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tampoco. O sea, no había esperado hacer algo como esto a estas alturas. Tener un arma es una gran responsabilidad, una que muchos adultos no pueden manejar. —Riley sacó el arma del estuche y se la mostró a April—. Esta es un Ruger SR22, una pistola semiautomática calibre 22.

      —¿Una calibre 22? —preguntó April.

      —Créeme, esto no es un juguete. No quiero que entrenes con más calibres aún. Una calibre 22 puede ser tan peligrosa como cualquier otra arma, tal vez más. Más personas mueren por este calibre que cualquier otro. Trátala con cuidado y respeto. Solo la vas a manejar para fines de formación. La mantendré en mi clóset el resto del tiempo. Estará en una caja fuerte que solo se puede abrir con una combinación. Por los momentos, yo soy la única que tendrá esa combinación.

      —Por supuesto —dijo April—. No quiero que esté tirada por ahí.

      Riley añadió: —Y prefiero que no le menciones esto a Jilly.

      —¿Y a Gabriela?

      Riley sabía que era una buena pregunta. Lo de Jilly simplemente era una cuestión de madurez. Podría sentirse celosa y querer una pistola propia, lo cual no sucedería. En cuanto a Gabriela, Riley sospechaba que podría alarmarse al enterarse de que April aprendería a usar un arma.

      —Quizá le diga. Pero todavía no. —Riley sacó el cartucho vacío y agregó—: Siempre debes sabes si el arma está cargada o no.

      Ella le entregó el arma descargada a April, cuyas manos estaban temblando un poco.

      Riley estuvo a punto de decir en broma…

      —Lo siento, no encontré una pistola rosa.

      Pero se lo pensó mejor. No se podía bromear sobre estas cosas.

      April dijo: —Pero ¿qué hago con ella? ¿Dónde? ¿Cuándo?

      —Ahora mismo —dijo Riley—. Vamos.

      Riley metió la pistola en su estuche y se lo llevó con ella mientras bajaban las escaleras. Afortunadamente, Gabriela estaba trabajando en la cocina y Jilly estaba en la sala familiar, así que no tuvieron que hablar de lo que había en el estuche.

      April fue a la cocina y le dijo a Gabriela que ella y Riley iban a salir, y luego se dirigió a la sala familiar y le dijo a Jilly lo mismo. La chica más joven parecía estar fascinada por algo que estaban pasando en la TV, y ella se limitó a asentir.

      Riley y April salieron por la puerta principal y se subieron al auto. Riley las llevó a una tienda de armas llamada Armas Smith, donde había comprado el arma hace un par de días. Cuando ella y April entraron, se encontraron rodeadas de armas de fuego de todo tipo y tamaño colgando de las paredes y en vitrinas.

      Fueron recibidas por Brick Smith, el dueño de la tienda. Era un hombre grande con barba que llevaba una camisa a cuadros y una sonrisa amplia y cordial.

      —Hola, Sra. Paige —dijo—. Me da gusto verla de nuevo. ¿Qué se le ofrece?

      Riley dijo: —Esta es mi hija, April. Vinimos para probar la Ruger que compré aquí hace unos días.

      Brick Smith se veía entretenido. Riley recordó el día que trajo a su propio novio, Blaine, aquí para comprarse un arma. En aquel entonces, Brick se había visto un poco desconcertado por el hecho de que una mujer le estaba comprando un arma a un hombre. Su sorpresa se esfumó a lo que se enteró de que Riley era agente del FBI.

      No se veía ni un poco sorprendido ahora.

      «Se está acostumbrando a mí —pensó Riley—. Excelente. No todo el mundo lo hace.»

      —Vaya, vaya, vaya —dijo, mirando a April—. No me dijo que el arma que estaba comprando era para su hijita.

      Esas palabras sacudieron a Riley un poco...

      ... su hijita.

      Se preguntó si April se había ofendido.

      Riley miró a April y vio que todavía se veía un poco abrumada.

      «Supongo que se siente como una niñita en este momento», pensó Riley.

      Brick llevó a April y a Riley al campo de tiro sorprendentemente grande que quedaba detrás de la tienda, y luego las dejó solas.

      —Lo primero es lo primero —dijo Riley, señalando una lista larga en la pared—. Lee estas reglas. Avísame si tienes una duda.

      Riley se quedó mirando a April leer las reglas, que por supuesto cubrían todos los elementos esenciales de seguridad, incluyendo nunca apuntar el arma en ninguna dirección salvo el objetivo. Mientras April leía con una expresión seria, Riley sintió una extraña sensación de deja vu. Recordó cuando había traído a Blaine aquí para comprar y probar su nueva arma.

      Era un recuerdo algo amargo.

      Durante el desayuno en su casa después de su primera noche haciendo el amor, Blaine le había dicho con vacilación:

      —Creo que necesito comprar un arma. Para tener con qué protegerme en mi casa.

      Obviamente Riley había entendido la razón. Había corrido peligro desde que la conoció. Y resultó que había necesitado esa arma unos días después, no solo para defenderse a sí mismo, sino también a toda la familia de Riley, de un convicto fugitivo peligroso, Shane Hatcher. Blaine casi había matado al hombre.

      Riley volvió a sentir una punzada de culpa por ese terrible incidente.

      «¿Nadie estará a salvo si formo parte de su vida? —se preguntó a sí misma—. ¿Todos los que conozco necesitarán armas por mí?»

      April terminó de leer las reglas, y ella y Riley se dirigieron a una de las cabinas vacías, donde April se colocó los equipos de protección para sus ojos y oídos. Riley sacó el arma del estuche y la colocó enfrente de April.

      April se veía intimidada mientras la miraba.

      «Excelente —pensó Riley—. Debería sentirse intimidada.»

      April dijo: —Esta es diferente a la pistola que le compraste a Blaine.

      —Eso es correcto. Yo le compré una Smith and Wesson 686, un revólver de calibre 38. Un arma mucho más poderosa. Pero sus necesidades son diferentes. Solo quería ser capaz de defenderse a sí mismo. No estaba considerando trabajar en las fuerzas del orden como tú. —Riley levantó el arma y se la mostró a April—. Hay muchas diferencias entre un revólver y una semiautomática. Una semiautomática tiene un montón de ventajas, pero también varias desventajas: tiros errados ocasionales, doble alimentación, balas atascadas. No quería que Blaine tuviera que lidiar con nada de eso, no en caso de una emergencia. Pero tú... Bueno, deberías comenzar a aprender de ellas de inmediato, en un entorno seguro en el que tu vida no esté en peligro.

      Riley comenzó a mostrarle a April lo que necesitaba saber: cómo meterle rondas al cartucho, cómo colocar el cartucho en el arma y ​​cómo descargarlo de nuevo.

      —Ahora bien, esta arma puede ser utilizada tanto en simple acción o doble acción. Simple acción es cuando tienes que montar el martillo antes de apretar el gatillo. Luego el arma carga automáticamente una y otra vez. Puedes disparar rápidamente hasta que el cartucho se vacíe. Esa es la gran ventaja de una semiautomática. —Riley tocó el gatillo y continuó—: Doble acción es cuando haces todo el trabajo con el gatillo. Mientras jalas, el martillo carga y luego el arma se dispara. Si quieres hacer otro tiro, tienes que volver a hacer lo mismo. Eso toma más trabajo, el dedo está jalando en contra de la presión, y disparas más lento. Y eso lo que yo quiero que hagas para empezar.

      Ella apretó un botón para que el blanco de papel estuviera a seis metros y medio de la cabina y luego le mostró a April cómo pararse y dónde colocar sus manos, así como también cómo apuntar.

      Riley dijo: —De acuerdo, tu arma no está cargada. Vamos a hacer unos disparos en seco.

      Como lo había hecho con Blaine, Riley

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