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pensó Riley.

      Después de la cena, las chicas subieron a sus habitaciones y Gabriela limpió la cocina. Ryan sirvió dos vasos de whisky americano, uno para él y otro para Riley, y ambos se sentaron en la sala de estar.

      Se quedaron callados por un tiempo.

      “Subiré para hablar con April”, dijo Ryan finalmente.

      “¿Por qué?”, preguntó Riley.

      “Está siendo grosera. Y está siendo irrespetuosa contigo. No deberíamos dejarla salirse con la suya”.

      Riley suspiró.

      “No está siendo grosera”, dijo.

      “Bueno, ¿cómo lo llamarías tú?”.

      Riley se puso a pensar por un momento.

      “Ella realmente le importa todo esto”, dijo. “Está preocupada por su amiga Tiffany, y se siente impotente. Teme que algo terrible le sucedió a Lois. Deberíamos estar alegres de que está pensando en otros. Significa que está madurando”.

      Se quedaron callados otra vez.

      “¿Qué crees que pasó realmente?”, preguntó Ryan. “¿Crees que Lois se suicidó o fue asesinada?”.

      Riley negó con la cabeza.

      “Quisiera saberlo”, dijo. “He aprendido a confiar en mis instintos. Pero mis instintos no me están diciendo nada. No tengo ni la menor idea qué fue lo que pasó”.

      Ryan le dio unas palmaditas a su mano.

      “Bueno, nada de lo que sucedió es tu responsabilidad”, dijo.

      “Tienes razón”, dijo Riley.

      Ryan bostezó.

      “Estoy cansado”, dijo. “Creo que me iré a dormir”.

      “Yo me quedaré aquí un rato”, dijo Riley. “No estoy lista para dormir todavía”.

      Ryan subió, y Riley se sirvió otra gran bebida. La casa estaba tranquila, y Riley se sentía sola y extrañamente impotente, tal y como April seguramente se estaba sintiendo. Pero, después de otra bebida, empezó a relajarse y pronto se sintió soñolienta. Se quitó los zapatos y se estiró en el sofá.

      Un poco más tarde, se despertó para descubrir que alguien la había arropado. Ryan debió haber bajado para ver cómo estaba y asegurarse de que estuviera cómoda.

      Riley sonrió, sintiéndose menos sola ahora. Luego se quedó dormida otra vez.

      *

      Riley sintió un destello de déjà vu cuando April se apresuró hacia el garaje de los Pennington.

      Riley la llamó, justo como había hecho ayer.

      “April, ¡aléjate de allí!”.

      Esta vez, April quitó la cinta policial antes de abrir la puerta.

      Luego April desapareció en el garaje.

      Riley corrió tras ella.

      El interior del garaje era mucho más grande y más oscuro de lo que había sido ayer. Parecía un enorme almacén abandonado.

      Riley no veía a April por ningún lado.

      “April, ¿dónde estás?”, gritó.

      La voz de April resonó en el aire.

      “Estoy aquí, mamá”.

      Riley no sabía de dónde provenía la voz.

      Se volteó lentamente, mirando hacia la oscuridad interminable.

      Finalmente se encendió una luz del techo.

      Riley quedó pasmada.

      Colgada de una viga estaba una chica un par de años mayor que April.

      Estaba muerta, pero sus ojos estaban abiertos y estaban mirando a Riley fijamente.

      Y, esparcidas alrededor de la muchacha, en mesas y en el piso, había cientos de fotos que mostraban a la niña y su familia en diferentes momentos de su vida.

      “¡April!”, gritó Riley.

      Ninguna respuesta llegó.

      Riley se despertó y se sentó, casi hiperventilando del terror de su pesadilla.

      Respiró profundamente para no gritar con todas sus fuerzas...

      “¡April!”.

      Pero ella sabía que April estaba arriba durmiendo.

      Toda la familia dormía, excepto ella.

      “¿Por qué tuve ese sueño?”, se preguntó.

      Le tomó un momento para saber la respuesta.

      Se dio cuenta de que sus instintos por fin habían accionado.

      Sabía que April tenía razón, algo no cuadraba en la muerte de Lois.

      Y ella tenía que hacer algo al respecto.

      CAPÍTULO CINCO

      Riley sintió un frío extraño cuando se bajó de su carro en la Universidad de Byars. No era solamente el clima. La escuela tenía un ambiente extrañamente inhóspito.

      Se estremeció a lo que miró a su alrededor.

      Los estudiantes estaban andando por el campus, bien cubiertos para protegerse del frío, apresurándose a sus destinos y apenas hablándose. Ninguno de ellos se veía feliz de estar aquí.

      “No es de extrañar que este lugar hace que los estudiantes quieran matarse”, pensó Riley.

      Por un lado, el lugar parecía pertenecer a una época pasada. Riley sentía que estaba devolviéndose en el tiempo. Los viejos edificios de ladrillo habían sido mantenidos en perfecto estado. También las columnas blancas, reliquias de cuando las columnas eran requeridas en este tipo de ambiente.

      El campus verde era impresionantemente grande, dado que estaba justo en la capital del país. Por supuesto, DC había evolucionado a su alrededor durante los casi doscientos años de su existencia. La escuela pequeña y exclusiva había prosperado, produciendo egresados que tenían éxito en las escuelas de posgrado más prestigiosas del país, y que luego también eran exitosos en puestos de poder en negocios y política. Los estudiantes asistían a universidades como esta para hacer y mantener buenas conexiones que durarían toda la vida.

      Naturalmente, era demasiado costosa para la familia de Riley, incluso con las becas que otorgaban de vez en cuando a excelentes alumnos de familias importantes. No es que jamás quisiera enviar a April aquí, ni a Jilly tampoco.

      Riley entró en el edificio administrativo y encontró el decanato, donde fue recibida por una secretaria seria.

      Riley le mostró a la mujer su placa.

      “Soy la agente especial Riley Paige del FBI. Llamé hace un rato”.

      La mujer asintió.

      “El decano Autrey está por acá”, dijo.

      La mujer llevó a Riley a una oficina grande y sombría con paneles de madera oscura.

      Un hombre elegante y mayor se levantó de su mesa para saludarla. Era alto, con pelo plateado, y llevaba un traje costoso de tres piezas con una pajarita.

      “Agente Paige, supongo”, dijo con una sonrisa fría. “Yo soy el decano Willis Autrey. Por favor, tome asiento”.

      Riley se sentó frente a su escritorio. Autrey se sentó y giró en su silla.

      “No estoy seguro que entiendo la naturaleza de su visita”, dijo. “Tiene algo que ver con el fallecimiento desafortunado de Lois Pennington, ¿cierto?”.

      “Me

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