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La Santa Biblia - Tomo III. Johannes Biermanski
Читать онлайн.Название La Santa Biblia - Tomo III
Год выпуска 0
isbn 9783959633420
Автор произведения Johannes Biermanski
Жанр Религия: прочее
Издательство Автор
El gran apóstata logró ensalzarse a sí mismo "sobre todo lo que se llama Dios/Elohim, o que es objeto de culto." (2Tesalonicenses 2:4.) Se había atrevido a alterar el único precepto de la ley divina que señala de un modo infalible a toda la humanidad al Dios viviente y verdadero. En el cuarto mandamiento YAHWEH es dado a conocer como el Creador de los cielos y de la tierra y distinto por lo tanto de todos los dioses falsos. Fue como para conmemorar la obra de la creación para lo que se santificó el día séptimo como día señalado de descanso para el hombre. Fue designado para que el Dios viviente estuviese siempre presente en la mente de los hombres como fuente de toda ser y objeto de reverencia y adoración. Satanás se esfuerza por disuadir a los hombres de que se sometan a Dios y obedezcan a su ley; por eso dirige sus golpes especialmente contra el mandamiento que presenta a Dios como al Creador.
Los protestantes alegan entonces que la resurrección del Mesías en el domingo convirtió a dicho día en el día del Señor. Pero las Santas Escrituras en nada confirman este modo de ver. Ni el Mesías ni sus apóstoles confirieron semejante honor a ese día. La observancia del domingo como institución cristiana tuvo su origen en aquel "misterio de iniquidad" (2Tesalonicenses 2:7) que ya había empezado ya a entrar en acción en los días de S. Pablo. ¿Dónde y cuándo adoptó el SEñor {Yahshua} a este hijo del papado? ¿Qué razón válida puede darse en favor de un cambio que las Santas Escrituras no sancionan?
En el siglo sexto el papado concluyó por afirmarse. El asiento de su poder quedó definitivamente fijado en la ciudad imperial, cuyo obispo fue proclamado cabeza de toda la iglesia. El paganismo había dejado el lugar al papado. El dragón dio a la bestia "su poder y su trono, y grande autoridad." (Apocalipsis 13:2; véase el Apéndice.)
EL Apéndice: FECHAS PROFÉTICAS. - Los hechos históricos y cronológicos relativos á los períodos proféticos de Daniel 8 y 9, inclusas muchas prubas evidentes que indican de modo indubitable que fué el año 457 ant. de J. C. la fecha exacta desde la que deben empezar á contarse estos períodos proféticos, han sido expuestos con claridad por muchos investigadores de la profécia. Véase Stanley Leathes, “Old Testament Prophecy,” conferencias 10, 11 (Conferencias de Warburton para 1876-1880); W. Goode, “Fulfilled Prophecy,” sermon 10, inclusive Nota A (Conferencia de Warburton para 1854-1858); A. Thom, “Chronology of Prophecy,” págs. 26-106 (Londres, 1848); Sir Isaac Newton, “Observations upon the Prophecies of Daniel, and the Apocalypse of St. John,” cap. 10 (ed. de Londres, 1733, págs. 128-143); Uriah Smith, “Thoughts on Daniel and the Revelation,” parte 1, caps. 8, 9; L. R. Conradi, “Los videntes y lo porvenir,” parte 1, caps. 8, 9 (págs. 129-179). En cuanto á la fecha de la crucifixión, véase W. Hales, “Analysis of Chronology,” tomo I, págs. 94-101; tomo III, págs. 164-258 (segunda ed. de Londres, 1830).
Entonces empezaron a correr los 1260 años de la opresión papal predicha en las profecías de Daniel y en el Apocalipsis. (Daniel 7:25; Apocalipsis 13:5-7.) Los cristianos se vieron obligados a optar entre transigir en desmedro del la integridad de su profesión de fe y aceptar el culto y las ceremonias papales, o pasar la vida encerrados en los calabozos o morir en el tormento, en la hoguera o bajo el hacha del verdugo. Entonces se cumplieron las palabras de Yahshua: "Seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre." (S. Lucas 21:16, 17.) La persecución se desencadenó sobre los fieles con furia jamás conocida hasta entonces, y el mundo vino a ser un vasto campo de batalla. Por centenares de años la grey [asamblea] del Mesías no halló más refugio que en la reclusión y en la obscuridad. Así lo dice el profeta: "Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar aparejado de Elohim (D-os), para que allí la mantengan mil doscientos y sesenta días." (Apocalipsis 12:6.)
El advenimiento de la iglesia romana al poder marcó el principio de la Edad Media. A medida que crecía su poder, las tinieblas se hacían más densas. La fe pasó del Mesías, el verdadero fundamento, al papa de Roma. En vez de confiar en el Hijo de Dios para el perdón de los pecados y para la salvación eterna, la gente [el pueblo] acudieron al papa y a los sacerdotes y prelados, a quienes él invistiera de autoridad. Se le enseñó que el papa era su mediador terrenal y que nadie podía acercarse a Dios sino por medio de él, y andando el tiempo se le enseñó también que el papa estaba para ellos en lugar de Dios y que por lo tanto debían obedecerle implícitamente. Con sólo desviarse de sus disposiciones se hacían acreedores a los más severos castigos, los cuales eran impuestos a los cuerpos y almas de los transgresores. Y así es como los espíritus de los hombres eran apartados de Dios y dirigidos hacia los hombres falibles y crueles; y aun más, hacia el mismo príncipe de las tinieblas que ejercía su poder por intermedio de ellos. El pecado se disfrazaba bajo túnica de santidad. Cuando las Santas Escrituras se suprimen y el hombre llega a considerarse como ente supremo, ¿qué otra cosa puede esperarse sino el fraude, el engaño y la degradante iniquidad? Siempre que se han ensalzado las leyes y las tradiciones humanas ha vendio a ponerse de manifiesto la corrupción que resulta siempre del menosprecio de la ley de YAHWEH.
Días azarosos fueron aquéllos para la grey [asamblea] del Mesías. Pocos, en verdad, fueron los sostenedores de la fe. Aun cuando la verdad no quedó sin testigos, a veces parecía que el error y la superstición concluirían por prevalecer completamente y que la verdadera religión iba a ser desarraigada de la tierra. El evangelio se desvanecía mientras que las formas de religión se multiplicaban, y la gente se veía abrumada bajo el peso de exacciones rigurosas.
No sólo se le enseñaba a ver en el papa a su mediador, sino aun a confiar en sus propias obras para la expiación del pecado. Largas peregrinaciones, obras de penitencia, la adoración de reliquias, la construcción de templos, relicarios y altares, la donación de grandes sumas a la iglesia, - todas estas cosas y muchas otras parecidas les eran impuestas a los fieles para aplacar la ira de Dios o para asegurarse su favor; ¡como si Dios, a semejanza de los hombres, se enojara por pequeñeces, o pudiera contentarse con regalos y penitencias!
Por más que los vicios prevalecieran aun entre los jefes de la iglesia romana, su influencia parecía ir siempre en aumento. A fines del siglo VIII los papistas avanzaron la pretensión de que en los primeros tiempos de la iglesia tenían los obispos de Roma el mismo poder espiritual que a la fecha se arrogaban. Para sentar tal pretensión con visos de autoridad, había que valerse de algunos medios - que pronto fueron sugeridos por el padre de la mentira. Los monjes fraguaron viejos manuscritos. Se descubrieron decretos conciliares de los que nunca se había oído hablar hasta entonces y que establecían la supremacía universal del papa desde los primeros tiempos. Y la iglesia que había rechazado la verdad, aceptó con avidez estas imposturas. (Véase el Apéndice.)
EL Apéndice: ESCRITOS ADULTERADOS. - Entre los documentos cuya falsificación es generalmente reconocida en la actualidad, la Donación de Constantino y las Decretales Pseudo-Isidorianas son de la mayor importancia.
Al referir los hechos relativos a la pregunta: "¿Cuándo y por quién fue fraguada la Donación de Constantino?" M. Gosselin, director del seminario de St. Sulpice (París), dice:
"Por bien que se haya probado la falsedad de ese documento, dificil es determinar, con precisión, la época de dicha falsificación. M. de Marca, Muratori, y otros sabios críticos, opinan que fue compuesto en el siglo octavo, antes del reinado de