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como si la estuvieran anestesiando.

      Ahora, los médicos se estaban mirando el uno al otro.

      "Debe haber algo mal con el suministro", dijo el primero. "Oh Dios, revísala, ¿por favor? Lo último  que necesitamos ahora es otra demanda.”

      Uno de los médicos desapareció, dejando sólo a dos.

      Uno de ellos se inclinó hacia abajo. Alumbró con una lámpara cada una de sus pupilas.

      "¿Consumes drogas?", le preguntó.

      Ella sacudió su cabeza.

      Él no parecía creerle.

      "Porque si consumes drogas que puedan interferir con el propofol necesitamos saberlo. ¿Nada de  anfetaminas?"

      Kate sacudió la cabeza de nuevo. Desesperadamente, quería que le quitaran el tubo de su garganta para poder hablar con ellos.

      Los médicos se miraron sin saber qué hacer. En ese momento, otra persona se acercó a la cama. Era una mujer en un traje.

      "Tenemos una identificación de la chica," dijo. "Había una credencial en su mochila. Kate Roswell de la preparatoria San Marcos El director va a conseguir los números de teléfono de sus padres.”

      Los médicos asintieron.

      "O podría haberle preguntado a ella," dijo uno de ellos, señalando hacia donde Kate estaba acostada, completamente despierta, y parpadeando pacientemente.

      La mujer vaciló.

      "Me dijeron que le habían inducido un coma."

      “Así es," dijo el otro médico.

      Los dos la miraban boquiabiertos, y se veían completamente aturdidos.

      "¿Nos disculpan un momento?"

      Presas del asombro, los dos se alejaron.

      La mujer se volvió hacia Kate.

      "Kate, ¿puedes oírme?", le dijo.

      Kate asintió.

      “¿Entonces eres Kate Roswell, ¿verdad?"

      Kate asintió de nuevo.

      "Soy Brenda Masters, soy una de las trabajadoras sociales del hospital. ¿Alguien te dijo lo que pasó?”

      Kate sacudió la cabeza. Pero no necesitaba que le contaran. Se acordaba de todo. La casa rodante que golpeó su cuerpo, rompiendo sus huesos en pedazos. La oscuridad que cubrió su visión mientras sentía la muerte acercársele. Y Elijah. Elijah con sus colmillos que hundió en su cuello.

      “Típico de los doctores" dijo la mujer. "Nunca se acuerdan de hablar con los pacientes." Brenda se sentó en una silla junto a Kate. “Te golpeó una casa rodante. Estás en el Hospital Santa Bárbara. Voy a trabajar contigo y con tus padres, mientras te recuperas. No te preocupes, van a estar aquí muy pronto.”

      Brenda le dio in golpecito en el brazo.

      Pero lo último que Kate quería ahora era a su familia. Sin duda, encontrarían alguna manera de culparla. Le dirían que había sido imprudente por haber dejado que los frenos de su bicicleta se gastaran, o por bajar esa colina tan rápidamente. Podía imaginar a su madre atacándola. Peor aun, podría llegar a afirmar que Kate estaba buscando atención porque Madison iba a la universidad, y por no tener un pastel en su cumpleaños. Un millón de pensamientos cruzaron por su mente y los ojos se le llenaron de lágrimas.

      Una pequeño ceño apareció entre las cejas de Brenda. “¿No quieres que vengan tus padres?", le preguntó.

      Kate sacudió la cabeza de nuevo y una lágrima cayó por su mejilla.

      La mujer se veía preocupada por la revelación. Probablemente, no entendía por qué una chica de diecisiete años de edad, que había sufrido un accidente casi fatal, no quería a su familia junto a ella. Probablemente, nunca había conocido a nadie como los Roswells.

      "¿Has hecho algo que no debías?", Brenda dijo suavemente. "Porque si te preocupa que vayan a enojarse contigo, estoy segura de que no será así. Sólo querrán saber que estás bien.”

      Kate sacudió la cabeza de nuevo. Se enojarían, sí, pero no por lo que había hecho. Sino porque existía.

      Sus lágrimas empezaron a caer a torrentes.

      "Tenemos que informar a tus padres", dijo la mujer. “Legalmente, eres una menor." Entonces, su voz se suavizó. "Kate, voy a preguntarte algo importante y quiero que pienses cómo vas a contestar. Asiente con la cabeza, si estás de acuerdo con lo que digo y no muevas la cabeza si no lo estás. Kate, ¿tus padres te lastiman?"

      Kate tragó saliva, la garganta le dolió al tocar el tubo. Cómo deseaba desesperadamente cabecear sí. Pero en su vida no había abuso, no como la mujer lo estaba diciendo. Al menos, no lo creía. Pero, ¿el abuso siempre tenía qué tratarse de golpes y patadas, o podría significar la privación de alimentos, ser condenada al ostracismo por ninguna razón, ser ignorada en un cumpleaños? Kate no lo sabía completamente. Y a pesar de que era consciente de que un simple movimiento de cabeza podría desencadenar toda una serie de eventos, tal vez incluso podrían sacarla de su casa y colocarla con personas que no la despreciaran y quisieran que fuera a la universidad, estaba Max en quien necesitaba  pensar. No podía hacer que viviera ese tipo de trauma, no era más que un niño.

      Ella sacudió su cabeza.

      La mujer asintió, aparentemente estaba satisfecha con la respuesta. Probablemente, pensó que Kate era una tonta fugitiva adolescente. Que se había ido a buscar emociones y estuvo a punto de morir, y estaba tratando de evitar de que la castigaran.

      "Voy a llamarlos," dijo la mujer, levantándose y alisándose la falda.

      Ella se fue y Kate se dio cuenta de que estaba sola por primera vez. El tubo en su garganta la estaba volviendo loca. Le picaba como loco. Y, con desesperación, quería poder hablar. Tenía que preguntarle a alguien donde estaba Elijah. Se acordó que la levantó en sus brazos. ¿Por qué no fue con ella en la ambulancia? Él debió haberla llamado.

      Cuando Kate pudo sentarse en la cama, finalmente tuvo una buena vista de la sala. Estaba llena de otras personas que estaban dormidas. Todas estaban en coma, tal como se suponía que ella estaba. La habían levado allí esperando que la hinchazón que pudiera tener en su cerebro disminuyera. Pero su cuerpo había rechazado completamente las medicinas.

      Sus huesos también se habían curado. Es lo que había dicho el médico. Cada hueso de su brazo -cúbito, radio, húmero- se había sido destrozado y sin embargo no sentía ningún dolor. De hecho, sus brazos estaban funcionando perfectamente bien. Podía girar sus manos delante de ella y mover todos los dedos. De hecho … tocó su boca y encontró una boquilla plástica extraña. Puso sus dedos debajo de ella y empezó a jalar.

      El tubo comenzó a deslizarse hacia arriba por su garganta. Era muy incómodo, pero siguió tirando hasta que todo estuvo fuera. Finalmente, pudo tomar una buena respiración. Tiró el tubo al piso, contenta de librarse de él.

      La otra cosa irritante era el IV en su brazo. Arrancó el apósito que lo fijaba en su piel y jaló la aguja. Sangre salió de su piel y ella la lamió instintivamente.

      Sin los tubos y cables, se sintió mucho más cómoda, y pudo evaluar la situación. Su cuerpo se sentía diferente, pero no de una mala manera. No sentía dolor en ningún lado. La única incomodidad que sentía, ahora que el tubo estaba afuera, era una sensación punzante en el estómago. Se moría de hambre. ¿Era algo habitual sentir hambre después de tener una experiencia cercana a la muerte?

      Se tocó el cuerpo a través del delgado vestido de papel. Todo estaba donde se suponía. Le molestó un poco que probablemente habían cortado toda su ropa para comprobar si tenía heridas, que no encontraron. Pero … ¿cómo podía ser que no hubiera sufrido ninguna lesión? No tenía fisuras en las costillas ni pulmones perforados. No había ningún órgano roto, para nada. Todo eso era muy confuso.

      Se dio cuenta de que habían llevado su mochila con ella. Se agachó y encontró el libro de Amy cubierto con el chocolate aplastado de Dinah. Luego, a la derecha en la parte inferior, encontró

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