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iglesia otras costumbres “mundanas”.

      Además de la música, se continuó enfatizando la predicación como la parte más importante del culto, manteniendo los domingos en la mañana el esquema de culto de adoración y edificación, el culto evangelístico los domingos en las noches, y el culto de oración a mitad de semana.

      Década 1980: Culto televisivo o de entretenimiento

      Sin duda, esta modalidad hizo que algunas iglesias optaran por —y adoptaran—una liturgia de los medios que, según el comunicador peruano Rolando Pérez, muestra una apropiación significativa de la estructura del mundo del espectáculo. Pérez dice:

      Si bien esta observación es válida para un sector de la iglesia (los de corte neopentecostal y carismático prin­cipalmente), notamos que la gran mayoría no se identificó totalmente con este estilo de culto, sino que, más bien, para matizar sus servicios, prefirió tomar ciertos elementos como los aplausos, el modelo del pastor-animador, el reemplazo del clásico púlpito por una plataforma cargada de instrumentos, luces y equipos de vídeos y otros. De cualquier manera, no se puede negar que muchos ele­mentos propios de los medios masivos han sido incor­porados por muchas iglesias modernas; las cuales ahora tienen maquilladores, diseñadores, luminotécnicos, pro­ductores de música y TV, y hasta profesionales que hacen “casting” para seleccionar a los jóvenes (varones y mujeres) que se pararán a dirigir la danza en la plataforma durante los cultos dominicales.

      Década 1990: El culto renovado

      El culto renovado con toda su explosión musical, ha dado lugar a la amateurización de la música y de la liturgia en la iglesia. Los llamados “ministerios de alabanza y adoración” encargados del culto, son grupos conformados, mayormente, por jóvenes diestros en la ejecución de sus instrumentos, pero neófitos en la vida cristiana y carentes de formación teológica en lo referente al uso de la música en la iglesia. Los pastores, por lo regular, han dejado en manos de estos músicos toda la responsabilidad del culto, quienes, al no tener mayores referentes eclesiásticos, se han volcado a transferir, acríticamente, componentes de la cultura del entretenimiento a los servicios dominicales, creando así un nuevo tipo de culto, al que también se le llama “culto de celebración”, donde la reverencia y otros elementos del culto cristiano casi han desaparecido.

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