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Читать онлайн.Bill también estaba atormentado porque una joven y brillante agente llamada Lucy Vargas había muerto en el mismo incidente.
“Si tan solo hubiera sido capaz de salvarla”, pensó de nuevo.
Bill había estado de baja desde entonces, preguntándose si alguna vez sería capaz de volver al trabajo. Se había quebrantado por completo, cayendo en el alcohol e incluso contemplando el suicidio.
Riley lo había ayudado. De hecho, probablemente hasta le salvó la vida.
Bill se sentía bastante mejor.
Pero ¿estaba preparado para esto?
Riley seguía mirándolo con preocupación.
“¿Estás seguro de que esto es una buena idea?”, preguntó.
Una vez más, Bill recordó lo que Mike Nevins le había dicho.
“Será una buena terapia”.
Bill le asintió a Riley.
“Creo que sí”, dijo.
Retomaron sus posiciones y levantaron sus armas. Bill habló por el micrófono. “Hostiles y civiles”.
Las mismas acciones que antes comenzaron a desarrollarse, solo que, esta vez, una de las figuras era una mujer envuelta en un velo azul. Ciertamente no era difícil distinguirla entre los hostiles en sus trajes verde militar. Pero ella estaba moviéndose entre los otros en patrones aparentemente aleatorios.
Riley y Bill comenzaron a derribar a los hostiles. Algunas de las figuras masculinas esquivaron las balas, mientras que otras se refugiaron detrás de las barreras, solo para asomarse en momentos impredecibles.
La figura femenina también se movió como si estuviera asustada por los disparos, corriendo de aquí para allá frenéticamente, pero de alguna manera nunca molestándose en ocultarse detrás de una barrera. Su pánico simulado solo hacía más difícil no dispararle accidentalmente.
Bill sintió sudor frío formándose en su frente mientras disparaba una ronda tras otra.
En poco tiempo, Riley y él habían acabado con todos los hostiles, y la mujer en el velo quedó sola, ilesa.
Bill dio un suspiro de alivio y bajó el arma.
“¿Cómo estás?”, preguntó Riley. Bill notó la preocupación en su voz.
“Bastante bien, supongo”, dijo Bill.
Pero sus palmas estaban húmedas, y estaba temblando un poco.
“Tal vez ya sea suficiente”, dijo Riley.
Bill negó con la cabeza.
“No”, dijo él. “Tenemos que probar el siguiente programa”, dijo.
“¿Cuál?”.
Bill tragó grueso.
“Es una situación de toma de rehenes. El civil será asesinado a menos que tú y yo derribemos a dos hostiles al mismo tiempo”.
Riley lo miró con recelo.
“Bill, no sé...”.
“Vamos”, dijo Bill. “Es solo un juego. Intentémoslo”.
Riley se encogió de hombros y levantó su arma.
Bill dijo por el micrófono: “Situación de toma de rehenes. Adelante”.
Los robots volvieron a la vida. La figura femenina se quedó a la intemperie, mientras que los hostiles desaparecieron detrás de las barreras.
Luego dos hostiles aparecieron desde detrás de las barreras, cerniéndose amenazadoramente alrededor de la figura femenina, la cual se tambaleaba hacia atrás y adelante con ansiedad.
Bill sabía que el truco era que Riley y él le dispararan a ambos hostiles justo cuando consiguieran un tiro limpio.
A él le tocaba decidir cuándo dispararían.
Mientras Riley y él apuntaban sus armas con cuidado, Bill dijo...
“Yo acabaré con el de la izquierda, tú con el de la derecha. Dispara cuando diga ‘Adelante’”.
“Listo”, dijo Riley en voz baja.
Bill vigiló cuidadosamente los movimientos y las posiciones de los dos hostiles. Se dio cuenta de que esto sería difícil, mucho más difícil de lo que había esperado.
El mismo segundo en que uno de los hostiles se alejaba, el otro se hostil se posicionaba peligrosamente cerca de la rehén.
“¿Cuándo podremos disparar?”, se preguntó.
Entonces, por un momento fugaz, los dos hostiles se alejaron en direcciones opuestas del rehén.
“¡Adelante!”, espetó Bill.
Pero antes de que pudiera apretar el gatillo, fue inundado por una ráfaga de imágenes...
Estaba caminando hacia un edificio abandonado cuando escuchó un disparo.
Sacó su arma y corrió adentro, donde vio a Lucy tumbada boca abajo en el suelo.
Vio a un hombre joven moviéndose hacia ella.
Instintivamente, Bill le disparó al hombre y lo alcanzó.
El hombre dio una vuelta antes de caerse, y en ese entonces vio que sus manos estaban vacías.
Estaba desarmado.
El hombre solo había estado tratando de ayudar a Lucy.
Mortalmente herida, Lucy se apoyó en su codo y le disparó seis rondas a su verdadero atacante...
...el hombre al que Bill debió haber disparado.
Un disparo del arma de Riley regresó a Bill al presente.
Las imágenes habían ido y venido en un instante.
Uno de los hostiles estaba inclinado, muerto por el disparo de Riley.
Sin embargo, Bill estaba congelado. No podía apretar el gatillo.
El hostil que quedaba se volvió amenazantemente hacia la mujer, y un tiro resonó por los altavoces.
La mujer se dobló y dejó de moverse.
Bill finalmente disparó su arma y alcanzó el hostil, pero ya era demasiado tarde para el rehén, que ya estaba muerta.
Por un momento, la situación pareció terriblemente real.
“Dios mío”, dijo. “Dios mío, ¿cómo dejé que esto sucediera?”.
Bill dio un paso al frente, casi como si quisiera correr para ayudar a la mujer.
Riley se colocó delante de él.
“Bill, ¡no pasa nada! ¡Es solo un juego! ¡No es real!”.
Bill se detuvo en seco, temblando y tratando de calmarse.
“Riley, lo siento, es solo que... todo regresó por unos segundos y...”.
“Yo sé”, dijo Riley reconfortantemente. “Comprendo”.
Bill se desplomó y negó con la cabeza.
“Tal vez no estoy preparado para esto”, dijo. “Tal vez sea suficiente por hoy”.
Riley le dio una palmadita en el hombro.
“No”, dijo. “Creo que deberías terminar”.
Bill respiró profunda y lentamente. Sabía que Riley tenía razón.
Él