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Читать онлайн.“La justicia: el poder “contrapoder”
“Política de estado u oportunismo”
CAPÍTULO X . Las zonas oscuras de la democracia (3)
REPUBLICANISMO VERTICAL O FEDERALISMO CLIENTELAR
Sobrerepresentación parlamentaria y negociación barata
De la sumisión unitaria al reclamo federal
DESPARTIDIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA
CAPÍTULO XI . Las zonas oscuras de la democracia (4)
RADICALIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA
MANIPULACIÓN TECNOLÓGICA Y “FAKE NEWS”
Prólogo
Con enorme placer acepto el honor que me concediera el Dr. Jorge Eduardo Simonetti para prologar una obra magnifica, que resulta imposible de encasillar sencillamente porque las cosas muy buenas – como fenómeno que nos dejan absortos y consternados- no tienen una explicación fácil y menos resulta sencilla una definición o descripción.
Además de la erudición, el apego al estudio y la observación analítico-científica como cultor de las ciencias del derecho que desde siempre tuvo el autor, esta vez, ya con la experiencia de la síntesis de su paso por el periodismo, nos regala su mejor versión.
Nos ofrece una obra con cuidado rigor científico cuando aborda la democracia como sistema político, aquélla que desde sus albores -como dijera Tucídices- combina la “isegoria, isonomia e isocracia” como la igualdad en el marco de la libertad de los hombres, para conformar la igualdad ante las cargas públicas, la igualdad ante la ley y en el acceso a los cargos. Por eso analiza desde la antigua Grecia hasta nuestros días, con un enfoque científico, crítico y con precisión de los más sensibles cultores de la ciencia política. Los dos primeros capítulos dan cuenta de ello.
En el repaso de la evolución del sistema de relaciones humanas propias de las organizaciones sociales, el autor advierte que la política fue el vínculo en la etapa antigua, luego el derecho, más tarde la ideología, todo con una perspectiva que hunde sus raíces en las variadas manifestaciones que la filosofía política, a través de los autores, enriqueció la vida en muchas latitudes. Precisión, síntesis y un lenguaje ameno invitan a una lectura que apasiona.
La mirada sistémica puesta en el comportamiento del sistema, recibiendo las tensiones de una sociedad que en determinadas épocas fue escenario de convulsiones, tiene el rigor científico y analítico que se transporta en una observación empírica y desapasionada en la observación de nuestro país.
El observador no pierde el rigor científico, pero nos deja también la impresión de su compromiso: se advierte en esto, los valores del Dr. Simonetti por la dignidad humana, por la libertad y la justicia, que son el puñado de principios que ofician como motor para despertar tan noble inquietud.
La sola lectura del capítulo I al IV de esta imperdible obra es una muestra de lo que sintetizo con admiración.
El rigor analítico – propio de un sociólogo- se advierte en el capítulo V cuando aborda el tema de los niveles democráticos, puesto que – como dijera Burdeau- siempre pretendemos que la democracia sea una democracia gobernante y no una democracia gobernada, y de allí el enfoque en la intensidad de la democracia, cuando en su nombre no se satisfacen los derechos que son consustanciales al sistema mismo. Lejos de ser un desencanto, es una invitación a la reflexión para la asunción de los deberes que cada uno tiene como ciudadano. La prosa del autor aclara a la vez que estimula.
Por ello el diagnóstico que analiza seguidamente, expresa las distintas formas del desencanto con la democracia y con precisión quirúrgica apunta a la causa de estos males que tienen que ver con las formas y modos con que la representación deteriora el sistema que tanta vida, sangre y esfuerzo nos costara conseguir.
En los capítulos VI, VII y VIII el autor apunta a demostrar de que manera la representación, en distintas formas, modos y lugares, lejos de tomar las mejores enseñanzas de Rousseau en cuanto a los derechos del hombre, la forma de urdir el contrato social y la representación debida del funcionario -como enseñaba Sieyes- fue minando el sistema, degradando su comportamiento, utilizando la ley y distorsionando la verdad.
Allí demuestra el funcionamiento “anómico” de una sociedad permisiva, con una tolerancia que permite excesos que muchas veces provocan tensiones sobre el sistema, y apunta con claridad a los representantes, aquellos ocupantes provisorios de los poderes constituidos, que muchas veces no cumplen cabalmente el mandato popular, provocan decepción y generan frustraciones colectivas.
Cuando define con nitidez esta esfera del comportamiento y expresa con minucioso detalle lo que llama “las zonas oscuras de la democracia”, apunta a los representantes que, en diversas latitudes, abusando del poder, generan una situación propia de un modelo que degrada de la democracia representativa: “el neo absolutismo”.