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Tullerías," dijo Caleb. "El mismo jardín del siglo 21. Nada ha cambiado. Sigue siendo el lugar más romántico de París."

      Con una sonrisa, él se acercó y le tomó la mano. Pasearon por un sendero que se abría paso a través del jardín. Ella nunca se había sentido tan feliz.

      Había tantas preguntas que ardía en deseos de preguntarle, tantas cosas que se moría por decirle, que no sabía por dónde empezar. Pero tenía que empezar en alguna parte, así que empezaría con lo que era más reciente.

      "Gracias," dijo ella, "por Roma. Por el Coliseo. Por salvarme ", dijo. "Si no hubieras llegado, no sé qué habría pasado."

      Ella se volvió y lo miró, repentinamente insegura. "¿Te acuerdas?", preguntó con preocupación.

      Él se dio la vuelta y la miró y asintió. Ella se sintió aliviada. Al menos, por fin, estaban hablando de lo mismo. Recordaba nuevamente. Eso por sí solo le significaba muchísimo.

      "Pero yo no te salvé", dijo. "Tú te las arreglaste muy bien sin mí. Por el contrario, tú me salvaste. Sólo estando contigo -No sé qué haría sin ti", él dijo.

      Cuando él le apretó la mano, ella sintió cómo todo su mundo rehacía en su interior.

      Mientras deambulaban por los jardines, miró con asombro todas las variedades de flores, las fuentes, las estatuas … Era uno de los lugares más románticos que jamás había visto.

      "Y lo siento", añadió.

      Él la miró, y a ella le dio miedo decirlo.

      "Por tu hijo."

      Su rostro se ensombreció y cuando él apartó la mirada, ella pudo ver su dolor.

      Qué estúpida, pensó. ¿Por qué siempre tienes que arruinarlo todo? ¿Por qué no esperaste otro momento?

      Caleb tragó saliva y asintió con la cabeza, estaba demasiado abrumado por la pena que ni siquiera podía hablar.

      "Y siento lo de Sera," añadió Caitlin. "Nunca tuve la intención de meterme entre los dos."

      "No te disculpes", dijo. "No tiene nada que ver contigo. Era algo entre ella y yo. No estábamos destinados a estar juntos. Fue un error desde el principio."

      "Bueno, y siento por lo que pasó en Nueva York", agregó, sintiéndose aliviada al sacarlo de su pecho. "Nunca te habría apuñalado si hubiera sabido que eras tú. Te lo juro, pensé que eras otra persona, fue un cambio de forma. Nunca en un millón de años pensé que eras tú."

      Sintió que se resquebrajaba al pensarlo.

      Él se detuvo, la miró y la tomó de los hombros.

      "Nada de eso importa ahora", dijo con seriedad. "Has regresado para salvarme. Y sé que lo hiciste a un gran costo. Podría no haber funcionado. Y arriesgaste tu vida por mí. Y renunciaste a nuestro hijo por mí ", dijo, mirando hacia abajo de nuevo con un dolor momentáneo. "Te quiero más de lo que podría decirte", dijo, sin dejar de mirar el suelo.

      Él la miró con los ojos húmedos.

      En ese momento, se besaron. Ella sintió que se derretía en sus brazos, sintió que todo su mundo se relajaba, mientras se besaban por lo que parecía una eternidad. Era algo extraordinario que le ocurría junto a él, y en cierto modo, sentía que lo estaba conociendo por primera vez.

      Finalmente, poco a poco se apartaron, mirándose profundamente en los ojos.

      Luego ambos desviaron la mirada con recato, se tomaron de las manos y continuaron su paseo por los jardines, junto al río. Ella veía lo hermoso y romántico que era París y que en ese momento todos sus sueños se estaban haciendo realidad. Eso era todo lo que había querido en la vida. Estar con alguien que – realmente la amara, la amara. Estar en una ciudad tan bonita, en un lugar tan romántico. Sentir que podría tener una vida por delante.

      Caitlin sintió el casco enjoyada en su bolsillo y le molestó. No quería abrirlo. Quería mucho a su padre, pero no quería leer una carta de él. Supo en ese momento que no quería continuar con esa misión por más tiempo. No quería correr el riesgo de tener que retroceder en el tiempo otra vez, o tener que encontrar las otras llaves. Sólo quería estar allí, en ese momento, en ese lugar, con Caleb. En paz. No quería que nada cambiase. Estaba decidida a hacer lo que necesitara para  proteger su vida juntos, para permanecer juntos. Y una parte de ella sentía que eso significaba renunciar a la misión.

      Ella se volvió y lo miró. Estaba nerviosa de decírselo pero sintió que tenía que hacerlo.

      "Caleb", dijo, "no quiero buscar más. Me doy cuenta de que tengo una misión especial, que tengo que ayudar a los demás y encontrar el Escudo. Y puede sonar egoísta, y lo siento si lo es. Pero yo sólo quiero estar contigo. Eso es lo más importante para mí ahora. Permanecer en esta época y en este lugar. Tengo la sensación de que si continuamos la búsqueda, vamos a terminar en otro tiempo, en otro lugar. Y podríamos no estar juntos la próxima vez … " Caitlin se detuvo y se dio cuenta de que estaba llorando.

      Ella respiró hondo en silencio. Se preguntó lo que pensaba él de ella y esperaba que no la desaprobara.

      "¿Me entiendes?", preguntó, tentativamente.

      Él se quedó mirando hacia el horizonte, se veía preocupado y, finalmente, se volvió y la miró. Cailtlin se preocupó aun más.

      "No quiero leer la carta de mi padre o encontrar más pistas. Sólo quiero que estemos juntos. Quiero que las cosas se queden tal y como están ahora. No quiero que cambien. Espero que no me odies por eso."

      "Yo nunca voy a odiarte", él dijo en voz baja.

      "Pero no te parece bien", ella preguntó. "¿Crees que debería continuar con la misión?"

      Él apartó la mirada, pero no dijo nada.

      "¿Qué pasa?", preguntó. "¿Estás preocupado por los demás?"

      "Supongo que debería estarlo", dijo. "Y lo estoy. Pero también tengo razones egoístas. Supongo que … en el fondo, esperaba que si encontramos el escudo, de alguna manera podría traer de regreso a mi hijo. Jade."

      Caitlin sintió un terrible sentimiento de culpa, al darse cuenta de que él equipataba su abandono de la misión con dejar ir a su hijo para siempre.

      "Pero no es así", ella dijo. "No sabemos que el Escudo, si es que existe, vaya a traerlo de vuelta. Pero sí sabemos que si no buscamos, podremos estar juntos. Estoy hablando de nosotros. Eso es lo que más me importa." Hizo una pausa."¿Es eso lo más importante?"

      Él miró hacia el horizonte y asintió con la cabeza. Pero no la miró.

      "¿O es que sólo me quieres porque puedo ayudarte a encontrar el escudo?", ella le preguntó.

      Ella se sorprendió a sí misma por tener el coraje de expresar la pregunta. Era una pregunta que había estado ardiendo en su mente desde que lo había conocido. ¿Él sólo la quería por lo que ella le podía brindar? ¿O la amaba por ella? Ahora, finalmente, había formulado la pregunta.

      El corazón le latía con fuerza mientras esperaba la respuesta.

      Finalmente, él se volvió y la miró profundamente a los ojos. Extendió su mano y le acarició suavemente la mejilla con el dorso de su mano.

      "Te quiero por ti," dijo. "Y siempre lo he hecho. Y si estar contigo significa renunciar a la búsqueda del Escudo, entonces eso es lo que haré. Yo también quiero estar contigo. Quiero buscar la espada, sí. Pero, tú eres mucho más importante para mí ahora."

      Caitlin sonrió, sintiendo en su corazón algo que no había sentido en mucho tiempo. Una sensación de paz, de estabilidad. Nada podría interponerse en su camino.

      Èl apartó el pelo de la cara de Caitlin y rompió en una sonrisa.

      "Es gracioso", dijo, "he vivido aquí una vez. Hace siglos. No en París, pero en el interior. En un pequeño castillo. No sé si todavía existe. Pero podemos buscarlo."

      Ella sonrió y de repente él la cargó sobre su espalda y saltó en el aire. En

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