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una ―dijo Danielle, mirando a su hermana suspicazmente.

      Chloe estaba muy al tanto de su cambio de papeles. Cuando destapó una botella y se la dio a Danielle, vio la preocupación en la cara de su hermana. Y eso estaba bien, era una prueba de que Danielle había crecido. Demostraba que luego de lo que habían descubierto juntas, podía valerse por sí misma sin que su hermana estuviera allí apoyándola como solía hacerlo siempre.

      –Sé lo que estás pensando ―dijo Chloe.

      –No, no lo sabes. Odio admitir que me gusta esta Chloe que bebe antes del mediodía. Me gusta esta Chloe malhumorada. Pero sería una mala hermana si no te dijera que estoy preocupada por ti. No tienes la personalidad necesaria para que te salga natural el lado oscuro y melancólico de los góticos.

      –¿Es por eso que estás aquí? ―preguntó Chloe―. ¿Para decirme que estás preocupada por mí?

      –En parte sí. Pero también vine por otra cosa. Y necesito que me escuches por un segundo, ¿de acuerdo?

      –Claro ―dijo Chloe mientras ambas se acomodaban en el sofá con sus cervezas. Ella posó sus ojos sobre el diario de su madre en la mesa ratona y su mente brevemente volvió a la sórdida idea de matar a su padre. Y fue en ese preciso momento, con Danielle sentada frente a ella, que supo que jamás podría hacerlo. Ella podía fantasear con ello y hacer todos los planes que quisiera, pero nunca lo haría. Simplemente no era esa clase de persona.

      –Hace un tiempo, recuerdo haber visto un programa… una especie de programa como Misterios sin Resolver ―dijo Danielle.

      –Espero que esto tenga un sentido―la interrumpió Chloe.

      –Sí, tiene sentido. Bien… se trataba de una mujer que salvó la vida de su hermano. Verás… eran gemelos idénticos. Nacieron con cinco minutos de diferencia o algo así. Una noche ella estaba preparando la cena para su familia y de repente, sintió una punzada en el cerebro, como si alguien le hablara. Por la mente se le pasó la idea de que su hermano estaba en problemas. Fue tan fuerte que dejó de hacer lo que estaba haciendo y lo llamó. Cuando él no contestó el teléfono, llamó a la novia de su hermano. La novia fue a la casa del hermano y encontró que alguien había entrado en su casa y le había disparado. Él se estaba desangrando cuando la novia lo encontró, pero ella llamó al 911 y terminó salvándole la vida. Y todo fue gracias a esa extraña sensación que tuvo su hermana gemela.

      –De acuerdo…

      Danielle puso los ojos en blanco. Chloe pudo ver que estaba eligiendo con cuidado las próximas palabras que saldrían de su boca.

      –Estoy sintiendo algo así hace unos cuarenta minutos ―dijo Danielle―. No tan fuerte como lo presentó el programa de televisión, pero lo sentí. Fue bastante fuerte. Y fue… bueno, fue raro.

      –Nadie entró ―dijo Chloe―. Nadie me ha disparado.

      –Puedo verlo. Pero, no lo sé. Tuve ese extraño sentimiento de hermana. Sentí que tenía que estar aquí. Lo siento si suena tonto. Pero… ¿hay algo que podría haber evitado al aparecer?

      Chloe sacudió la cabeza diciendo que no. Pero pensó: «Solo me has impedido planear el asesinato de nuestro padre». Sonrío suavemente y bebió un sorbo de su cerveza.

      –Tú no estás bien ―dijo Danielle. Y señaló con la cabeza hacia la botella de cerveza. ―¿Cuántas de estas botellas vacías encontraré en la basura?

      –Dos. Y lo siento… pero ¿quién eres tú para preocuparte por los hábitos de bebida de alguien? Es bastante hipócrita de tu parte.

      –Oh, no me molesta que bebas. Tú puedes automedicarte como te parezca. Pero lo que sé es que tú no eres de automedicarte. Nunca lo ha sido. Tú eres la lógica, la inteligente. Estoy aquí porque has empezado a usar mis viejas estrategias para manejar las cosas. Eso es lo que me preocupa.

      –Estoy bien, Danielle.

      Danielle se cruzó de brazos y se reclinó en el sofá. Si había alguna posibilidad de salvar la conversación, Chloe sintió que desaparecía con ese simple gesto. La expresión de Danielle parecía hacer notar su descontento.

      –¿Debo olvidar todo el año pasado cuando tú declarabas que papá era inocente? ¿Debo olvidar nuestras peleas a causa de él, y tú siempre apoyándolo? En mi opinión, me merezco algo de honestidad, Chloe. No soy estúpida. Este descubrimiento que te mostró cómo era papá realmente te ha afectado mucho.

      –Por supuesto que sí.

      –Así que dime lo que estás pensando. Dime qué hacemos ahora. Si soy honesta contigo, no entiendo por qué no lo has entregado a las autoridades todavía. ¿El diario no suficiente para condenarlo?

      –¿No crees que he pensado en eso? ―le preguntó Chloe, empezando a enojarse un poco―. Y no, el diario no es suficiente. Podría ser suficiente para reabrir el caso, pero eso es todo. No hay evidencia sólida, y lo que lo hace aún más difícil es el hecho de que ya hubo un juicio y que nuestro padre ya fue puesto en prisión y luego liberado. Si a todo eso le sumas la reciente condena de Ruthanne Carwile, lo que se obtiene es un gran lío.

      –¿Me estás diciendo es que probablemente se salga con la suya?

      Chloe no le respondió. Terminó el resto de su cerveza y entró en la cocina. Abrió la puerta del refrigerador para tomar otra pero luego se detuvo. Lentamente, la cerró de nuevo y se apoyó en el pequeño mostrador de la cocina.

      –Soy consciente de que esto es mayormente mi culpa ―dijo Chloe. Esto le fue difícil de admitir. Esas palabras le supieron amargas cuando salían de su boca.

      –No estoy aquí para culparte, Chloe.

      –Lo sé, pero es lo que estás pensando. Y no te culpo. Ahora que he visto lo que había en ese diario y es cómo que… No sé… como que ahora lo veo todo… Yo también pienso que es mi culpa. Si te hubiera escuchado antes de que todo esto hubiera empezado las cosas habrían sido diferentes. Antes de Ruthanne, antes de conseguir mi trabajo en el FBI…

      –No hagas eso. Concentrémonos en el futuro. Averigüemos qué podemos hacer.

      –¡No hay nada que hacer!

      Chloe se sorprendió a sí misma cuando se escuchó gritarle esas palabras a su hermana. Pero luego de decirlas, ya no había vuelta atrás.

      –Chloe, yo…

      –Arruiné todo. Te fallé a ti, a mamá y a mí. Esta soy yo ahora. Tengo que vivir con esto y solo…

      –Pero podemos resolverlo juntas, ¿verdad? Mira, no me molesta esta inversión de roles, pero no soporto verte torturándote a ti misma de esta manera.

      –Ahora no, no puedo lidiar con ello ahora mismo. Tengo que resolver algunas cosas.

      –Entonces déjame ayudarte.

      Chloe se sintió sofocada. También sintió que estaba a punto de explotar otra vez, pero apretó los puños y fue capaz de calmarlo.

      –Danielle ―dijo tan lenta y pacientemente como pudo―, aprecio tu intención y te amo por estar tan preocupada. Pero por ahora necesito manejar esto sola. Entre más molestes y presiones, más difícil será. Así que, por favor… solo por ahora… ¿puedes irte?

      Chloe vio como cambiaba la expresión de Danielle. Parecía decepcionada. O tal vez era algo más parecido a la tristeza. Chloe no lo sabía y, francamente, en ese momento no le importaba.

      Danielle dejó su cerveza casi llena en la mesa ratona, y se puso de pie.

      –Quiero que me llames cuando termines de estar distante.

      –No estoy distante.

      –No sé cómo estás ―dijo Danielle mientras abría la puerta para irse―. Pero distante sonaba mejor que decir que te comportas como una perra.

      Antes de que Chloe pudiera responderle algo, Danielle se fue, cerrando la puerta detrás de ella.

      Chloe hubiera deseado que Danielle cerrara la puerta de un portazo.

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