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      Tenía algo de razón. Como humano yo había tenido más curiosidad sobre los Reiniciados, pero definitivamente me daban miedo. Nunca me había encontrado con un Reiniciado hasta que me volví uno de ellos, pero de haberlo hecho también habría huido corriendo.

      Sin embargo, podía decir sin asomo de duda que jamás habría cogido un bate para romperles la cabeza. Tan sólo el recuerdo del ataque de los humanos en Rosa me provocaba escalofríos. Por un momento había entendido la aversión que Wren sentía por ellos.

      —¿Te gusta este lugar? —pregunté.

      —Sí —se encogió de hombros—. Digo, podría ser peor, ¿no? Podría estar en la CAHR.

      —Cierto.

      —No está tan mal. Para cuando llegué, casi todos los problemas se habían solucionado. Tienen cultivos estables y todos tienen comida y ropa.

      —Solía trabajar en los campos de Austin antes de Reiniciar —dije—. Podría ayudar con eso aquí.

      —Bien —dijo Isaac, como si estuviera realmente impresionado—. Más habilidades útiles. Podrías comenzar a gustarle a Micah casi tanto como le gusta tu novia.

      Lo miré molesto y soltó un bufido de diversión, que se desvaneció cuando vio algo en la distancia. Me asomé por la puerta del transbordador para ver a Beth y Addie dirigiéndose hacia mí, con los rostros serios. Me giré hacia Isaac de nuevo, pero ya se alejaba caminando.

      Salté del transbordador y me limpié las manos en los pantalones mientras se acercaban. Addie estaba pálida y Beth se tiraba del pelo nerviosa.

      —¿Has visto a Wren? —preguntó Addie.

      —Se ha ido con Micah —bajé la voz y me acerqué a ella—. Regresa esta noche. ¿Todo bien?

      Beth y Addie intercambiaron una expresión de horror y una sensación de náusea comenzó a crecer en mi estómago.

      —¿A cazar? —dijo Addie. Su voz era apenas un susurro.

      —Técnicamente ha ido a buscar a los Reiniciados que no han regresado, pero creo que iban a cazar si podían —tragué saliva—. ¿Por qué? ¿Qué pasa?

      —¿Le han dicho qué era la cacería? —los ojos de Addie estaban grandes, la preocupación se mezclaba con el miedo.

      —No… no lo sé —la miré a ella y luego a Beth—. ¿Qué es la cacería?

      CAPÍTULO SEIS

       WREN

      Me acomodé en un asiento del transbordador mientras despegábamos. Micah cogió el asiento grande que en general ocupaba un oficial de la CAHR y un enorme número de pistolas se quedó en el suelo a nuestros pies. Kyle Uno-Cuatro-Nueve se sentó junto a mí. Sus amplios hombros invadían parte de mi asiento. Jules se sentó a mi otro lado y evité su mirada, preocupada de que también me diera el sermón sobre quitarme el chip anticonceptivo.

      —¿Tenemos suficiente combustible? —pregunté. Lo último que quería era quedarme atrapada a doscientos kilómetros de Callum.

      —Sí —contestó Micah, apoyándose en el asiento—. Aunque pronto tendremos que ir hasta Austin para conseguir más combustible con esos rebeldes tan útiles. Ése es el tipo de cosas para las que sirven.

      Me regaló una sonrisita de suficiencia que no entendí, como si estuviera siendo sarcástico, y me revolví incómoda en mi asiento. Detestaba sentirme en deuda con esos humanos, casi sentía como si tuviera que defenderlos.

      El transbordador voló sin contratiempos, como si un oficial de la CAHR ocupara el asiento del piloto.

      —¿Cómo aprendisteis a pilotar los transbordadores? —pregunté.

      —Arreglamos los que derribamos y nos enseñamos nosotros mismos —estiró sus largas piernas frente a él—. No es difícil. Les enseño a todos los Reiniciados más jóvenes a hacerlo. Están hechos para que los simios de la CAHR los puedan conducir sin problemas.

      Los Reiniciados se rieron, pero una imagen de Leb, el padre de Addie, pasó por mi cabeza. No todos los oficiales de la CAHR eran malos.

      Eché un vistazo veloz alrededor. No era algo que pudiera decir aquí. Me apoyé en el asiento y todos se callaron. Era como estar con los Ciento-Veintes en las instalaciones de la CAHR. El silencio era reconfortante.

      —Se te ve mejor hoy —dijo Jules finalmente, y me sonrió mientras se colocaba el largo pelo pelirrojo sobre el hombro—. Ayer parecías abrumada.

      —Así es —dijo Micah con su voz compasiva—. Lo siento, debes haber tenido un infierno de días, ¿eh?

      —Sí —dije con una sonrisa breve. Les había contado la historia anoche, una versión abreviada de nuestro escape de Rosa y nuestra entrada en Austin para rescatar a Addie y conseguir el antídoto para Callum. Parecía como si hubieran pasado miles de años, aunque apenas había sido ayer por la mañana que corríamos por los pasillos de las instalaciones de la CAHR en Austin.

      —¿Cuánto tiempo estuviste en las instalaciones de Rosa? —preguntó Jules.

      —Cinco años. Desde que cumplí los doce.

      —¿Te dispararon, verdad? —preguntó Micah—. Riley me contó que fue así como moriste.

      —Sí.

      —¿Quién lo hizo?

      Me encogí de hombros.

      —No lo sé.

      Era una pregunta común, pero no una cuya respuesta me importara. Había sido un traficante o un amigo de dudosa reputación de mis padres, pero ahora eso ya no importaba. De todos modos, lo más seguro era que la CAHR hubiera atrapado al humano que me mató a mí y a mis padres y lo hubiera ejecutado.

      —Humanos —dijo Kyle, entornando los ojos—. Siempre matándose los unos a los otros.

      Micah negó con la cabeza, pasándose la mano por la barba de varios días que le cubría la barbilla.

      —Es como si quisieran extinguirse.

      Esto les divirtió a todos, pero de nuevo sentí que no estaba segura de haber entendido la broma. Me moví incómoda en el asiento.

      Me aclaré la garganta y apunté hacia la pila de pistolas en la esquina.

      —¿De dónde habéis sacado todas esas armas?

      —Algunas las cogimos de los transbordadores de la CAHR que nos atacaron —dijo Micah—; otras las hicimos nosotros, pero nos encontramos la mayoría. Bueno, no debería decir nosotros, sino ellos. Los Reiniciados superlistos que evadieron a la CAHR años atrás comenzaron de inmediato a buscar armas que hubieran sobrado de la guerra. Aunque habían perdido, seguían en pie de lucha.

      Eso tenía sentido. La CAHR había juntado a todos los Reiniciados y los había matado después de la guerra, antes de encontrar la manera de aprovechar a los jóvenes para que les ayudaran a limpiar las ciudades. Los Reiniciados que habían logrado escapar las habrían necesitado para protegerse.

      —La CAHR estaba ocupada con las nuevas ciudades de Texas y en construir sus instalaciones, y para cuando enviaron equipos a las viejas bases militares al norte de Texas, ya no quedaba nada.

      —Hank solía contarme que un día pasó conduciendo un tanque justo frente a un oficial de la CAHR —dijo Kyle con una carcajada—. Simplemente le pasó por delante y el tipo de CAHR ni lo miró. No tenían idea de que se les habían escabullido tantos Reiniciados y que estaban ahí fuera, robando cosas.

      —En ese entonces la CAHR todavía pensaba que teníamos escasa inteligencia —dijo Micah—. En realidad, creo que fue el plan organizado de los Reiniciados para vaciar todas las bases

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