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      34 Michel Foucault, “Qué es la crítica”, en Foucault, Sobre la Ilustración. Madrid: Tecnos, 2003.

      no querer ser gobernado era una manera de rechazar el magisterio eclesiástico, es decir, una forma de colocar el gobierno y su formas en el ámbito de la sociedad civil, una manera de laicizar el gobierno; el segundo elemento se refiere a no querer ser gobernado de algunas formas, discurso que remite a criticar ciertas normas, leyes, conceptos, por considerarlos injustos, ilegítimos. En este sitio de la actitud crítica está la propuesta de colocar algunos derechos que se puedan considerar universales y abarcadores los cuales está obligado a cumplir quien ejerza el gobierno sobre los otros, es decir, evitar la tiranía, o dicho en otras palabras, encontrar los límites en las formas y maneras de gobernar; por último se plantea el anclaje de no aceptar como verdadero lo que la autoridad dice que es verdad, no aceptarlo hasta que se encuentren buenas razones para hacerlo. Se puede plantear como la razonabilidad frente a la autoridad y al gobierno, razones que me permitan el acatamiento de la autoridad. Desde esta perspectiva se plantea que la crítica como actitud de la modernidad “es el movimiento por el cual el sujeto se atribuye el derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder y al poder acerca de sus discursos de verdad”35. Así pues, la crítica que se ubica en la relación saber-poder y en la posibilidad de ser gobernados, irrumpe de otra manera como discurso y práctica y encuentra en la educación un campo de dispersión bastante amplio y generoso.

      El Estado como eje del proyecto modernizador. La modernidad36, su organización y su funcionamiento implican “la existencia de una instancia central a partir de la cual son dispensados y coordinados los mecanismos de control sobre el mundo natural y social. Esa instancia central es el Estado garante de la organización racional de la vida humana”37. En el Estado se concreta esta nueva perspectiva, estas nuevas formas de aprehender y pensar el mundo. El Estado reunirá en su andamiaje las nuevas técnicas que permitirán orientar, conducir y controlar la

      35 Ibídem, 11.

      36 Dussel al respecto afirma: “Proponemos entonces dos paradigmas contradictorios: el de la mera “Modernidad” eurocéntrica, y el de la Modernidad subsumida desde un horizonte mundial, donde el primero cumplió una función ambigua (por una parte, como emancipación; y, por otra, como mítica cultura de la violencia). Enrique Dussel, “Europa, modernidad y eurocentrismo”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencia sociales. Perspectivas latinoamericanas (Edgardo Lander, ed.). Buenos Aires: clacso, 2005, 51.

      37 Santiago Castro-Gómez, “Ciencias, violencia epistémica y el problema de la invención del otro”, en La colonialidad del saber…, op. cit., 147.

      población, ya no como un grupo uniforme de personas, sino como una forma de unidad en la diversidad.

      En esta perspectiva de análisis se plantea que Occidente, y en especial Europa, presencia cómo se propician nuevas formas prácticas de gobierno, gobierno de los otros, a través del aparato estatal, especial- mente en lo referente a los métodos y a los diversos dominios de su realización: los niños, el Estado, los ejércitos, el cuerpo, las ciudades. A esta realidad Foucault38 la llama gubernamentalización de la sociedad. En este nuevo arte39 se junta el gobierno del cuerpo del Estado, de los bienes, gobernar y sobre todo dejarse dirigir, orientar, guiar hacia unos objetivos determinados por quienes plantean la manera “correcta” de hacerlo, es decir, con una forma particular e individualizante de los individuos.

      La gubernamentalidad40 o gobierno de las poblaciones hace referencia a las técnicas que Occidente inventa para gobernar a los otros. La práctica se enfoca al liberalismo y neoliberalismo no sólo como formas de gobernar a los otros, sino como formas de vida, maneras de ser inventadas y apropiadas por poblaciones y por sus gobernantes. En este sentido, se ubica en las formas de ruptura y transformación del poder en cuanto cercano a la vida y al hombre no sólo como cuerpo, sino al hombre entendido como categoría “abstracta”, como especie, hombre viviente, grupo, población. Foucault41 ubica el siglo XIX como la positividad histórica que permite estos desarrollos y prácticas y ofrece una serie de reflexiones que lo llevan a afirmar que el derecho de hacer morir y dejar vivir, característico de las sociedades de soberanía

      38 Michel Foucault “Qué es la crítica”, op. cit., 11.

      39 Técnicas, procedimientos, mecanismos.

      40 Categoría “metodológica” que es introducida por Michel Foucault para abordar el problema del Estado y la población, en cuanto a los mecanismos y formas de poder, saber y ser sujeto que le permiten estudiar las artes de gobierno. Aparece en el curso que Foucault orienta en el College de France del año 1978 denominado “Seguridad, territorio y población”. Foucault aclara con esta categoría que gobernar no es necesariamente mandar, reinar o hacer la ley, es más bien la constitución y la puesta en marcha de una serie de fórmulas, mecanismos, maneras que permiten lograr objetivos colectivos pasando por las formas y las decisiones individuales. Es importante aclarar que esta categoría emerge en el ámbito de las discusiones iniciadas por Foucault sobre biopoder y biopolítica en el curso “Defender la sociedad” y el último capítulo del tomo I de su obra Historia de la sexualidad.

      41 Michel Foucault, Defender la sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 2006, 220.

      es complementado por otro mucho más eficaz, sutil y arrasador: el derecho de hacer vivir y dejar morir, es decir, ubicado en la posibilidad de la administración o gestión de la vida, mediado por la razón científico-técnica y la primacía del conocimiento. Aquí irrumpe una categoría que, para las discusiones políticas contemporáneas, va a ser de gran importancia y es la biopolítica42.

      La explicación y análisis de estas situaciones llevan a Foucault a realizar un recorrido y a centrar su mirada en las prácticas, los mecanismos y los dispositivos de poder que van desde la centralidad en el cuerpo individual, a la organización de éste en espacios y tiempos específicos, su organización, jerarquización y clasificación y la ubicación frente a formas concretas de vigilancia. De igual manera, estas tecnologías sobre el cuerpo permitían incrementar su fuerza útil y productiva mediante el ejercicio, la instrucción, el adiestramiento, donde los procesos educativos y pedagógicos adquieren gran visibilidad. Otro de los aspectos centrales a tener en cuenta hace referencia a las técnicas de racionalización y economía; el poder debe realizar el tránsito a formas menos costosas, y sobre todo menos llamativas en términos de su ejercicio a través de todo un sistema de “vigilancia, jerarquías, inspecciones, escrituras, informes: toda la tecnología que podemos llamar tecnología disciplinaria del XVIII”43. En este nuevo arte de gobierno surge una nueva categoría que va a atravesar las técnicas y mecanismos de poder utilizado; es la de población, categoría sobre la cual se van a dirigir todos los mecanismos, y que se convierte en un “conjunto de procesos (no de personas), y ‘el arte de gobernar’ debe conocer estos procesos a fondo con el fin de generar técnicas específicas que permitan gobernarlos (‘la recta disposición de las cosas’)”44. La preocupación se sitúa en ciertos aspectos que se considerarán globales, abarcantes y a la vez fragmentarios, y no sobre individuos o cuerpos particulares, destacándose la natalidad, la morbilidad y la longevidad.

      42 Esta categoría está asociada al análisis que Foucault realiza en el último capítulo de Historia de la sexualidad (tomo I) y en la última lección del curso llamado “Defender la sociedad” donde utiliza por primera vez el concepto biopoder asociado a la anatomo política (adiestramiento de los cuerpos) y a la biopolítica (regulación de la población). Aunque algunos filósofos contemporáneos desarrollan el concepto, Foucault asumió en sus análisis finales la categoría gubernamentalidad y abandona la biopolítica.

      43 Michel Foucault, Defender…, op. cit., 226.

      44 Santiago Castro-Gómez, Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2010, 61.

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