ТОП просматриваемых книг сайта:
Relatos de un hombre casado. Gonzalo Alcaide Narvreón
Читать онлайн.Название Relatos de un hombre casado
Год выпуска 0
isbn 9788468680941
Автор произведения Gonzalo Alcaide Narvreón
Жанр Языкознание
Серия Relatos de un hombre casado
Издательство Bookwire
Relatos de un hombre casado
“Velos caídos”
G. Narvreón
© G. Narvreón
© RELATOS DE UN HOMBRE CASADO - Velos Caídos –
ISBN papel: 978-84-686-8092-7
ISBN pdf: 978-84-686-8093-4
ISBN epub: 978-84-686-8094-1
Impreso en España
Editado por Bubok Publishing S.L
Dedicatoria
A Andrea y a todas las mujeres que comprenden la diferencia entre el amor y los deseos sexuales más primitivos de cualquier hombre
G. Narvreón
Índice
Portada
Deseos reprimidos
Lanzado a la aventura
Un mundo nuevo
Fausto, un Adonis de mármol
Patricio, la primera advertencia…
Facundo, un macho bien plantado
Repitiendo con Facundo
Marianito, el abogado
Encuentro postergado
Una amistad conveniente
El compañero ideal
El depredador
Chateando con Jorge
Jorge, un torbellino
Transitando por un terreno pantanoso
Jugando al límite
Una decisión inteligente
Bicho raro
La persona equivocada
Velos caídos
Un reverendo idiota
Vox populi
Decisión inesperada
Acomodando jugadores
Introducción
“...Ya está, lo sé todo...” Fueron las gélidas, tajantes y temibles palabras que emitió Andrea cuando Gonzalo se acercó a la cocina.
Solo era cuestión de tiempo y Gonzalo lo sabía; tenía claro, que más allá de sus sentimientos por Andrea y de las múltiples ocasiones en las que había estado a punto de confesárselo, finalmente, de una u otra manera, la verdad saldría a la luz… y ese fue el día…
G. Narvreón
Capítulo I
Deseos reprimidos
Imagino que desde siempre lo supe; la atracción que me provocaban los hombres era una realidad. El intentar comprenderlo y el autosatisfacer mis deseos, hicieron que mi paso hacia la adultez resultara complicado y tortuoso.
Tal como lo hace cualquier adolescente que comienza a explorar su cuerpo, tocándose el pene para masturbarse, yo, además, comencé a explorar otras zonas que también me resultaban erógenas y luego de debutar con mi primera puñeta, comencé a jugar con mi ano y a percibir sensaciones que también me resultaban sumamente placenteras.
Lejos estaba de contar con la información a la que se puede acceder hoy, ni Internet, ni líneas telefónicas de contactos, ni videos; solo alguna revista porno gay en algún puesto de la estación Retiro, que, en algunas ocasiones, al regresar del trabajo, me animé a comprar, hasta allí se limitaban mis posibilidades de acceder a otro hombre. Solo podía ser espectador en un vestuario, antes o luego de los entrenamientos de natación, momentos