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en la ciudad de Temuco y en muchos otros espacios públicos. Se ha desatado una “guerra por la memoria”, lo que ha sido evidente en el caso de la central Plaza Baquedano o Plaza Italia, la que ha sido renombrada como Plaza de la Dignidad. El Ejército ha protestado por el uso de la estatua del general que se encontraba en el centro de ese céntrico lugar. Y la ha retirado de allí sin claro destino.14

      Las culturas se construyen en largos períodos y las crisis culturales son momentos decisivos. Nadie dice que es fácil, ni menos nadie afirmaría que no son momentos de violencia y dolor. Pero también de esperanzas. Tenemos la obligación de ejercitar la crítica.

      A. El tiempo de la alienación del trabajo

      La alienación del trabajo o también el concepto de trabajo alienado constituyeron la piedra de contradicción central del período de crecimiento y expansión del capitalismo marcado centralmente por la industria. Alienación y abuso son dos conceptos de orígenes diferentes, pero que en este tiempo de capitalismo tardío del siglo XXI, se encuentran y combinan de manera complementaria. Es el desplazamiento no definitivo ni total desde el eje del trabajo como gozne de organización sociocultural al individuo, entendido secularmente como corporeidad, como centro de la acumulación de sensaciones de abuso.

      El concepto de alienación, como es sabido, se hace conocido a través de Marx, quien lo desarrolla en los Manuscritos económico filosóficos de 1844, conocidos también como Manuscritos de París. Es un texto que día a día crece en interés en la medida en que aparece el Marx humanista, el que, como es sabido, fue duramente criticado por el sovietismo y también por el afamado filósofo Louis Althusser.15

      Señala Marx en los Manuscritos:16

      Nuestra tarea es ahora, por tanto, la de comprender la conexión esencial entre la propiedad privada, la codicia, la separación de trabajo, capital y tierra, la de intercambio y competencia, valor y desvalorización del hombre; monopolio y competencia; tenemos que comprender la conexión de toda esta enajenación con el sistema monetario.

      Menuda y actual tarea se autoasigna Marx hace 177 años. Y concluye que el trabajo, siguiendo por cierto a Hegel, es lo que hace que el ser humano se realice como tal, pero,

      ...el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo aparece en el estadio de la Economía Política como desrealización del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación...

      Alienación puede ser traducido también como enajenación, extrañamiento o desposesión (que es el término que utiliza David Harvey). Es un concepto que está ligado centralmente al trabajo y a la esfera de la producción. Tiene una connotación de emoción, de sentimiento de ausencia de sí mismo, de que “te han sacado algo propio”.17 Por ello que en la tradición marxista humanista, la Escuela de Frankfurt, en especial Herbert Marcuse y Eric Fromm, por ejemplo, será un concepto central.18 Al quitar parte de lo trabajado el trabajador se siente disminuido, arrebatado, violentado; se inicia el proceso de enajenación en todas las dimensiones que uno pueda imaginar. Este concepto fuertemente humanista fue clave en el inicio de los movimientos obreros, la organización de los trabajadores y la acción social y directa. Es lo que en definitiva caracterizó la acción social —la praxis— de los inicios de los movimientos obreros en todas partes del mundo: la sensación de vulneración de derechos, de humillación, de desposesión y robo por parte del capital y los capitalistas.

      La tesis marxista central, de la pauperización creciente del proletariado y la concentración del poder económico (y por tanto político) en pocas manos, se centra en esta percepción determinante. El trabajo es expropiado. Alguna vez hubo quienes señalaron que esta tesis estaba equivocada, ya que ese proceso de empobrecimiento y concentración no se daba en los países centrales. Por cierto que Rosa Luxemburgo y numerosos dirigentes tempranos señalaron que existían transferencias y que el proceso se daba cada vez más a nivel global. Hoy no hay nadie que pueda objetar esta tesis cuando se observa, por una parte, la riqueza acumulada y crecientemente concentrada en pocas manos globales y, por otra, la miseria generalizada en los continentes africano, latinoamericano y asiático. Así, el impuesto a los grandes ricos es parte del debate actual. Los miles de ahogados y migrantes que sobrepasan todo lo imaginario es un espectáculo brutal que trae todos los días las pantallas de televisión.

      Alienación es diferente al concepto equivalente de plusvalía19 o plusvalor, como traducen algunos nuevos traductores, que es un concepto de tipo estructural y no necesariamente subjetivo y que será desarrollado por Marx en sus obras de madurez, en particular en El Capital. La plusvalía no es necesariamente sentida por el trabajador, no así la alienación, por lo que la persona siente que se le expropia el fruto de su trabajo.

      Las diferencias son muchas y no es necesario en este artículo señalarlas todas. Pero es evidente que el movimiento que produce el concepto de alienación es mucho más anárquico, en el sentido de que surge del sentimiento propio de la individualidad y se conjuga con otros sentimientos semejantes; en cambio, la plusvalía es un concepto que lleva directamente al concepto de clase social y, en este caso, al de la lucha de clases.

      Los movimientos sociales y políticos que surgen de este concepto de plusvalía se van a caracterizar por su organicidad, racionalidad y la pretensión decimonónica de cientificidad. Hegelianamente, la salida de la extracción de la plusvalía será por medio de la “superación” dialéctica, el paso de un estadio (Hegel, Fenomenología del espíritu) a otro superior. La mirada de la alienación es, en cambio, mucho más ambigua y total, cubre una multitud de espacios en la medida en que es un sentimiento.20 Por ello su regreso en estos años del capitalismo tardío.

      Habría que decir que esta experiencia, la de la alienación, surge en momentos históricos determinados, que se repiten cíclicamente y quizá son actualmente presentes: Es en primer lugar el hecho clásico del artesano, del fabricante, del trabajador manual que hace un producto y se encariña con su obra y luego “ve” que se le va de las manos y a veces por unos centavos. El valor subjetivo, que le otorga su autor, no es reconocido por el comprador o directamente por el mercado. Se produce una enorme distancia entre la autovaloración, medida por el tiempo de trabajo entregado, y la que se le otorga en el precio del mercado. Posteriormente Marx, desde una mirada mucho menos subjetiva y quizá economicista, le dará el nombre de Valor de Uso y Valor de Cambio. En segundo lugar es el caso bien conocido y tratado en que el obrero de la construcción por ejemplo, que hace casas de ricos, no tiene dónde vivir.

      Comprender el concepto de alienación en el capitalismo tardío es un asunto de la mayor relevancia. Sobre todo porque para algunos el sentimiento de explotación no existiría y, por el contrario, el trabajo —en especial en épocas de escasez laboral— casi sería una bendición. Analicemos el asunto.

      Habría por lo tanto que aventurar una definición más precisa de este fenómeno al que llamaremos Explotación por desposesión parafraseando el concepto acuñado por David Harvey. Es una suerte de teoría que plantearía, por lo tanto, una suerte de despojo permanente. Los niveles de explotación del trabajo, de extractivismo y ruptura del medio ambiental pueden llegar al infinito. Las pateras africanas subsaharianas que se lanzan al mar y las caravanas que cruzan el desierto en el norte de Chile, por dar dos ejemplos ampliamente vistos, solamente pueden ser explicadas por conceptos de esta naturaleza casi absoluta.

      En definitiva, lo que caracteriza al mundo contemporáneo son formas de explotación producto de los procesos de desposesión. Es la ausencia del trabajo, pero también la aceptación pasiva y silenciosa frente a la falta de todo medio de subsistencia.

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