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sino únicamente el 50% de ellos (Pedersen & Fiske, 2010).

      b)Perspectiva social, en donde se pone el foco no tanto en el individuo como ente biológico o psicológico si no como reactivo de unas condiciones sociales en las que vive, así se ha asociado el suicidio a la pérdida de valores, inconsistencia de las normas, desorganización social, ruptura de lazos con la sociedad, aspectos que se observan en determinadas agentes de policía que han atentado contra su vida, quien estaba incurso en algún tipo de investigación o había sufrido una sentencia condenatoria o de separación de su puesto de trabajo, con lo que el sentimiento de dicho agente era en relación a que la “sociedad” le había “fallado”, o que no podía “fiarse” de las instituciones a las que hasta ese momento representaba, lo que podría haberle llevado al suicidio (Palacio., 2010).

      A destacar un factor fundamental en el ámbito social y del que no se ven afectados es en cuanto a las crisis económicas y las tasas de desempleo, ambos aspectos correlacionados a nivel social con unas mayores tasas de suicidio, pero que, al ser la policía, por lo menos en España, personal funcionario del gobierno central, autonómico o local, es decir, es personal contratado para toda la vida, con su sueldo fijo, independientemente de la coyuntura económica del país, eso hace que ambos factores no incidan.

      A pesar de lo anterior los agentes pueden perder su condición y con ello la estabilidad económica anteriormente comentada debido a una serie de supuestos, los cuales en el caso de la Policía Nacional están recogidos en el artículo 5 de la Ley Orgánica 9/2015, de 28 de julio, de Régimen de Personal de la Policía Nacional (Jefatura del Estado, 2015)

      a) La jubilación.

      b) La renuncia a la condición de funcionario.

      c) La pérdida de la nacionalidad española.

      d) La sanción disciplinaria de separación del servicio que tuviere carácter firme.

      e) La pena principal o accesoria de inhabilitación absoluta o especial para el ejercicio de empleo o cargo público que tuviere carácter firme.

      Aspecto, el de separación del servicio, voluntariamente o no, que ha sido asociado a un incremento de las tasas de suicidio (LaMontagne et al., 2018).

      c)Perspectiva individual, donde desde la psicología se han desarrollado diversas teorías asociadas al suicidio entre los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad (Violanti, Owens, McCanlies, Fekedulegn, & Andrew, 2019):

      –Psicodinámica, la sobreexposición a un ambiente “inadecuado” puede llevar a que sobrepase las barreras psicológicas del agente y que esto le conduzca al suicidio.

      –Cognitiva, donde se ha observado cómo los policías muestran una falta de flexibilidad cognitiva en su trabajo, asociado a dificultades en el manejo del estrés continuado, incrementando con ello la ideación suicida.

      –Taxonómica, donde existen cuatro factores asociados al suicidio en el ámbito militar (de aplicación a la policía), el formativo, los antecedentes, los precipitantes, y los asociados a los sentimientos de alineación e impotencia.

      –Basado en la autopsia psicológica, empleando este método se ha llegado a comprender cómo existen factores sociales previos que afectan a su red de contactos y a su integración con los compañeros.

      –Perspectiva de la presión, donde los agentes van a reaccionar de forma desigual a los estresores de su trabajo, pudiéndose ver el suicidio como una “solución” ante dicho sufrimiento.

      –Interpersonal, donde se relaciona el estrés laboral, con las exposiciones traumáticas, unido al sentimiento de aislamiento y falta de pertenencia social.

      –Interactivo diátesis-estrés, donde el suicidio está relacionado con el estrés y los factores predisponentes personales (Mann, Waternaux, Haas, & Malone, 1999).

      Se consideran factores de riesgo a aquellos en cuya presencia se incrementa las posibilidades de sufrir actos suicidas. Estos pueden ser de tipo cuantitativo o cualitativo, en el primer caso estaríamos hablando de factores que necesitan “acumularse” en el tiempo, o que precisan de una alta intensidad para poder tener esa influencia sobre la conducta suicida; y en el caso de los factores cualitativos se hablaría más de que la mera presencia de ese factor es suficientemente determinante como para “provocar” dicho acto.

      Con respecto a los factores que incrementan la probabilidad de sufrir suicidio se destaca (Mental Health Commission of Canada, 2018):

      –los antecedentes familiares tanto de casos de suicidio como de trastornos psicológicos.

      –los intentos previos de suicidio.

      –los pacientes hospitalarios crónicos.

      –el abuso de alcohol.

      –la reclusión en prisión.

      –los cambios estacionales.

      –la influencia de los medios de comunicación.

      –los factores sociales como el aislamiento o eventos vitales recientes.

      –la exposición a la violencia.

      –el trabajar en determinadas profesiones como en el campo de la salud, en servicios de emergencia o la policía.

      Sobre este último punto con respecto al trabajo que se desempeña otras investigaciones han asociado un mayor índice de suicidio a profesiones como la de granjero, médico, policía o soldado (Tiesman et al., 2015); si bien en la policía se produce un mayor número de suicidios frente a la población general, dentro de los trabajos de riesgo está por detrás de las tasas de suicidio de bomberos, soldados y oficiales de prisión (Milner, Witt, Maheen, & Lamontagne, 2017; Stanley, Hom, & Joiner, 2016).

      Por tanto, y atendiendo a la descripción anterior cabría afirmar que los policías van a estar más expuestos a sufrir suicidios por las características propias de su profesión, el aislamiento social que en ocasiones produce, y la exposición casi constante a la violencia.

      Únicamente con esos tres factores estaríamos hablando de una población especialmente vulnerable en la que cabría esperarse tasas de suicidio mayores que la población general, a lo que se pueden añadir factores temporales como los estacionales (invierno o verano), los eventos sociales (pérdida de un familiar), el consumo de alcohol, … produciéndose un mayor riesgo de suicidio entre los agentes dado los altos niveles de estrés a los que están sometidos, con desplazamientos geográficos temporales, exposición casi continua a la violencia, sentido de aislamiento social (Mishara & Martin, 2012).

      Lo primero que hay que aclarar es el concepto de persona, cuya etimología (origen del significado de las palabras) hace referencia a las máscaras que utilizaban los griegos, en sus representaciones de teatro; es decir, la persona (máscara) es la imagen con la que nos presentamos ante los demás; sin ser tan estrictos, el término se emplea para designar a un individuo sustancialmente distinto del resto, que pertenece a una determinada especie. Esta persona va a tener una serie de cualidades, además de sus características físicas, como son el peso, la altura, el color de pelo, piel u ojos, entre otros; también va a presentar una forma de sentir y de relacionarse consigo mismo y con los demás, mostrando un estilo de conducta y formas de hacer propias. A este conjunto de estilos de pensar, sentir y actuar, es a lo que se denomina personalidad, en la que se pueden distinguir tres facetas:

      –Biológica, que se corresponde tanto a la información genética adquirida por combinación de la de los progenitores (genotipo); como a los caracteres morfológicos, funcionales y bioquímicos que presenta la persona (fenotipo); el primero se correspondería a nuestra carga genética, mientras que el segundo se refiere a cómo se expresa esa genética de una determinada manera.

      –Individual, que abarca las necesidades, deseos y anhelos, es decir, es la motivación de la persona, que será lo que la va a conducir a actuar de una determinada manera para conseguir alcanzar sus metas,

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