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Читать онлайн.Él la miró, impresionado por su valor.
“Eres muy valiente”, dijo. “Te admiro por ello. Aún así, te pones en peligro. Si te cogen allá fuera, podrían matarte”.
“O peor”, añadió Selese.
Angel los miró de nuevo, orgullosa, insistente.
“Moriré de todas formas, Thorgrin”, respondió Angel. “Esto lo aprendí hace tiempo. Mi vida me lo enseñó. Mi enfermedad me lo enseñó. Morir no me importa; solo vivir es lo que importa. Y vivir libre, libre de las ataduras de los hombres”.
Thor la miró, inspirado, sorprendido de su sabiduría a una edad tan temprana. Ella ya sabía más sobre la vida que la mayoría de los grandes maestros que él había conocido.
Thor asintió con la cabeza solemnenmente. Podía ver el espíritu guerrero dentro de ella y no lo iba a refrenar.
“Ve entonces”, dijo. “Sé rápida y silenciosa. Si ves alguna señal de peligro, vuelve a nosotros. Tú eres más importante que aquella espada”.
Angel se alegró, estaba animada. Se dio la vuelta rápidamente y corrió a través de la bodega, andando torpemente con las manos detrás de su espalda, hasta llegar a los listones. Allí se arrodilló y miró hacia fuera, sudando, con los ojos abiertos como platos por el miedo.
Finalmente, viendo su oportunidad, Angel pasó la cabeza a través de un agujero que había en los listones, lo suficientemente ancho para que ella pasara. Se contoneó para poder pasar por él y se dio impulso hacia fuera con los pies.
Un instante después, desapareció de la celda y Thor vio que estaba de pie en cubierta.
Su corazón latía fuerte mientras rezaba por su seguridad, rezaba para que pudiera coger su espada y volver antes de que fuera demasiado tarde.
Angel, que estaba de pie, se puso de cuclillas y fue corriendo hacia la espada; la alcanzó con su pie descalzo, lo colocó en la empuñadura y lo deslizó.
La espada hizo un ruido fuerte al deslizarse por cubierta, hacia la bodega. Cuando estaba a tan solo unos centímetros de los listones, de repente, una voz cortó el aire.
“¡Pequeña asquerosa!” exclamó un pirata.
Thor vio que todos los piratas se giraban hacia ella y después echaban a correr tras ella.
Angel corrió, intentando volver, pero la cogieron antes de que pudiera conseguirlo. La agarraron y la alzaron en brazos y Thor vio cómo se dirigían hacia la barandilla, como si se prepararan para arrojarla al mar.
Angel consiguió levantar el talón con fuerza y, al impactar con él directo en medio de las piernas del pirata, se oyó un quejido. El pirata que la sujetaba gimió y la soltó y, sin dudarlo, Angel fue corriendo por la cubierta, llegó a la espada y le dio un puntapié.
Thor observó, emocionado, cómo la espada se colaba entre las grietas e iba a parar a la bodega, justo a sus pies, con un fuerte golpe.
Entonces se oyó un grito cuando uno de los piratas dio una bofetada a Angel. Los otros la alzaron y la llevaron de vuelta a la barandilla, preparados para tirarla al mar.
Thor, sudoroso, tenía más miedo por Angel que por él mismo, miró hacia su espada y sintió una intensa conexión con ella. Su conexión era muy fuerte. A Thor no le hacía falta usar sus poderes mágicos. Le hablaba, como si lo hiciera con un amigo, y sentía que le escuchaba.
“Ven a mí, amiga mía. Líberame de mis ataduras. Vamos a estar juntos de nuevo”.
La espada atendió su llamada. De repente, se levantó en el aire, flotando tras su espalda y cortó sus cuerdas.
Thor inmediatamente se dio la vuelta, agarró la empuñadura en el aire y bajó la espada, cortando las cuerdas de sus tobillos.
Entonces se puso de pie de un salto y cortó las cuerdas de todos los demás.
Thor se giró y se dirigió a los listones, levantó su bota y dio una patada a la puerta de madera. Hecha añicos, salió volando en pedazos mientras él salía disparado a la luz, libre, espada en mano y decidido a rescatar a Angel.
Thor corrió a toda velocidad por cubierta y fue directamente a los hombres que sostenían a Angel, que se retorcía en sus brazos, con miedo en los ojos mientras se acercaban a la barandilla.
“¡Soltadla”, exclamó Thor.
Thor corría hacia ella, derribando a los piratas que se acercaban a él por todos lados, rajándoles el pecho antes de que pudieran atacar – ninguno de ellos podía igualarse a él y a la Espada de los Muertos.
Se abrió camino en el grupo, de un golpe se sacó a los dos últimos del camino, después estiró el brazo y agarró por atrás la camisa del último pirata justo antes de que la tirara abajo. De un tirón lo trajo hacia él, tirando a Angel de vuelta por encima de la barandilla, le torció el brazo al pirata para que la soltara. Ella fue a parar segura a cubierta.
Entonces Thor agarró al hombre y lo lanzó por la borda. Cayó en picado en el mar helado, gritando.
Thor oyó pasos y, al darse la vuelta, vio docenas de piratas que se le echaban encima. Esta no era una barca pequeña sino un enorme barco profesional, tan grande como cualquier barco de guerra y albergaba, por lo menos, a cien piratas, todos ellos curtidos, acostumbrados a una vida de matar en el mar. Todos ellos atacaban, dando claramente la bienvenida a la lucha.
Los hermanos de la Legión de Thor empezaron a salir de la bodega, cada uno de ellos corriendo hacia delante para recuperar sus armas antes de que los piratas las pudieran alcanzar. Elden, de un saltó, evitó a un pirata que quería cortarle el cuello con un machete, entonces lo agarró y, de un cabezazo, le rompió la nariz al pirata. Le arrebató el machete de la mano y lo cortó por la mitad. A continuación, de un salto, fue a por su hacha de batalla.
Reese tomó su alabarda, O’Connor su arco, Indra su lanza, Matus su mayal y Selese su saco de arena, mientras Angel pasó rápidamente por delante de ellos y dio una patada en la espinilla a un pirata antes de que este lanzara un puñal a Thor. El pirata gritó y se agarró la pierna y el puñal salió volando por la borda.
Thor fue al ataque hacia delante y saltó hacia el grupo, dando una patada a un pirata en el pecho y rajando a otro, después dio la vuelta y rajó a otro en el brazo antes de que pudiera alcanzar a Reece con su machete. Otro atacó e hizo oscilar un garrote dirigido a su cabeza y Thor se agachó, mientras el garrote pasaba de largo zumbando. Se disponía a apuñalarlo, pero Reece dio un paso adelante y usó su alabarda para matarlo.
O’Connor soltó dos flechas que pasaron, como un zumbido, por delante de Thor y Thor se dio la vuelta y vio cómo dos piratas, que le atacaban por la espalda, caían muertos. Divisó un pirata que iba directo a Angel y Thor estaba a punto de alcanzarlo cuando O’Connor se adelantó y le clavó una flecha en la espalda.
Thor oyó pasos y, al girarse, vio a un pirata atacando a O’Connor por la espalda con un garrote. Thor embistió y, sintiendo cómo la Espada de los Muertos vibraba, partió el grueso garrote en dos y después apuñaló al pirata en el corazón antes de que pudiera alcanzarlo. Thor entonces dio la vuelta, pegó una patada a otro hombre en las costillas y, dirigido por la Espada de los Muertos, cortó la cabeza del hombre. Thor estaba maravillado. Era como si la espada tuviera un corazón latiente propio y deseara que Thor hiciera lo que ella quería que hiciera.
Mientras Thor daba cuchilladas con furia en todas direcciones, una docena de hombres se amontonó delante de él, que estaba cubierto de sangre hasta los codos cuando, de repente, un pirata saltó por detrás sobre su espalda. El mercenario alzó un puñal y lo dirigió hasta la parte de atrás del hombro de Thor y estaba demasiado cerca, y era demasiado tarde, para que Thor pudiera reaccionar.
Thor divisó, por el rabillo del ojo, un objeto que era lanzado en el aire hacia él y, de repente, notó que el hombre lo soltaba y caía sobre cubierta. Al darse la vuelta vio que Angel estaba allí y que acababa de tirar una piedra y entendió que había impactado a la