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El registro de propiedad intelectual en la red Bitcoin consistió en la carga de un documento que contiene los datos principales de este libro (título del libro, autora, nacionalidad, etc) subidos a la blockchain a través de Proof of existence (prueba de existencia) que asignó al documento un código de transacción y una marca de tiempo.

      El trámite tardó 10 minutos en hacerse efectivo.

      Puedes descargar desde aquí el documento y subirlo al sitio Proof of existence para vincularlo a la transacción.

      Introducción

      La primera vez que oí hablar de bitcoin fue a través del documental Deep web. Relataba la existencia de un mercado llamado Silk Road. Ahí se ofertaban de manera libre toda clase de estupefacientes para uso personal. La moneda de cambio era bitcoin. Se trató de una experiencia de naturaleza “libertaria”, es decir, apegada a una visión política que promueve, por sobre cualquier idea, la facultad de decidir sobre la propia vida. Cualquiera sea la opción escogida. La iniciativa terminó con uno de sus creadores, Ross Ulbricht, encarcelado hasta el día de hoy.

      La segunda vez, fue con una de las alzas históricas del precio, ocurrida a fines de 2017, cuando bitcoin alcanzó cerca de los 20 mil dólares. El entusiasmo general duró hasta que inició un largo recorrido en sentido contrario, pero hizo que varios nos quedásemos a tratar de comprender de qué se trataba todo este asunto de una moneda digital. No emitida por bancos. Ni controlada por el gobierno de turno.

      Y quedarse, o entrar en la “madriguera de bitcoin”, como dicen algunos, no significó solo seguir por un largo camino para entender cómo funcionaba su compleja tecnología. También fue sentir por primera vez curiosidad sobre cómo funcionaba la economía, el mercado, el sistema financiero. Quitarle al dinero su aura de pecado capital -escuela en la que muchos hemos sido educados- y comprender su poderoso rol a través de toda la historia de nuestra civilización.

      Bitcoin constituye para mí el símbolo del dinero tal como lo concebimos en los inicios de la historia: una herramienta de intercambio, que surgía de manera espontánea, para resolver las limitaciones del trueque. Un instrumento para ponernos de acuerdo al momento de interactuar con el fin de promover y asegurar nuestra sobrevivencia. Una forma de poder individual y colectivo, que nos permite desenvolvernos en las aguas, a veces turbulentas, del ciclo de la vida.

      Con el tiempo, este dinero digital, ha sido naturalmente aceptado por personas de todas partes del mundo, que no se vieron jamás. Porque quienes entran en bitcoin, saben que la confianza ha sido rota demasiadas veces por custodios y “benefactores” y ya no quieren ser la contraparte obligada de esos contratos sociales que nunca firmaron. Y este universo alterno llamado Bitcoin, se hace cada vez más grande, más diverso y más eficiente.

      Este manual es una invitación a conocer, participar y seguir aprendiendo de este ecosistema, que crece cada día más y donde se comparten los valores de la autonomía, la libertad y la responsabilidad personal. Y espero sinceramente, que su contenido sea una puerta de entrada para todo aquel que elija dejarse caer por esta encantadora madriguera.

       La autora

      I. Contexto y fundamentos teóricos

      ¿Qué es Bitcoin?

      Bitcoin es una red de pagos que emite su propio dinero, también llamado bitcoin1 (BTC). Esta red de pagos funciona a través de procesos informáticos, basados en matemáticas.

      Estos procesos permiten, por una parte, la transferencia de bitcoin (envío y recepción) y por otra, que la red permanezca segura ante cualquier ataque.

      ¿Por qué se llama “cripto” moneda?

      Se llama criptomoneda porque la red Bitcoin utiliza técnicas criptográficas o de cifrado de información, con el fin de ejecutar las tareas y funciones necesarias para que la red opere con altos estándares de seguridad.

      Ente otras funciones, el uso de técnicas criptográficas permite a la Red crear llaves (o claves) que equivalen a firmas que se vinculan a un propietario.

      Una llave o clave pública es un código alfanumérico que se comparte con otros usuarios para recibir btc.

      Una llave o clave privada es un código alfanumérico que permite enviar/gastar btc.

      Si lo comparamos con una cuenta bancaria, la llave pública vendría a ser el número de cuenta y la llave privada, la clave de acceso a dicha cuenta.

      Por otra parte, el uso de criptografía impide que las transacciones puedan ser corrompidas, asignándoles a cada una su propia “huella digital”.

      Contexto de nacimiento de Bitcoin

      El origen de Bitcoin lo podemos encontrar en el grupo autodenominado “cypherpunk”. Se trata de una agrupación de desarrolladores e informáticos (principalmente), pero también de personas de otras áreas del saber (abogados, periodistas, profesores, etc.).

      Comenzaron a reunirse en el año 1992 y se comunicaban a través de un foro en internet. Enfocaban su discusión en la necesidad de privacidad en el ambiente digital, en un contexto en que el uso de internet empezaba su proceso de masificación.

      A la par, algunos de ellos desarrollaban herramientas basadas en la criptografía o cifrado de datos, mediante lenguajes creados para comunicarse a través de claves o códigos secretos. Estas herramientas se fundan en uno de los preceptos más importantes del cypherpunk: “Privacidad es el poder de mostrarse selectivamente al mundo”, es decir, las personas debiéramos ser dueñas de nuestra información y tener la facultad de compartirla solo con quienes nosotros decidamos.

      Este contexto es relevante, puesto que es aquí donde nace la preocupación por crear un dinero privado que pudiera separar nuestras transacciones de valor de nuestros datos personales.

      Contrapuesto así al dinero fíat -o dinero de curso legal- donde muchos de los movimientos que hacemos con él, quedan informados tanto a los bancos como a los organismos del Estado. Especialmente en el caso de que estos movimientos se realicen mediante la versión digital del dinero fíat, es decir, el que utilizamos para hacer pagos en entornos digitales (internet).

      Cabe mencionar también que muchos cypherpunk se consideraban libertarios e incluso anarcocapitalistas. Estos movimientos comparten la idea de que a través de la historia no ha existido peor administrador de los recursos que las instituciones del Estado, sumado al hecho de que, siendo su mecanismo de financiamiento la tributación coercitiva (el que no paga impuestos recibe una multa o va a la cárcel), dichas instituciones no se ven obligadas a dar cuenta de la ineficiencia o corrupción sobre los recursos tributados.

      Los Estados, junto con los Bancos Centrales, serían los primeros responsables en monopolizar la tenencia de dinero, riqueza y, por ende, el poder. Este vínculo sería también el principal generador de crisis económicas con su consecuente empobrecimiento de la población.

      El dinero privado sería entonces

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