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relación con Dios y la de seres humanos entre sí. Una y otra vez notaremos esta doble falta de dirección.

      Sugiero la siguiente clasificación, que es menos confusa y de mayor ayuda, para tratar las parábolas:

      • dichos aforísticos

      • similitudes (doble indirecta)

      • parábolas interrogativas (doble indirecta)

      • parábolas narrativas, de las cuales hay tres distinciones adicionales:

      • parábolas narrativas de doble indirecta

      • parábolas jurídicas, un tipo particular de parábola narrativa de doble indirecta

      • parábolas narrativas de indirecta simple

      • parábolas “cuánto más”

      Debido a que no trataremos los dichos aforísticos, por razones prácticas emplearemos seis designaciones para las parábolas: similitudes, parábolas interrogativas, parábolas narrativas de doble indirecta, parábolas jurídicas, parábolas indirectas simples y parábolas “cuánto más”. Estas categorías se han determinado tanto por su forma como por su función. Con excepción de las parábolas “cuánto más” y las jurídicas, las categorías son mutuamente exclusivas. Las parábolas jurídicas son un tipo de parábolas de doble indirecta, y la lógica de “cuánto más” se puede usar con otras categorías. Estos seis tipos de parábolas merecen ser distinguidas, y ahora explicaremos sus características.

      1. Similitudes. Si un símil es una comparación explícita que usa el comparativo “como” (en “Son como ovejas sin pastor”), las similitudes son símiles extensos. Con frecuencia se dice que ellas relatan un evento típico o recurrente o un proceso en la vida real, y que se expresan en el tiempo presente, pero ni lo uno ni lo otro es cierto. El tiempo no es un factor válido para distinguir formas. Algunos textos tienen dos o más tiempos verbales, y algunos usan el aoristo (como la parábola de la levadura en Mt 13.33).52 La similitud tampoco es necesariamente un evento típico o recurrente. ¿Encontrar un tesoro es algo típico o recurrente? La pauta de qué es una similitud se observa en la extensión de una analogía que carece de desarrollo de la trama. Es más que una comparación simple y puede incluir varias acciones o un período de tiempo. Por ejemplo, el Reino es como una mujer que tomó levadura y la escondió en tres medidas de harina hasta que todo fue leudado. Hay acción pero no trama, no se observa un problema que necesite solución o desarrollo de una situación de modo que haya una historia.53 Las similitudes, en ocasiones llamadas parábolas en sentido estricto, por lo general son más directas, menos afrentadoras y representativas que otras formas más desarrolladas. O sea, no dependen de las correspondencias entre las características individuales y la realidad para determinar el punto. (P.ej., el hombre en la parábola del crecimiento de la semilla, que duerme y se levanta y no entiende cómo crece, no corresponde a Dios ni a otra persona específica.)

      2. Parábolas interrogativas.54 Su forma es diferente, incluso cuando estas parábolas son como las similitudes, pues no tienen desarrollo de una trama y muchas funcionan lógicamente como las similitudes. Las interrogaciones son una de las principales formas que las parábolas provocan interés y cautivan. Algunas comienzan con interrogantes, como: “Mas ¿a qué compararé esta generación?” (Mt 11.16 / Lc 7.31) o “Pero ¿qué os parece?” (Mt 21.28). Algunas incluyen interrogantes dentro de su narrativa, y otras concluyen con preguntas, en particular las parábolas jurídicas. Sin embargo, la categoría de las parábolas interrogativas concierne más que solamente preguntas de introducción e internas; más bien, agrupa todas las parábolas que se presentan enteramente como interrogantes. Un número de estas parábolas son: “¿Quién de vosotros?” (tis ex hymōn), la forma es muy común y diferente y merece que se la reconozca.Ejemplos obvios son las parábolas de la Oveja perdida y El amigo necesitado. Con frecuencia, la pregunta “¿quién de vosotros?” se pierde en la traducción. En otras versiones como la NVI, y la RV95 leen así: “Supongamos que uno de ustedes”, lo cual es lamentable (véase Lc 11.5). Las parábolas interrogativas no difieren mucho de las judiciales, porque ambas establecen situaciones hipotéticas, apremian al lector/oyente que responda a la interrogante y le obliga a que transfiera esa respuesta a otra situación. (Además, las parábolas judiciales tienen un elemento de acusación.) La pregunta: “¿Quién de vosotros?” siempre espera una respuesta negativa: nadie actuaría como la persona que describe la parábola.55

      3. Parábolas narrativas de doble directa. Las parábolas narrativas, en sentido restringido, son metáforas (contra Jülicher) extendidas en analogías con tramas. Si una metáfora es una comparación implícita que no emplea “semejante a” o “como” (p.ej., “Vosotros sois la sal de la tierra”), una parábola es una historia ficticia que narra un evento particular, que por lo general se emplea en tiempo pasado, con la intención de comunicar una verdad moral o espiritual (p.ej., el hijo pródigo). Los tres tipos de parábolas narrativas tienen desarrollo de la trama.56 Algo sucede en la narrativa que crea un problema o una posibilidad, y entonces otros hechos suceden que pueden, o al menos potencialmente, manifestar el propósito o la conclusión. La parábola de la gran cena (Lc 14.15-24) es un ejemplo obvio. Si hay propósito, a menudo el diálogo en la parábola indica dónde empieza la solución. Algunas parábolas son intencionalmente abiertas (o sea, no terminan), y obligan a los oyentes o lectores a pensar qué debería suceder, como en el caso de la parábola de la higuera estéril (Lc 13.6-9). Algunas personas piensan que la distinción entre similitudes y parábolas no es muy clara,57 pero la presencia o ausencia del desarrollo de la trama es base fiable para la distinción. Sin embargo, la distancia entre la parábola y la realidad varía drásticamente de una parábola y otra.

      4. Parábolas jurídicas. Como un compartimiento de las parábolas narrativas de doble directa,58 éstas se encuentran entre las más conocidas y eficaces. Por esconder su referente, las parábolas jurídicas producen la autocondenación del oyente o auditorio mediante la ayuda de una imagen. Impone al oyente a juzgar las circunstancias de la parábola, y corrido el velo, el oyente percibe que ha juzgado a sí mismo.59 Kierkegaard describió la comunicación indirecta como “pensamientos que hieren por la espalda”,60 que es una descripción especialmente apta para las parábolas jurídicas. La parábola jurídica más conocida trata de la corderita, que el profeta Natán relató al rey David (2 S 12.1-14).61Además, argüiré que son jurídicas las parábolas de Jesús sobre los dos hijos (Mt 21.28-32), los labradores malvados (Mt 21.33-45 / Mc 12.1-12 / Lc 20.9-19) y el prestamista (Lc 7.40-47). Este tipo de parábola casi siempre y por necesidad requiere explicaciones de cierre, algo que apunte el dedo acusador hacia el oyente y que explícitamente indique el error de la persona. La parábola del buen samaritano es sencilla e indirecta, pero está muy cerca de ser una parábola jurídica. La interrogante final de Jesús al escriba requiere una respuesta que resulta en una autocondenación.62 Lo mismo podemos decir de la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18.9-14).

      5. Parábolas indirectas simples. La mayoría de estas parábolas tradicionalmente se han llamado historias ejemplo. La explicación usual es que el propósito primordial de estas parábolas es presentar un personaje positivo o negativo (o ambos) que sirva como ejemplo para imitar o cuyas características y acciones se deban evitar. Ya sea explícitamente o de forma implícita, la historia dice: “Ve, y haz tú (o no hagas) lo mismo” (cf. Lc 10.37). Particularmente sólo cuatro parábolas, todas en el Evangelio de Lucas, se identifican como historias ejemplos: el buen samaritano, el rico insensato, el rico y Lázaro, y el fariseo y el publicano.63 Varios eruditos rechazan esta categoría y no les impresiona porque consideran que es una enseñanza moralista, porque otras parábolas también dan ejemplos que imitar o evitar, y especialmente porque suponen que todas las parábolas deben ser metafóricas. Ellos consideran que estos cuatro relatos fueron también metafóricos en un principio, o de lo contrario no son parábolas, y si fueron originalmente historias metafóricas, entonces los evangelistas las transformaron en relatos moralistas. D. Via excluye estas cuatro narrativas de la categoría de parábolas.64 J. D. Crossan piensa que las cuatro fueron originalmente parábolas de reposición enfatizando que evidentemente el Reino produce un cambio, pero

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