septiembre de 1975, cargado de vivencias dramáticas generadas por el Golpe de Estado. De aquí surgió la primera parte de este libro, que he llamado “Cayendo al abismo”.
Luego decidí retomar un escrito de comienzos de los noventa, acerca de mis años de exilio en Gran Bretaña (1975-1992), lo que me obligó a realizar una extensa revisión. Esta es la segunda parte, llamada “Oxford Road con Alameda”. Los inusuales títulos de la mayoría de los capítulos de esta sección corresponden a típicos mal entendidos del exilio chileno. Que mis lectores hagan de esto lo que les plazca.
Para dar forma final al libro, me hice apoyar por dos amigos de impecables credenciales literarias. Me refiero a Jorge Scherman Filer, novelista, cuentista y ensayista multi publicado y Doctor en Literatura y a María Sol Vera Giusti, editora de vasta experiencia, quien había publicado uno de mis libros en la editorial bajo su dirección, Cuarto Propio. De ambos he aprendido mucho en torno al oficio de escritor, pero, por supuesto, todos los errores y deficiencias que se encuentran en este volumen son de mi exclusiva responsabilidad.
No quiero soslayar el hecho de que, al igual que otros miembros de mi generación, creo encontrarme en la última etapa de mi existencia. Tal vez esa sea la causa de una cierta urgencia que me acometió por relatar vivencias y reflexiones que, sentí, no deberían quedar en mi fuero interno.
El autor
La Reina, Santiago, Chile
Un eclipse eterno
(El Golpe)
El 11 de septiembre de 1973 despierto con la noticia que de alguna manera esperaba hacía ya un tiempo. Rodolfo, mi hermano menor, muy alterado, me anuncia: “Parece que hay intento de Golpe de Estado”. Consternado y furioso, mi respuesta instantánea es “¡Qué se tiren! ¡Qué se tiren estos hijos de puta! Ahora vamos a ver cuánto pesa cada cual”.
Vivimos con nuestra madre, Eugenia. Ella ha salido a su trabajo muy temprano; nosotros, presa de una profunda ansiedad, dejamos la casa a toda prisa para dirigirnos a nuestros respectivos destinos.
El mío es la Universidad Técnica del Estado (UTE), donde me desempeño como profesor de ingeniería química. En el camino veo que casi todos escuchamos las noticias en nuestras radios a transistores. Me entero que el movimiento militar empezó en Valparaíso y parece estar extendiéndose a todo el país. Recuerdo que el pasado 29 de junio un movimiento similar, conocido como “el tanquetazo”, había sido rápidamente contenido por fuerzas leales al gobierno de Allende, lideradas por los generales Prats y Pinochet.
El día está nublado y casi todas las caras que veo están serias, tristes, angustiadas. Llego a la universidad. Varias organizaciones políticas habían instruido a sus militantes y simpatizantes permanecer en sus lugares de trabajo o de estudios en la eventualidad de un Golpe, por lo que en los corredores hay mucha gente. Me doy cuenta que un número considerable se está devolviendo a sus casas. En eso, llegan nuevas instrucciones. El rector permanecerá en la Casa Central con una dotación mínima de personal administrativo y la mayoría de los que se queden deben dirigirse a la Escuela de Artes y Oficios (EAO), el edificio más grande y sólido del amplio campus.
Escuchamos por radio el último mensaje de Allende. Macizo, sereno, impecable, seguro que lo tenía bien ensayado, alcanzo a pensar. Hacía ya semanas que se venía considerando la posibilidad de un Golpe de Estado, pero muchos en la izquierda confiábamos con que contaríamos con fuerzas propias, con preparación militar y armamento para hacerle frente. Aparte de dar por cierto que el trabajo previo al interior de las FF.AA., garantizaría su división y la victoria sobre los golpistas. Sin embargo, a medida que transcurre la mañana, va quedando en claro que no hay combates a gran escala en Santiago. Y en las radios que aún transmiten, tampoco se mencionan enfrentamientos en otras grandes ciudades. Escuchamos el bombardeo del palacio presidencial (La Moneda), cuando llega la noticia trágica en su máxima expresión ¡Allende estaba muerto! ¿Asesinado? ¿Se había suicidado?
Estamos viviendo el quiebre más trágico en la historia del país. La muerte del gran líder nos taladra como la expresión sorprendente, fría y viscosa de una gigantesca catarata, de un líquido cuya naturaleza tendríamos aún que descubrir. ¿Miedo? ¿Derrota? ¿Sangre?
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