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La transición española. Eduardo Valencia Hernán
Читать онлайн.Название La transición española
Год выпуска 0
isbn 9788418411953
Автор произведения Eduardo Valencia Hernán
Жанр Социология
Издательство Bookwire
En resumen, los años entre 1947-50 fueron tiempos de represión y de división a pesar de que el régimen comenzara su adaptación a las nuevas circunstancias políticas con el fascismo derrotado, hecho que facilitó el regreso de las embajadas, aliviándose en parte el clima de terror que hacía imposible una respuesta al franquismo45. Este periodo lo definió el historiador Javier Tusell como «El cambio cosmético»:
«Franco —dice Tusell— descubrió en fecha muy temprana la necesidad de mostrar una apariencia de cambio en sus instituciones y encontró un procedimiento para hacerlo con la aprobación de disposiciones legales que, siendo de rango constitucional, en realidad modificaban mínimamente el fondo de poder que siempre y de manera inequívoca mantuvo en sus manos. Así se explica la Ley de Cortes de 1942, mucho más que como un intento de aparentar ante los aliados una apariencia política que no existía.»46
La oposición desde el exilio también hizo esfuerzos por coordinar sus acciones llegando incluso a acuerdos contra natura. De esta forma los socialistas: Indalecio Prieto, Trifón Gómez, Luís Jiménez de Asúa y Antonio Pérez llegaron a pactar con los monárquicos representados por el antiguo dirigente de la CEDA, José Mª Gil Robles, y así, mediante el apoyo del gobierno británico se establecieron unos lazos políticos que culminaron con el Pacto de Sant Joan Lohitzune (Pacto de San Juan de Luz) el 30 de agosto de 1948, enmarcado en la nueva política anticomunista conocida como la Doctrina Truman47. Sin embargo, este acuerdo fue un error desde su inicio, pues Don Juan de Borbón ya había pactado anteriormente con Franco, en el yate Azor, despreciando el acuerdo antes mencionado. Indalecio Prieto, desacreditado, dimitió como presidente del PSOE y vicepresidente de la UGT.
Desde Cataluña, parece ser que el PiP era proclive a este pacto48 y su fracaso también aceleró la crisis dentro del Consejo Ejecutivo de la Generalitat del que ya habían dimitido Carles Pi i Sunyer en 1947, Josep Carner junto con Pompeu Fabra el 22 de enero de 1948 y Pau Padró con Rovira i Virgili posteriormente, por lo que el presidente Irla anunció el fin del Consejo Ejecutivo en el exilio. A partir de ese momento la representación institucional de Cataluña se personalizó casi en exclusividad en los presidentes de la Generalitat.
La década de los años cincuenta fue un periodo transitorio que culminó con el llamado Plan de Estabilización en manos de los gobiernos tecnócratas de Franco. El crecimiento demográfico en Cataluña había aumentado considerablemente, acercándose a los cuatro millones de habitantes, debido a la importante inmigración recibida desde las regiones de España menos industrializadas y de marcado carácter agrícola. Esta nueva mano de obra se concentró en los principales núcleos industriales cercanos a Barcelona, efecto que comportaría a la larga grandes cambios estructurales.
La posición del gobierno ante estos movimientos migratorios fue contradictoria, pues, si bien se formularon ciertas hipótesis favorables a romper el llamado círculo identitario catalán, esto no ha podido ser demostrado, ya que por el contrario eran las mismas autoridades franquistas las que rechazaban ese flujo migratorio, devolviendo en muchos casos a los emigrantes a su lugar de origen. No obstante, algo estaba cambiando en la actitud aislacionista del régimen, pues desde julio de 1951 el nuevo gobierno de Franco se esforzaba en liberar poco a poco el comercio exterior, finalizando de esta forma el periodo autárquico del estraperlo y del mercado negro que culminó en 1953 con la aceptación de ayudas económicas externas a cambio de tener en el territorio nacional bases militares norteamericanas.
Mientras tanto, en Cataluña iba creciendo una cierta conflictividad laboral aumentada por el boicot popular tras la subida del precio de los billetes en los tranvías en Barcelona, siendo este acto la máxima expresión de protesta desde el final de la Guerra Civil y que culmino con una huelga general el 12 de marzo de 1951 que exigía la liberación de los detenidos en las protestas populares que llegaron a tener un seguimiento de más de trescientos mil trabajadores contando no solo en Barcelona, sino también Tarrasa, Badalona, Mataró y Manresa.
La reacción gubernativa no se hizo esperar incrementándose de nuevo las detenciones y la represión policial, destacando ya por entonces la labor del activista del PSUC, Gregorio López Raimundo49. Estos hechos provocaron finalmente la sustitución del gobernador civil de Barcelona, Eduardo Baeza Alegría50, por Felipe Acedo Colunga, general del Ejército del Aire, conocido como «la Mula» por su enérgico autoritarismo ante la problemática social.
A raíz de estos actos reivindicativos surgieron dentro del movimiento obrero que había participado en la protesta, diferentes grupos activistas de ferviente carisma cristiano, destacando entre ellos las Hermandades Obreras de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Católica (JOC) que llegó incluso a aliarse con el PSUC en la lucha antifranquista.
En 1957, coincidiendo de nuevo con el boicot de la ciudadanía a subir en los tranvías51, hecho que originó nuevamente otra huelga general en Barcelona, esta vez con la importante colaboración estudiantil, tuvo lugar un intento fallido de algunos activistas monárquicos para colocar a Don Juan de Borbón en la Jefatura del Estado aprovechando una escala de este en el aeropuerto de El Prat en Barcelona. En esta acción se contó con la complicidad de monárquicos catalanes como Antonio Mª Muntañola Tey, el Barón de Viver, y con la dudosa aquiescencia del capitán general de Cataluña, Juan Bautista Sánchez González, al que se le atribuye la frase: «Estoy convencido de que Franco ha de marcharse del poder antes de morirse»52. Casualmente, poco tiempo después, este general murió en extrañas circunstancias, constatándose ciertos rumores sobre la participación en estos hechos del general Agustín Muñoz Grandes, jefe de la División Azul y vicepresidente del gobierno entre 1962 y 1967. La viuda del desaparecido general Sánchez fue agraciada con el usufructo de un estanco de tabaco veinte años después53.
En 1958 se produjo en Cataluña un nuevo intento de aglutinar a diversos partidos catalanistas a fin de aunar esfuerzos en contra de la dictadura franquista. El protagonista de este experimento fue el periodista y republicano Claudio Ametlla54 que llegó a formar el Consell de Forces Democrátiques de Catalunya, también llamado Comité Ametlla del que quedó excluido el PSUC y el FNC. Este ilustre periodista y político había nacido en Conca de Barberà el año 1883 y murió en Barcelona en 1968. Fue redactor de El Poble Catalá y director de la revista Iberia. Militó en Acció Catalana y fue gobernador civil de Gerona en 1932 y de Barcelona en 1933. En 1936 fue elegido diputado a Cortes por el Frente Popular y terminada la Guerra Civil se trasladó a Perpiñán, regresando a Barcelona en 1948. Para Heribert Barrera, Ametlla junto con Coll i Alentorn, Manuel Juliachs y también Reventós, que estuvo representando al MSC, tuvieron un papel destacado en el comité que pudo jugar un papel importante si la posibilidad de restauración de Don Juan de Borbón se hubiese hecho realidad, ya que, según este, era la única esperanza histórica a través de la cual Cataluña fuese escuchada. Este organismo tuvo en la práctica una actividad política casi inexistente, aunque sirvió para renovar contactos con grupos políticos de la oposición española y con los «juanistas» catalanes.
Como conclusión a todas estas estrategias de oposición al régimen franquista, podemos afirmar que en los años cuarenta y cincuenta fue complicado conseguir una convergencia de fuerzas políticas opositoras a la dictadura y los esfuerzos fueron de poca consistencia. Sin embargo, todas estas propuestas y movilizaciones obreras antifranquistas no fueron en vano, ya que, fruto de ellas surgieron nuevas entidades de lucha que bajo el amparo de la Iglesia fueron el germen de un nuevo movimiento de identificación cultural y política con Cataluña. Asociaciones como: Virtelia, la Asociación Democrática Popular de Cataluña entre 1959-1961, la Comunidad Catalana o Católicos Catalanes (CC) y Cristo Cataluña (CC) son muestra de ello. Esta última organización fue un movimiento parapolítico con una concienciación por la responsabilidad ciudadana de los cristianos frente al problema catalán. Fue fundada a finales de 1955 destacando entre sus militantes: Jordi Pujol (que procedía de Virtelia), Frederic Roda y Jaume Carner. Su organización se basó en los llamados círculos de influencia donde grupos de formación de militantes eran dirigidos por un círculo de gobierno presidido por un jefe. Su programa ideológico se centraba en la catalanidad, la democracia, la libertad, la responsabilidad y la justicia. Otros