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continúa siendo una de las colecciones de música más escalofriantes de la historia: una brillante y espeluznante mezcla de Moogs malévolos, coros góspel de ultratumba y guitarra estilo voodoo blues que encajan a la perfección con la visión aciaga de Cammell. «La muerte siempre está presente en mi música», dijo una vez Nitzsche. No es de extrañar que Warner Brothers archivara la cinta dos años después de que a la mujer de un ejecutivo casi le diera un patatús en uno de los pases previos al estreno.»

      A Neil Young, fan de los Stones, le encantó la música de Performance. Eran precisamente las mismas cosas de Nitzsche que alarmaban a la gente las que le fascinaban a Neil, que le pidió a Jack que le ayudara con su primer álbum en solitario. En agosto de 1968 se mudó de Laurel a Topanga Canyon, poniendo así más distancia entre él y el mundillo de Hollywood en el que Stephen Stills y David Crosby estaban tan absortos. Fue revelador que el primer tema no instrumental incluido en Neil Young se titulara «The Loner».18 «Neil no era tan sociable como otros», afirma Henry Diltz. «No salía tanto a colocarse y a emborracharse. No se iba de fiesta. Tenía un enfoque más serio de su vida y su música. A diferencia de Crosby, nunca se rodeaba de un gran séquito que se iba con él de fiesta.»

      La huida de Neil a Topanga fue en cierto modo una huida del shock de los sesenta. Neil, que era tímido y seguía siendo propenso a los ataques epilépticos, carecía de las herramientas necesarias para lidiar con las aventuras sexuales y narcóticas de la época. También fue víctima de una madre invasiva y bochornosa que afectó muchísimo a su capacidad para relacionarse con las mujeres. Neil tendía a volverse pasivo en presencia de las chicas y se sentía ligeramente más seguro viviendo alejado de todo en Topanga. Neil Young era la prolongación lógica de canciones que había compuesto cuando estaba en Buffalo Springfield; temas como «Mr. Soul», «On the Way Home» o «Out of My Mind», que hablaban de su lucha interna y de lo desorientado que se sentía en la efervescente escena musical de Sunset Strip de 1966 y 1967. «Here We Are in the Years» era un alegato contra aquella ciudad recubierta de neblina en favor de «la quietud que el campo aporta»19.

      Otro marginado de Topanga que ayudó a Young con el disco fue el productor David Briggs. Al igual que Nitzsche, Briggs era un machista inadaptado, el tipo de rebelde agresivo y malhumorado por el que Young sentía adoración y del que se nutría. Junto con Elliot Roberts, un líder que se hacía pasar por mánager, Nitzsche y Briggs formaban un escudo humano que protegía a Neil y lo aislaba del mundo exterior. Tras aquel escudo, Neil empezó a componer desde una perspectiva más profunda e intuitiva. «Cuando era muy joven y entré en contacto por primera vez con aquellos músicos, pensaba que los que componían las letras que a mí me encantaban tenían que ser muy inteligentes», comenta Nurit Wilde. «Y me di cuenta de que algunos de ellos no es que fueran inteligentes, sino que parecían sentir las palabras de una manera más bien intuitiva. Neil era uno de ellos.»

      Publicado en 1969, Neil Young no era precisamente el tipo de disco que Young tenía la intención de hacer. Cuando lo volvió a escuchar, se dio cuenta de que se le había ido la mano con los arreglos y la producción. Pero estaba repleto de riffs peculiares y de pasajes de una belleza fantasmagórica que lo convirtieron en una referencia menor. «Los primeros discos de Neil y Joni constituyen los inicios de la escuela de los cantautores», afirma Jackson Browne. «Después de eso, empezaron a aparecer canciones que solo el cantautor podía haber interpretado, que formaban parte de su personalidad.»

      IV. El elfo en patines

      Ahora que las cosas empezaban a complicarse a su alrededor, Elliot Roberts se sentía sobrepasado. Cuando Graham Nash dejó los Hollies y se mudó a L.A. en diciembre de 1968, Roberts no encontraba el modo de liberarlos ni a él ni a Crosby ni a Stills de sus obligaciones contractuales. Acudió al único que sabía que era lo suficientemente astuto como para encontrar una solución: su viejo colega de la época de William Morris en Nueva York.

      David Geffen ya le había proporcionado asesoramiento gratuito a la hora de negociar el contrato de Neil Young con Reprise, y como resultado Roberts le había sacado quince mil dólares a Mo Ostin. Esta vez Elliot necesitaba la inteligencia formidable de David de todas todas. «Sabía que él sería capaz de solucionarlo», dice Roberts. «Para entonces David estaba metido en la televisión, en la agencia Ashley Famous, pero se dedicaba a gestionar muchas cosas extraoficiales para todo el mundo. Podías contratar a David para que te gestionara negocios sin tener que contar con la implicación de David. Prefería hacer las cosas de esa manera, porque aquello le permitía abarcar un amplio abanico de gente, desde estrellas de cine a productores y estrellas del rock.»

      Geffen se había criado en el distrito obrero de Brooklyn y era un niño flacucho que soñaba con convertirse en un magnate del mundo del espectáculo. Tenía diecisiete años cuando falleció su padre, que era patronista, y se quedó solo con una madre vendedora de fajas que lo adoraba y llamaba a su hijo «Rey David». Visitó Los Ángeles por primera vez en 1961, y se alojó con su hermano Mitchell, que estudiaba en la UCLA. «Desde el día que llegué», afirma, «California me pareció una tierra encantada.»

      Cuando regresó a Nueva York en 1964, David consiguió trabajo en el departamento de correo de William Morris. Después de haber mentido acerca de una titulación académica de la UCLA que no tenía, abrió con vapor una carta de la universidad donde se negaba que David hubiera estudiado allí. Retocaba constantemente su currículum para ensalzar así su prestigio. Elliot Roberts era un agente que fue testigo de cómo Geffen se dedicaba a abrir con vapor otras cartas para enterarse de primera mano de lo que se cocía en la empresa. La determinación y la falta de escrúpulos de aquel tipo, tan bochornosas para otros, fascinaban a Roberts. David no tardó en ascender y dejar el departamento de correo.

      Cuando a mediados de los sesenta la música pop se convirtió en una industria importante, William Morris abrió sus puertas a músicos melenudos a los que dos años atrás hubiera despreciado. Geffen estaba en el lugar perfecto para gestionar a todos aquellos artistas emergentes. «Quédate con la gente de tu edad», le aconsejó Jerry Brandt, un agente veterano. «Métete en la industria musical.» Lo cierto es que Geffen no tenía mucha idea de música. Cuando el director de televisión Steve Binder le presentó a una cantante increíble llamada Laura Nyro, nunca había oído hablar de ella. Nyro era una versión gótica de Cass Elliott, una versión bohemia de Barbra Streisand enfundada en negro. Varios artistas de pop/MOR de éxito estaban empezando a versionar sus canciones pseudooperísticas, que cantaba con aquella voz con registros de tres octavas. Geffen no dudó en aprovechar la oportunidad para ofrecerle sus servicios. Nyro no tardó en sucumbir a su entusiasmo contagioso, sobre todo después de fracasar en el Monterey Pop Festival y que Geffen se apresurara a acercarse a su lado para consolarla.

      «Era una chica muy extraña», declaró Geffen a Joe Smith. «Tenía una melena que le llegaba a las caderas. Llevaba pintalabios violeta, bolas de Navidad por pendientes y ropa rara. Pero tenía mucho talento.» David Crosby pensaba que Laura era «una ventana a algo [en Geffen] que iba más allá del dinero». El hecho de que Nyro y Geffen fueran mayormente gais ayudó: aquellos que no estaban al tanto pensaban incluso que se habían hecho pareja. «La gente me decía: “Sabes que es gay, ¿no?”», dice Judy Henske. «Y yo pensaba: “Bueno, no parece que sea gay, pero yo qué sé”. En cualquier caso, era increíble, y la razón de que lo fuera es que era muy listo. Era divertidísimo y listísimo.» A la periodista Ellen Sander, que había escrito sobre él en la prensa neoyorquina, tampoco «le dio la impresión» de que Geffen fuera gay. Llegó incluso a seducirlo una noche en su apartamento de la calle 20 Este. Según su biógrafo Tom King, «[David] le concedió a Sander el mérito de haberlo ayudado a superar su miedo a practicar sexo con mujeres».

      Geffen pasó al menos dos años volando constantemente entre Nueva York y Los Ángeles. Se estaba convirtiendo en una estrella a toda velocidad, vivía en un apartamento chic en Central Park South y se alojaba en el hotel Beverly Hills cuando estaba en L.A. En uno de sus viajes le puso en las manos una maqueta de temas de Nyro a Bones Howe, el productor del grupo de pop-soul The Fifth Dimension. Como consecuencia, el grupo grabó varias canciones de Nyro, entre las que destacan los superhits «Stoned Soul Picnic» y «Wedding Bell Blues». Para deleite de Geffen, el valor del catálogo

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