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como fenómeno, hay autores que han afirmado que con lo acontecido el 11 de septiembre del 2001 se consumó “la fundación del nuevo terrorismo”,48 aludiendo al carácter mundial del fenómeno violento que luego tendría la ratificación de su carácter masivo e indiscriminado los días 11 de marzo del 2004 en Madrid y el 7 de julio del 2005 en Londres al perpetrarse atentados en ciudades urbanas y cosmopolitas que avizoraron el peligro universal del terrorismo.

      Paralelamente a lo dicho, han venido presentándose grandes progresos en los medios de comunicación, teniendo un papel protagónico las redes mundiales como el Internet, las cuales han facilitado el andar de los grupos terroristas al hacer más sencilla la difusión de su información con fines propagandísticos, el reclutamiento de nuevos adeptos y su entrenamiento, además de la obtención de diversas fuentes de financiación.49 De forma concreta, características como el acceso rápido, la falta de regulación y de controles gubernamentales, el rápido flujo de la información, los pocos gastos en desarrollo y la presencia continua en la web, propias de estas redes, hacen de estas herramientas poderosas en manos de criminales sagaces.50

      En resumidas cuentas:

      Como nuevos desarrollos ocurren cada día en el campo tecnológico, el terrorismo se está ajustando a dichos cambios. En esta nueva época el terrorismo es transnacional, institucionalizado, tecnológicamente avanzado, y global. Al respecto, las organizaciones terroristas en la actualidad están usando el ciberespacio para diferentes propuestas. El internet ha venido a ser el nuevo y principal recurso de comunicación en términos de difusión de propaganda para actividades terroristas.

      En el terrorismo moderno, casi todos las organizaciones terroristas son beneficiadas por el Internet para cometer sus actividades, como el envío de mensajes a las masas en el marco de las actividades de propaganda, el reclutamiento de nuevos miembros a sus organizaciones, y la recaudación de fondos.51

      En este punto es oportuno proponer y reflexionar en otros escenarios que están cerca de suscitarse en una mayor dimensión, en el marco de lo que se comprende como terrorismo, gracias a los desarrollos tecnológicos de la actualidad y a la adopción que los grupos terroristas han hecho para fortalecer sus operaciones sin que sean detectados. Se hace referencia a un conjunto de acciones que si bien no implican un ataque violento directo a las personas, sí podrían tener un impacto muy importante en ellas por afectar el modo de vivir en sociedad.

      Puntualmente, pueden describirse dos ejemplos particulares. El primero se relaciona con todas aquellas vulneraciones y daños que se causan a los recursos naturales, como el envenenamiento de fuentes hídricas, y los incendios causados contra bosques y grandes extensiones de zonas selváticas. Estas acciones ya se han presentado en el pasado en el ámbito interno de algunos países, teniendo una documentación circunstancial como ocurre con la mayoría de los cubrimientos de los medios de comunicación en nuestros días. Siendo consciente de los niveles de contaminación mundiales y de la creciente crisis ambiental que se avecina en las próximas décadas, este no es un asunto menor en la medida en que el cuidado de los recursos naturales renovables y no renovables se está convirtiendo en una prioridad internacional, al punto que cualquier amenaza que se presente para atentar en contra del equilibrio del medio ambiente puede tener grandes implicaciones irreversibles.

      El segundo, un poco menos palpable pero cada vez más probable por los grandes avances tecnológicos, refleja todas aquellas intimidaciones y amenazas que pueden llegar a suscitarse por ataques cibernéticos a las instituciones del Estado o a grandes empresas con infraestructura vital, teniendo implicaciones de seguridad personal, financiera, política y social al tener el acceso, control y poder de manipulación sobre información y sistemas privilegiados.

      Cabe exponer aquí que en la última década los Estados han invertido grandes sumas de dinero para blindarse de los ataques cibernéticos, contratando expertos que mantengan a salvo su información reservada y sus sistemas de inteligencia. En los contextos de las grandes potencias de Occidente como Estados Unidos y un conglomerado de países europeos se han reforzado los protocolos de seguridad por medio de la creación de grupos especiales dedicados a dicha labor.

      Con el ánimo de hacer comprensible la dimensión del riesgo de los posibles ataques ciberterroristas, debe expresarse que la tecnología ha tomado relevancia fundamental en los asuntos más esenciales en los ámbitos social, económico y político. Así, la infraestructura crítica en las grandes ciudades del mundo, representada en los sistemas físicos y en los canales virtuales, está interconectada en la actualidad a sistemas electrónicos de información que pueden ser vulnerados. Estos tienen el riesgo de que se causen efectos en cadena devastadores si dicha infraestructura es destruida o incapacitada, pudiendo tener consecuencias como el debilitamiento de la seguridad nacional, la materialización de pérdidas económicas inmensas y afectaciones a la salud pública.

      Una forma de materializar los riesgos esbozados es difundir el testimonio del almirante de la marina de Estados Unidos Mike Rogers, quien ha dicho que “los enemigos pueden infiltrar los canales de los sistemas de control industrial, los cerebros tecnológicos sobre la infraestructura de las redes eléctricas, las plantas nucleares y los sistemas de control de tráfico aéreo y los sistemas del metro”.52 Adiciona que “sólo importa cuándo va a ocurrir, y no si va a ocurrir. Esto que nosotros vamos a ver será algo dramático”,53 ya que en su criterio no hay duda de que hay Estados y grupos influyentes que tienen la capacidad de hacer dichos ataques nefastos.

      Los aspectos novedosos expuestos hasta aquí al hablar de un terrorismo global conceptualizado y más sofisticado con la tecnología tienen como propósito llevar más allá el concepto general de terrorismo al ampliar el espectro de estudio para el futuro a partir de las transformaciones de la sociedad actual y de la evolución tecnológica voraz de las últimas décadas. Se entiende que el terrorismo no solo se circunscribe a ataques violentos e indiscriminados, sino a cualquier acto de relevancia social que se ejecute con el objetivo de causar pánico para desequilibrar el orden establecido y dejar huellas simbólicas muy marcadas.

      De esta forma, se observa que la temática a estudiar tiene un alcance enorme por ser de actualidad y tener relación con las bases mismas de los Estados, para lo cual se requiere que se brinden respuestas claras a las problemáticas suscitadas entorno a la responsabilidad de los actores y a las víctimas de sus acciones, de tal manera que los apartados que se desarrollarán a continuación tendrán el objeto de analizar el desarrollo de la institución de responsabilidad del Estado por actos terroristas en Colombia y España.

       Conclusión

      En relación con la temática del terrorismo trabajada en esta primera parte de la investigación, puede concluirse que es un fenómeno grave de violencia deliberada con implicaciones grandes desde los puntos de vista cualitativo y cuantitativo. En este sentido, el terrorismo supone el uso intencional de la violencia, o la amenaza de su uso, contra un objetivo instrumental con el propósito de comunicar un mensaje masivo cuyo impacto psicológico creado sea de miedo e inseguridad.54

      El terrorismo ha desarrollado diferentes vertientes identificadas por sus finalidades, causas y motivaciones ideológicas, pudiéndose destacar el terrorismo de Estado, el narcoterrorismo y el terrorismo con fines separatistas en los ámbitos de estudio de la presente investigación.

      La relevancia jurídica del terrorismo se centra en que con la perpetración de los atentados se producen vulneraciones considerables a los derechos humanos, desestabilización del sistema político-social existente, y ataques directos al ordenamiento jurídico de los Estados —al Estado social de derecho mismo en los casos de Colombia y España—, por lo cual se crea la necesidad de implementar alternativas legales y judiciales idóneas para contrarrestar los efectos causados.

      Con esta mirada debe comprenderse que el terrorismo ataca las normas básicas de convivencia y las garantías mínimas fundamentales de los individuos, por lo que, junto con la cuantificación de los perjuicios materiales, deben resarcirse los daños inmateriales suscitados.

      Por último, debe tenerse en cuenta que en nuestra época tenemos una dimensión del terrorismo mucho más sofisticada, conceptualizada, global, transfronteriza y adaptada a los desarrollos tecnológicos,

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