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El Baile De La Luna: Libro Uno Dela Serie ”Lazos De Sangre”. Amy Blankenship
Читать онлайн.Название El Baile De La Luna: Libro Uno Dela Serie ”Lazos De Sangre”
Год выпуска 0
isbn 9788873041337
Автор произведения Amy Blankenship
Жанр Ужасы и Мистика
Издательство Tektime S.r.l.s.
Envy casi no tuvo tiempo de volverse antes de que la puerta se cerrara y bloqueara tras ella. Una tenue luz sobre su cabeza se balanceaba revelando monitores y al chico de la jaula. Ella abrió la boca para hablar, pero no pudo.
–Creía que sería mejor que vieras tu obra desde la seguridad de la oficina –Devon sonrió burlonamente y señaló una de las pantallas.
Envy echó un vistazo a la pantalla creyendo que la visión de Trevor agarrándose la entrepierna le haría reír... pero, sin embargo, se sentía mal por él. Le hizo sentir que se había pasado un poco. Al verle retorcerse de dolor, se alegró de que el monitor ni tuviera sonido porque estaba segura de que no quería saber lo que estaba diciendo.
Observaba en silencio cuando Chad y Jason aparecieron entre la multitud y le ayudaron a subir las escaleras. No sabía lo que estaban diciendo, pero cuando Trevor empujó a Chad con más fuerza de la que debería tener segundos después de haber sufrido la descarga, sus ojos volvieron a la puerta dispuesta a escaparse de allí antes de que alguno resultara herido.
Al ver al bailarín agitando la cabeza como advertencia mientras se colocaba entre ella y la puerta, Envy volvió a mirar al monitor y se sorprendió de ver que en realidad era Jason quien había cogido a Trevor haciéndole una llave mientras Chad le ponía las esposas.
Se sintió más que enfadada consigo misma por su comportamiento infantil. Intentó acercarse a la puerta para decirle a Chad que dejara ir a Trevor. De nuevo, la mano la agarró del brazo. Ella miró hacia abajo negándose a mirarlo a los ojos, cuando obviamente había sido culpa suya meterse en ese lío. La culpa solo se añadió a su enfado y le dio más coraje.
–Después de haberme visto utilizar una pistola paralizante en un tío, ¿de verdad piensas que es buena idea?
Volvió a clavar su mirada en los ojos de él intentando no perder el aliento por el impacto. Ahora que los veía de cerca, sus ojos eran incluso más increíbles de lo que parecían desde el otro lado de los barrotes de la jaula.
–Quien quiera que sean esos tíos, tal vez prefieras que los saquen de la discoteca antes de volver a la pista de baile –Devon le advirtió de nuevo y vio cómo se encendía la llama en sus ojos. Casi podía ver cómo se le erizaba la piel con la necesidad de ir a salvar al chico a quien acababa de herir... pero no tenía ninguna intención de dejarla escapar.
–¿Cómo te llamas?
–¿Por qué? –Envy apartó bruscamente el brazo. –¿Para que los dueños puedan prohibirme la entrada a la discoteca?
–No creo –Devon gruñó profundamente ante aquella idea. –Pero puede que quieras mantener la pistola guardada durante el resto de la noche.
Él vio como ella volvía a mirar al monitor para ver que su víctima ya se había ido.
‘Joder,’ Envy suspiró mentalmente mientras se apoyaba en la puerta y sentía las vibraciones de la música a través de la madera. Se mordió el labio inferior sabiendo que había ido demasiado lejos. Entonces se acordó de la otra razón por la que había ido al Moon Dance aquella noche y se preguntó no sería buen momento para pedir trabajo. ¿Por qué no intentarlo? Se encogió de hombros mentalmente.
–¿Sabes si están contratando a gente?
Devon no pudo evitar esbozar una sonrisa. Lo que daría por meterla en la jaula con él durante un rato para intentar domar el fuego que ardía en su interior.
–¿Bailas? –preguntó esperanzado.
Los ojos de Envy se abrieron de par en par cuando recordó haberlo visto en la jaula y un fuego recorrió sus muslos... Desafortunadamente, le ocurrió lo mismo en las mejillas. –No –susurró un poco con voz ronca, –no bailo. Atiendo la barra en alguno de los otros clubes de la zona y quería dejar un currículum mientras estaba aquí.
–Qué lástima –Devon sonrió y se echó hacia delante para abrir un cajón del escritorio. Sacó un formulario y se lo entregó. Ella todavía no le había dicho su nombre, pero si ella rellenaba el formulario, tendría la información que necesitaba. También quería asegurarse de que no había trabajado en el Night Light.
Se estaba cansando de que mandaran a gente solo para husmear. Había sido Quinn quien terminó con la amistad entre los pumas y los jaguares, así que, por él, los pumas podían dejarlos en paz de una maldita vez.
Alguien en el Night Light había enviado a la última persona que contrataron, y ahora que la habían asesinado, los pumas estaban buscando respuestas en el Moon Dance... del mismo modo que la policía. Para más inri, la única noche que había trabajado allí, pidió que fuera en la jaula con él.
Devon cogió la silla que estaba bajo el escritorio sabiendo que la manera más rápida de que ella se quedara más rato era dándole lo que quería. –Puedes rellenarla ahora. Tal vez consigas el trabajo antes de que la noche acabe.
Envy se sentó, pero volvió a mirar al monitor con el ceño fruncido.
–¿Crees que el dueño me vio usando la pistola paralizante en Trevor? –ella volvió a morderse en labio inferior y se imaginó como debió haberse visto desde fuera–. Ojalá no lo hubiera hecho, de verdad.
Devon se inclinó por encima del respaldo de la silla de la chica como si estuviera mirando al monitor con ella. Poniendo sus labios muy cerca de su oreja le preguntó:
–Si el dueño te hubiera visto y te preguntara sobre ello, ¿qué le dirías? –Respiró lentamente ya que su aroma lo tenía atrapado y le calentaba la sangre.
Envy empezó a girar la cabeza para mirarle, pero se detuvo. La sensación que le estaba causando con su cercanía se extendía por el hombro hacia el cuello. –Solo estaba siendo mala–, respiró, sintiendo como el calor se le acumulaba de nuevo en el abdomen. Este chico era peligroso para sus sentidos. No sabía si darse la vuelta y abalanzarse sobre él o salir corriendo.
La comisura del labio de Devon insinuó una sonrisa, pero él no se movió de donde estaba.
–Entonces, ¿vas por ahí dando descargas a tíos así porque sí?
Él podía oler su excitación creciente y aquello hacía que sus pantalones le resultaran incómodamente apretados.
–No –Envy se alegró de la distracción cuando cogió un bolígrafo de la mesa y empezó a completar el formulario–, solo a los que se lo merecen –respondió sin querer hablar más de ello.
Devon se puso de pie y luchó contra la idea de agarrarla de la silla y sentarla en el escritorio delante de él. Sea como fuere, él ya estaba pasando los dedos por su pelo sedoso a la altura del respaldo de la silla.
Permaneció en silencio mientras ella rellenaba el formulario y pudo leerlo todo por encima de su hombro, memorizando cada una de las palabras. Envy Sexton, y las discotecas de pumas y vampiros no aparecían por ningún lado en su extensa lista de experiencia profesional en discotecas. Sabía que con un par de llamadas podría despejar su horario diciéndole a las otras discotecas que no le dieran trabajo. No tenía ganas de compartir aquella fierecilla.
Envy terminó el formulario y empezó a levantarse, pero Devon puso la mano en su hombro para que se quedara quieta. Con rapidez, cogió el papel de sus manos y se acercó a la puerta.
–Quédate aquí. Vuelvo en seguida con una respuesta –Devon alcanzó el pomo de la puerta, pero se detuvo cuando ella habló.
–¿Cómo te llamas? –preguntó Envy, dudando por si le acababa de dar el papel al mismo dueño del local. Tal vez podía saltarse la entrevista.
–Devon Santos –contestó él. Después desapareció por la puerta antes de que ella pudiera pararle.
Él ya sabía