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2012:

      Conviene destacar algo asombroso, y es que incluso en la propia naturaleza del interior de un círculo de las cosechas genuino, puedes encontrar insectos que se han cauterizado directamente, sin que la planta en la que estuviesen hubiese sido modificada. Aquí vemos una imagen de Silbury Hill del año 2012:

      A estos insectos no les dio tiempo ni a moverse debido a la rapidez con que se habría transferido la energía utilizada para realizar el crop circle. Por otra parte, el campo de alrededor no se quemó ni muestra ninguna señal de haber sido afectado.

      A nivel teórico, si queremos profundizar, ya no en la dificultad de hacer tales diseños en total oscuridad, sino en lo que supondría hacerlo sin quemar las capas más externas y sin destrozar las más internas, en un cálculo absoluto en cientos de miles de plantas con diseños que abarcan dimensiones de estadios enteros de fútbol; para que nos hagamos una idea, tenemos que irnos a los descubrimientos matemáticos más profundos que ilustran el mensaje del movimiento de las dos dimensiones a las tres dimensiones. Es vital ese argumento.

      Y es lo que existe en Stonehenge, su ciencia es el escenario perfecto para estudiarlo todo.

      Existen comparaciones entre la ciencia de ese conglomerado megalítico y los crop circles que son fascinantes.

      Se ve un inmenso caudal de circunferencias que se han interpretado como cadenas matemáticas de Papus, proposiciones alrededor de guirnaldas propuesto por el matemático Vecten en 1817 con seis caudales gaussianos a su alrededor, un conocimiento inaudito para la mayoría de los seres humanos, más aún si los mezclamos con 10, 18, 20 y 22, siendo los círculos pequeños más caudales gaussianos por dentro.

      Todo llevándonos un paso más, hacia el infinito, siempre jugando con las dimensiones, ahora que conocemos unas matemáticas de las que apenas sabemos nada, pero quizá, para ellos, inocentemente, aunque valorándonos, y mirando juntos a un cosmos que nunca para. ¿Pero Stonehenge, repito? Pues, desde allí, asombrosamente, se controlaba hace milenios y con unos cálculos imposibles para su era, el cosmos entero.

      Cada vez más y más dimensiones y siempre en movimiento. Interpretable como una galaxia, una energía que nunca se detiene y que también contiene más mensajes internos: el movimiento de los electrones, el secreto de un aura de dimensiones que no vemos y sí existen, a la vez que el tiempo se rompe en los agujeros de gusano utilizados por las inteligencias que nos han descubierto para llegar hasta aquí. Tardaron milenios en calcular cómo hacer todo y cómo construirlo. ¿Quién les proporcionó ese conocimiento?

      Que aparezcan los crop circles allí es toda una declaración de intenciones pacífica en torno a un modelo de aprendizaje por fin global y sin censura, en el que las matemáticas, la física y la química confluyen en un lugar del mundo muy determinado: Wiltshire.

      Es la zona donde se halla el observatorio astronómico número uno de la antigüedad y en cuya construcción se utilizaron también los mismos cálculos que estamos viendo ahora.

      Stonehenge siempre ha sido increíble porque fueron perfeccionándose con el paso de los años. Se pasaban el saber de padres a hijos. Era su obsesión. El espacio. Algo vieron y debían saberlo todas las generaciones que existieran después de ellos. Había que controlar el espacio por si volvían los que les concedieron los primeros conocimientos. Y no es casualidad que lo hicieran circular, tal y como los crop circles aparecen ahora. Son los mismos.

      Aquí podemos ver Stonehenge tal y como fue diseñado en la antigüedad y la espera sagrada de un druida al solsticio de verano.

      

      Pero, ¿por qué esperarían tanto ese momento perfecto del Solsticio? ¿Por qué comenzar a erigir Stonehenge hace 5.100 años? La respuesta es, como decía: los dioses, el contacto con ellos a través del control del tiempo, las matemáticas y las piedras de la madre Tierra para volver a verlos.

      Algo asombroso y que tendrá una vital importancia en este recorrido por la geometría sagrada del fenómeno, porque siempre se nos ha tratado de hacer ver la relación de la energía que emana desde nuestro planeta con el Sol, y de ahí con el universo entero.

      Los cálculos matemáticos para el solsticio de verano fueron realizados usando el teorema de Pitágoras dos mil años antes de su descubrimiento en Grecia. ¿Quién se los entregaría? ¿Y por qué? ¿Por qué se fueron? ¿Y por qué se retomaría el contacto ahora? La respuesta es: la medicina. Una obsesión para que volvieran entregándoles más conocimientos.

      Y la razón de la vuelta es, efectivamente, la misma. La medicina. Esa misma especie ya ha demostrado su interés en mostrar a la humanidad que, no solo pueden controlar el tiempo para moverse por él, sino que pueden enseñarnos a entender, o incluso salvarnos de los microorganismos con los que cohabitamos en la Tierra: los virus y las bacterias. Parece que no están, pero, aunque no los veamos, sí viven entre nosotros. La razón de Stonehenge es la misma por la que nosotros a día de hoy tenemos la medicina: la salvación de la humanidad.

      En nuestro caso evitamos que se sepa todo. En su caso, se desvivieron para que volvieran, y ese solsticio de verano obsesivo marcaba cada año que seguían esperando con desesperación o ilusión.

      Su geometría, sin duda, lo dice todo, una auténtica preciosidad imposible de realizar que, además, ha sido representada también en los círculos de las cosechas. Veíamos el siete en sus piedras.

      Bien. Pues el 15 de julio de 2018 en M.L. Hill, con alusiones a la cultura maya, gracias a los rectángulos en espiral aparecieron..., pero no adelantemos acontecimientos aún, porque el mismo conocimiento que se dio en Stonehenge, lo obtuvieron también miles de años después, sin conocerse, en México. Es universal.

      Sí. ¿Pero quién se lo dio...?

      4. EL GRAN MENSAJE DE LOS MAYAS

      Reportado en Ackling Dyke, cerca de Sixpenny Handley, en Dorset, el 4 de junio de 2018

      Diámetro: 61 m. / 200 ft.

      Ciencia

      Una estrella de siete puntas perfectas que evoca nada más empezar una molécula que será vital en el desarrollo de la salud del mundo en los siguientes años, el llamado en inglés “tropilyum cation”, soluble en agua, usado en la industria de las fragancias y la cosmética. Bien.

      En química orgánica, el ion tropylium es una especie aromática con una fórmula de [C7H7]+. Su nombre deriva de la molécula tropina (a su vez llamada así por la molécula de atropina).

      Las sales del catión “tropylium” pueden ser estables, por ejemplo, el tetrafluoroborato de tropylium. Puede estar hecho de cicloheptatrieno (tropilideno) y bromo o pentacloruro de fósforo.

      Esto no es un libro de química. ¿Por qué decir todo esto? Porque el mensaje es tremendo: en el manejo respiratorio que tienen que tener en las ambulancias, en el primer momento, en el tratamiento, en el 112 contra el COVID-19, en la evaluación inicial extrahospitalaria, antes de llegar al hospital, en la estimación de la severidad del SARS-CoV-2 al respecto de los cuadros respiratorios, la atropina es vital.

      Se deben valorar y administrar coadyuvantes como metoclopramida 10 mg iv antisialogogo y como atropina

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