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      La elección en Perú de José L. Bustamante como presidente con filiaciones de izquierda en 1945, con el apoyo del partido APRA28, abrió la puerta para que Monge siguiera su agenda y, en 1947, consiguió que el presidente solicitara una Comisión de las Naciones Unidas para hacer un estudio sobre las consecuencias de los usos de la hoja de coca en el país. Otra reforma del gobierno de Bustamante fue el decreto que otorgó al Estado peruano el monopolio del gobierno para fabricar, exportar y vender cocaína, sus sales y derivados. Sin embargo, las cosas cambiaron rápidamente cuando, el 27 de octubre de 1948, la derecha anti APRA y el general derechista pro estadounidense Manuel Arturo Odría lideraron un exitoso golpe militar contra el gobierno de Bustamante. En 1949, el Estado estableció el Estanco Nacional de la Coca con derechos exclusivos para exportar esta planta. Luego, justo después de que la Misión de las Naciones Unidas (la Comisión de Estudio sobre la Hoja de Coca) fuera programada para septiembre de 1949, el gobierno estableció una Comisión Peruana para el Estudio del Problema de la Coca para colaborar con la Comisión de las Naciones Unidas (Gootenberg, 1999, pp. 68-70). Así pues, nombró a Monge para dirigirla. El gobierno siguió los intentos de modernizar la industria de la cocaína y

      […] a finales de 1950 el monopolio estatal estaba finalmente en línea, respaldado por las Naciones Unidas y el artículo IV de la Convención para limitar la fabricación y reglamentar la distribución de estupefacientes de 1931. Perú finalmente estaba haciendo un auténtico clorhidrato de cocaína, en un local gubernamental deteriorado, [...] que podía exportar legalmente a todo el mundo. (Ibídem, p. 71).

      En 1955, ENACO reportó exportaciones entre 500 y 600 kilos, alrededor de una quinta parte de sus exportaciones durante los años de la Segunda Guerra Mundial y solo el 5% de sus exportaciones a principios de siglo. Esta actividad no fue rentable y ENACO cerró poco después (Ibídem).

      El propósito de la comisión solicitada por el presidente Bustamante aparentemente fue malinterpretado por las Naciones Unidas. La solicitud peruana enviada a las Naciones Unidas era para un estudio científico en el terreno, que debía incluir “un conjunto de rigurosos experimentos de laboratorio llevados a cabo por un equipo de científicos internacionales en laboratorios ubicados en las tierras altas andinas”. Como afirma Warren (2018, p. 9) este era el propósito original de la solicitud elaborada por Monge Medrano (1950, en Warren, 2018, p. 9). Esto implicaba realizar un estudio científico in situ, pero los funcionarios de las Naciones Unidas lo interpretaron como una “encuesta sobre el terreno”29. Como resultado, la comisión para el estudio decepcionó al grupo que le había vendido al presidente Bustamante la idea de hacer un estudio científico (Motta-Ochoa, 2018, p. 3). Sin embargo, Odría, el presidente que le sucedió y quien era de línea dura, estuvo de acuerdo con la “encuesta de campo” en lugar de la comisión científica propuesta por Carlos Monge y “encontró un aliado vociferante en Anslinger” (Gootenberg, 2008, p. 233).

      Anslinger se mantenía oculto espiando para empujar la Misión de coca en una dirección prohibicionista. Esto no fue difícil, ya que su viejo amigo Howard B. Fonda [...] encabezó el grupo, e informaba a Anslinger con cartas a ‘mi querido Harry’ llenas de datos para localizar fábricas ilegales de cocaína. (Ibídem, p. 237).

      De cualquier manera, la Comisión sobre la coca elaboró un informe similar a lo que se puede esperar de un organismo multilateral técnico y no de un centro de estudios académicos.

      La comisión estaba compuesta por dos expertos en cuestiones administrativas y control internacional de narcóticos y dos expertos en cuestiones médicas30. La Comisión también contó con el apoyo del gobierno boliviano y visitó Perú y Bolivia del 11 de septiembre al 3 de diciembre de 1949. La Misión, encabezada por Fonda, parece haber subestimado la importancia del debate sobre la coca que se estaba llevando a cabo entre científicos, políticos e intelectuales peruanos:

      […] un grupo veía la coca como una causa de la mala salud, la baja capacidad mental y la degeneración generalizada entre los pueblos indígenas, mientras que el otro la concebía como una forma relativamente benigna, única y saludable de adaptación a las demandas de la vida a gran altitud para una población asociada estrechamente con la naturaleza. Irónicamente, a pesar de las formas de racismo implícito evidentes en ambas posiciones, cada grupo se veía a sí mismo como un defensor de los pueblos indígenas, interesado en su mejoría a través de la investigación científica y la intervención gubernamental. (Warren, 2018, p. 36-37).

      La Comisión aterrizó mal. El día de su llegada, Fonda dio una entrevista al principal periódico del país y

      […] cuando se le preguntó si creía que la masticación de coca era perjudicial para la salud de los pueblos indígenas de las tierras altas Fonda respondió enfáticamente que masticar las hojas a diario no sólo perjudicaba su salud ‘sino que también es la causa de la degeneración racial en muchos núcleos de población y el declive que muchos habitantes indígenas e incluso mestizos exhiben visiblemente en ciertas zonas del Perú y Bolivia’. (El Comercio, 1949, citado en Warren, 2018, p. 37).

      A pesar de que la posición final de la Comisión fue muy diferente, claramente dio la impresión de que había llegado con fuertes preconcepciones sobre el problema en cuestión. Tal vez involuntariamente, la Comisión terminó convirtiéndose en un actor activo en el debate nacional sobre la coca en Perú.

      El orden del día de la Comisión fue muy intenso. Tuvo contactos con las autoridades centrales de ambos países, los funcionarios de enlace designados por esos gobiernos, las autoridades locales, cívicas y militares, la profesión médica, los farmacéuticos y académicos, los productores de hoja de coca y con la SPY en Bolivia, las autoridades religiosas y misioneras, los representantes de la opinión pública interesados en el problema de la hoja de coca, la Comisión Peruana y participaron en conferencias y en un simposio internacional sobre biología de gran altitud. La Comisión viajó extensamente principalmente a regiones cultivadoras y consumidoras de coca de ambos países.

      El informe es muy completo. Explica las características de los quechuas y aimaras, los principales grupos étnicos de ambos países, sus condiciones higiénicas, vivienda, educación, acceso a la atención médica, nutrición, el estado de la investigación nutricional en ambos países y el papel de la asistencia extranjera. Además, contiene un extenso trabajo sobre la coca y su masticación: métodos de consumo, cantidades de coca masticada y de cocaína absorbida diariamente, y el uso de álcalis para aumentar la extracción de cocaína. Los efectos de la masticación incluyeron la concentración de cocaína en la sangre, la desintoxicación y excreción; la hoja de coca y la fatiga, el hambre y la sensibilidad; alteraciones físicas en la circulación sanguínea, alteraciones respiratorias de las membranas mucosas, piel y dientes, alteraciones físicas producidas especialmente por el abuso crónico de la masticación; degeneración de la raza, cretinismo, crecimiento, epilepsia, enfermedades hepáticas, alcoholismo y una discusión sobre si la masticación de hoja de coca era un hábito o una adicción.

      Tratando de hacer frente a los debates políticos peruanos, la Comisión dedicó un capítulo a la conexión entre la masticación de hojas de coca y la vida a grandes altitudes que abarcaba la investigación médico-biológica, las condiciones fisiológicas generales del hombre andino residente en zonas altas en comparación con el hombre blanco aclimatado. Los temas estudiados abarcaron la fertilidad, el cambio de excitabilidad farmacológica, la adaptación del hombre andino a gran altitud y el papel de la coca en esa adaptación.

      La Comisión examinó la relación entre la masticación de coca y las condiciones de vida de los mineros y los trabajadores agrícolas. Exploró las condiciones laborales, algunas de las creencias prevalecientes como la negativa de los trabajadores a trabajar a menos que se les diera coca, las costumbres de los indígenas con respecto al uso de la coca en las celebraciones navideñas, las muertes, las tareas agrícolas, las enfermedades y las prácticas mágicas.

      La Comisión también trató de analizar los aspectos sociales y económicos de la masticación y se sorprendió

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