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a agarrarlo. Su teléfono debía estar en algún lugar de la casa. Tal vez en su bolso. Probablemente en su dormitorio.

      Caitlin se levantó del sofá.

      "Tienes razón", Caitlin dijo. "Su teléfono. Debe estar en su dormitorio.”

      Caitlin atravesó el cuarto y subió la escalera con Polly y Ruth tras sus talones.

      Se apresuró a la habitación de Scarlet, vio las sábanas y las almohadas vueltas hacia arriba, vio el hueco en la plancha de yeso donde Caleb había caído y se había golpeado la cabeza, y lo recordó todo. Se sintió mareada mientras revivía todo nuevamente. Se veía como si hubiera ocurrido un desastre.

      Caitlin sintió una oleada de determinación mientras revisaba la habitación. Buscó entre el desorden, en su escritorio, en su tocador, entonces vio su bolso colgado en una silla. Buscó en el bolso, sintiéndose un poco culpable, y palpó su teléfono. Lo sacó, victoriosa.

      “¡Lo encontraste!" Polly gritó, corriendo hacia ella.

      Todavía tenía un poco de batería. Lo abrió, sintiéndose mal por estar espiando, pero necesitaba hacerlo. No sabía los números de los amigos de Scarlet, y no tenía otra forma de ponerse en contacto con ellos.

      Apretó los contactos de Scarlet, y luego fue a sus favoritos. Movió el cursor por la lista y vio docenas de nombres. Reconoció algunos nombres y otros no.

      "Deberíamos llamar a todos", Polly dijo. "Uno por uno. Tal vez alguien sepa algo.”

      Caitlin se quedó sin moverse, como paralizada, de repente se sintió abrumada. Cuando fue a marcar el primer contacto, se dio cuenta cómo le temblaban las manos.

      Polly también lo notó; se acercó y puso una mano sobre la muñeca de Caitlin, y la miró.

      "Caitlin, cariño, todavía estás en shock. Déjame llamar a todas estas personas. Por favor. Me daría algo que hacer. Siéntate y descansa. Has pasado por un infierno, y ya has hecho todo lo que estaba a tu alcance."

      Caitlin sabía que Polly tenía razón. No estaba realmente en su sano juicio. Miró el teléfono y, por un momento, casi olvidó lo que estaba haciendo. Extendió la mano y se lo pasó a Polly.

      Caitlin se dio vuelta y salió de la habitación y, en unos instantes, oyó la voz de Polly mientras hablaba con alguien en la línea.

      "¿Eres Heather?" Polly llamó. “Yo soy Polly Paine. Soy la tía de Scarlet Paine. Lamento molestarte, pero estamos buscando a Scarlet. ¿La has visto?”

      Poco a poco, la voz de Polly se iba desvaneciendo mientras Caitlin bajaba los escalones. Se agarraba de la barandilla, se sentía mareada, como si el mundo fuera a desplomarse debajo de ella.

      Finalmente, entró a la sala, se acercó a una silla grande y mullida, y se hundió en ella. Se sentó allí, mirando por la ventana, la cabeza le daba vueltas. A pesar de sus mejores esfuerzos, las imágenes pasaban por su mente: Scarlet en la cama, gritando; su gruñido, cuando arrojó a Caleb, saliendo de la casa .... ¿Todo eso había sido real?

      Mientras pensaba en todo ello, no podía dejar de recordar su reunión con Aiden. Sus palabras, su diario. ¿Su diario había causado todo eso? ¿Por qué había tenido que ir a ese estúpido ático? ¿Por qué tuvo que ir a verlo? Si no lo hubiera hecho, si no lo hubiera tocado, ¿todo esto habría sucedido?

      Pensó en la advertencia de Aiden, que Scarlet desataría el vampirismo de nuevo en el mundo.

      Es necesario que la detengas.

      Caitlin se quedó sentó allí, mientras se preguntaba. ¿Qué estaba haciendo Scarlet en ese momento? ¿Se estaba alimentando de la gente? ¿Se estaba convirtiendo en un vampiro? ¿Lo estaba propagando? ¿El mundo nunca sería el mismo? ¿Era Caitlin la responsable de eso?

      Caitlin tenía ganas de agarrar el teléfono y llamar a Aiden.Para presionarlo. Exigirle que le dijera todo, hasta el último detalle.

      Pero no se atrevía. Agarró el teléfono y lo sostuvo pero algo dentro de ella la detuvo. Recordó las palabras finales de Aiden, que le provocaron una nueva oleada de náuseas. Quería a Scarlet más que a la vida misma, y nunca podría hacerle daño.

      Mientras seguía sentada allí, con el teléfono en la mano, mirando por la ventana, escuchando la voz lejana de Polly en el piso de arriba, su mente daba más vueltas y vueltas. Sintió sus párpados pesados. Antes de que pudiera darse cuenta, estaba profundamente dormida.

*

      Caitlin despertó y se encontró sola en su casa grande y vacía. Todo estaba en silencio. Se quedó sentada allí, preguntándose donde se habían ido todos, se levantó y cruzó la habitación. Curiosamente, todas las persianas y cortinas estaban cerradas. Se acercó a una de las ventanas, y abrió la persiana. Miró hacia fuera y vio un sol rojo sangre, pero esta vez se veía diferente. No parecía la puesta del sol, sino el amanecer. Estaba confundida. ¿Había estado durmiendo toda la noche? ¿Scarlet había vuelto a casa? ¿Y dónde se habían ido todos?

      Caitlin se dirigió hacia la puerta principal. Por alguna razón, sintió que tal vez Scarlet estaba allí, esperándola.

      Lentamente, abrió la pesada puerta y miró hacia fuera. Pero el mundo se veía completamente inmóvil. No había ni una sola persona en la calle, y ni un solo coche a la vista. Todo lo que oía era el canto solitario de un pájaro. Levantó la vista y vio que era un cuervo.

      Caitlin escuchó un ruido repentino, y se volvió y regresó a la casa. Entró a la cocina, buscando alguna señal de alguien. Escuchó otro sonido metálico, y se dirigió a la ventana en la pared del fondo. Las cortinas estaban corridas allí también, lo cual era extraño, porque Caitlin siempre las dejaba abiertas. Tomó las cortinas, y tiró de la cuerda.

      Entonces, dio un salto atrás con miedo. De pie afuera, con su rostro hacia la ventana, estaba el rostro pálido, blanco de un vampiro, completamente calvo, con los colmillos extendidos hacia el cristal. Gruñía y siseaba mientras colocaba sus palmas contra el cristal. Caitlin vio sus largas uñas amarillas.

      Se escuchó otro ruido, y Caitlin se volvió y vio la cara de otro vampiro en la ventana lateral.

      Se oyó el ruido de cristales rotos, Caitlin se dio vuelta y vio otra cara en otra dirección. Este vampiro rompió el vidrio con la cabeza mientras se burlaba de ella.

      De repente, su casa se llenó con el sonido de cristales rotos. Caitlin corrió por la casa y, por todas partes, las paredes eran diferentes a como las recordaba. Ahora, todas eran de cristal, y por donde viera, se corrían las cortinas y se rompían las ventanas cada vez que vampiro tras vampiro pegaba contra los vidrios con su cabeza.

      A medida que más y más ventanas se rompían Caitlin salió corriendo de una habitación a otra, hacia la puerta principal, tratando de escapar.

      Llegó a la puerta principal, la abrió de golpe y se detuvo en seco.

      Allí, de pie, frente a ella, con una mirada mortal en sus ojos, estaba Scarlet. Miraba a Caitlin, se veía más muerta que viva, completamente blanca y con una mirada feroz: quería matar. Aún más sorprendente, detrás de ella había un ejército de vampiros, miles de ellos. Todos estaban esperando para seguirla y precipitarse en la casa de Caitlin.

      “¿Scarlet?", Caitlin preguntó con miedo en su voz.

      Pero antes de que pudiera reaccionar, Scarlet hizo una mueca, se echó hacia atrás, y se abalanzó sobre Caitlin, dirigiendo sus colmillos a su garganta.

      Caitlin se despertó gritando e irguiéndose en la silla. Se tomó la garganta, frotándola con una mano, mientras con la otra mano, trataba de alejar a Scarlet.

      “¿Caitlin? ¿Estás bien?”

      Después de varios segundos, Caitlin se calmó y miró hacia arriba y se dio cuenta que no era Scarlet. Era Sam. Al principio, estaba confundida. Entonces se dio cuenta con gran alivio que había estado durmiendo. Había sido sólo una pesadilla.

      Caitlin se quedó sentada allí, respirando con dificultad. De pie junto a ella estaban Sam, con una mano sobre su hombro y su cara de preocupación, y Polly. Las luces estaban encendidas,

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