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largo que era su orgullo. Se sentía inferior a los demás, y la acusaban de ser fútil y superficial. A ella le encantaba su cuñada, y nadie entendía por qué se reían tanto juntas. Pensaban que estaban locas.

      Matilde y Luís se casaron enamorados. Para Matilde, casarse levaba implícita la idea de libertad. Pero no fue eso lo que pasó. Y ella se sentía engañada.

      Su familia supo de su aventura y Matilde fue crucificada. ¡¡¡¿Una mujer casada con un hombre que gana tanto dinero haciendo esto?!!! Los padres de Matilde (ambos extremamente religiosos), dejaron de hablarle durante dos meses, sólo hablaban con Luís y los niños. ¡¡¡Fue Luís quien intercedió para que la perdonaran!!!

      Y cuando “volvieron” con su hija, la relación no volvió a ser lo mismo. Matilde se sentía “manchada” en su honor. Sutilmente, Luís le hacía sentirse aún peor, porque, además de lo que había pasado, él transmitía a todos la idea de que ella era poco inteligente y bastante desequilibrada.

      En las últimas sesiones (más duras para Luís) Laura intentaba dar voz a los sentimientos de cada uno, ayudándoles a expresar legítimamente lo que sentían, sin que hubiera manipulación de parte a parte. Lo que Luís tenía en mente no estaba pasando. En cuanto a Matilde, expresaba poco a poco, que hacía mucho tiempo que no se sentía feliz, habiendo pensado incluso en suicidarse. Confesó sin embargo, que había abandonado esa idea por pensar en huir y no volver a contactar con la familia. Y todo esto, porque no se sentía valorada, ni tan poco se valoraba a si misma. Tal vez, empezando de cero, en otro sitio, fuese más feliz.

      Decía ser consciente del poco dinero que necesitaba para vivir, estando dispuesta a marcharse sin sus hijos, pues parecía que, ellos estaban en buenas manos y ya habían recibido de ella lo esencial.

      Luís, para quien estos comentarios nunca habían merecido un segundo de su atención, pasó a darles importancia. Matilde había encontrado una forma inequívoca de exponer sus sentimientos: ella hablaba en serio.

      Luís no podía creer que Matilde pudiera “rechazar” su dinero, su estatus, la familia y sobre todo a él. En esa sesión de martes, Luís explotó violentamente:

      – Estoy casado con una “farsante”, adúltera, infantil y mal agradecida. Una niñata ,que no tiene donde caerse muerta, y que encima “escupe en el plato de comida” que le es dado en bandeja de plata. ¡Soy yo quién la va a dejar, no ella a mí!

      – Por favor, Luís, haz eso. Yo lo entiendo perfectamente. No me importa que seas tú quien lo haga y que la gente lo sepa. Soy yo la que no puedo vivir más así. La falsedad, las miradas vacías desde siempre, la adoración por el dinero, los prejuicios, la falta de espontaneidad, la crítica permanente, las mismas salidas, los mismos lugares, la constante intromisión. No poder nunca opinar, o hacerlo y que me rebajen, o que me rebajen por quedarme en silencio. El nudo persistente en la garganta, y en el estomago. Desear siempre que mañana no llegue. Serás más feliz con otro tipo de mujer. Yo no soy, para nada, buena para ti.

      Una norma en terapia de parejas es que cuando uno habla, el otro no interrumpe. Es una norma importante que tiene que mantenerse, para la creación y establecimiento del diálogo. A veces, es imposible mantenerla, porque hay demasiadas emociones y son muchas ideas las que surgen.

      Luís explotó una vez más. Dominado por la ira, y con lágrimas de dolor y rabia dijo:

      – Ella no sabe lo que le espera. ¡Todo esto fue una pérdida de tiempo! La única cosa que queda son los niños y ellos se quedan conmigo, no con esta. Jamás le perdonaré. Yo, que estaba dispuesto a perdonarle la traición, a tragarme mi orgullo, incluso sabiendo lo que piensa la gente. esta mujer se ha ganado un enemigo.

      Se instaló en la sala un silencio que cortaba la respiración. Matilde quería hablar, pero Laura le hizo una señal para contrariar esa intención. Luís tenía que “organizarse”. Todo esto era muy duro para él también.

      Fue el turno de Laura para hablar:

      – Estáis sufriendo mucho los dos. Es importante que aceptéis esto. La separación es una opción, y no tiene por qué ser necesariamente la peor. Antes de eso, me gustaría pediros algo muy importante. ¿Puedo tener vuestra atención? ¡Levantaos por favor!

      Matilde mira a Luís y haz conmigo, un viaje en el tiempo. Todo forma parte. Hubo una época en la que sentías mucho amor por este hombre. ¿Te acuerdas?

      – Si, por supuesto que me acuerdo. En ese momento, él lo era todo para mí. Él era cariñoso, divertido, seguro de sí mismo.

      – Quiero que recuerdes lo que más te agradaba de él en ese momento.

      – ¡Su seguridad! Parecía capaz de todo en la vida. ¡No había imposibles! Yo sentía mucha admiración por él, porque él hacía las cosas de corazón. Sentía que quizás yo misma pudiese encontrar la forma de hacerlo también. El me decía que lo íbamos a conseguir por nosotros, y que íbamos a construir una vida lejos de todo aquello.

      Antes que Matilde siguiese, Laura la interrumpió:

      – Muy bien, quédate con esos recuerdos.

      Girándose hacía él, continuó:

      – ¿Y tú, Luís? ¿De qué te acuerdas de esa época? ¿Qué es lo que te atraía de esta mujer?

      Para Luís era más difícil, pero tras un silencio, consiguió hablar:

      – Su mirada cristalina, su inocencia, su risa, su femineidad, su olor, su voz que siempre me calmaba. Yo siempre iba con ansiedad y prisa. Ella me hacía parar, pensar mejor, quizás nunca le he dicho esto. Quizás, sólo me esté dando cuenta ahora, pero en esa época, sólo el hecho de estar a su lado, me era suficiente para no sentirme perdido. En aquella época hacia de todo para encontrar una manera de estar con ella y tumbarme en su regazo.

      – Me acuerdo de eso. Nunca pensé que fuese tan bueno para ti-dijo Matilde.

      – Yo nunca lo dije. No he dicho muchas cosas. Quizás ese sea uno de los motivos por los cuales hemos llegado aquí.

      – Me gustaría pediros que os miraseis a los ojos y dijerais el uno al otro: “No sé lo que va a pasar, pero sé que esto es muy difícil, no solo para mí, sino también para ti. ¡Te amé mucho!

      En ese momento, Matilde abrazó a Luís, y él se desmoronó. Y lloró desesperadamente. Ella no se lo creía. Nunca lo había visto así. Ella lo abrazó con fuerza y él “se cayó” al suelo literalmente, con su cabeza en el regazo de Matilde. En silencio. Hacía años que esto no pasaba. Ambos habían hecho un viaje en el tiempo. Tras algunos minutos así, se sumieron en la realidad que los había traído allí. Laura también estaba con ellos a una distancia suficiente para que sintiesen que había un “setting” sólo de ellos, y un “setting” de ellos con ella. Fue Laura quien empezó a hablar:

      – Llegados a este punto, quiero deciros que todo está abierto, que todo es posible, pero que hace falta mucho trabajo de las dos partes. Lo que estáis sintiendo ahora, si apareció, si emergió, es porque también es una realidad, aunque muy frágil. La libertad y el espacio que quiere Matilde no era para estar sin ti, pero en realidad tampoco está siendo posible contigo, Luís. ¿Entiendes esto?

      – Entiendo, pero...

      – Espera, ahora hablo yo, ¿vale?

      – Luís busca Paz dentro de él, y tu Matilde, puedes ayudarle a encontrarla. Por otro lado, lo has visto con super poderes de un héroe, como él, no fue ese súper héroe, en algún lugar, también tú le abandonaste. ¿Entiendes eso?

      – Entiendo! Entiendo perfectamente! Duele tanto..

      – Cuando depositamos en el otro nuestra eventual salvación, la relación está condenada al fracaso. Os pido que cada uno asuma su parte, y que hoy, si es posible, vayáis a cenar solos, sólo para hablar de tonterías, de aquella época. ¿Teníais alguna bromita o apodo especial?

      Ellos rieron:

      – Yo la llamaba de Afro-Afrodite.

      –

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