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las condiciones en que se había desarrollado la región, bajo la expoliación española y portuguesa, habían actuado, pero también y como parte de esa condición, fue imposible ligar el desarrollo a lo que sucedía en el exterior, pues mientras países como Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos se desarrollaban en lo industrial y con innovaciones tecnológicas que impactaban en todos los ámbitos de la vida, de este lado como ya se había anotado, el uso las tecnologías rudimentarias impactó la producción en sentido negativo, y de igual manera, el hecho tuvo su expresión en otros aspectos de las cotidianidades de los latinoamericanos.

      Por supuesto, los problemas surgidos de esa forma de desarrollo se acentuaron con los problemas existentes en el ámbito mundial, mismo que en estos años empezaron a gestarse como consecuencia de las pugnas capitalistas y por la posición de mercados y, en especial, por la aparición de la crisis de 1905 que se hizo presente ante los grados de sobreproducción, contracción del consumo aunado a las medidas proteccionistas que gobiernos nacionales y empresarios impusieron ante la llegada de productos externos a los territorios de su jurisdicción o enclaves.23

      En esa misma dinámica, el desarrollo desigual sucedido en el nivel mundial y entre países con amplio desarrollo, se manifestó en las condiciones económicas, en las relaciones sociales y en las formas de vivir de cada país latinoamericano, obligando al área a un desarrollo diferenciado con el predominio de pobrezas y penurias, matices que impulsaron revoluciones como la que se expresó en su condición violenta en 1910 en México. En relación con esas condiciones de atraso, Bértola y Ocampo apuntan:

      Mientras la independencia trajo consigo la disrupción del orden político, el caos, el desorden y la dificultad del Estado para asegurar los derechos de propiedad y la seguridad, lo que ahora llamamos la primera globalización trajo consigo la consolidación del poder político del Estado y de la fuerte concentración de la riqueza, acompañada ahora de mayor defensa de los derechos de propiedad de las élites. Al mismo tiempo, las relaciones laborales se transformaban, pero manteniéndose fuertemente subordinadas a los intereses de las élites e incluso reproduciendo viejas y nuevas formas de compulsión extraeconómica, críticas de formas precapitalistas de organización del trabajo. De esta manera, el problema no fue sólo la consolidación de una alta concentración de la propiedad de la tierra, de por sí excesiva para los estándares internacionales […], sino también el mantenimiento de diversas formas de subordinación del trabajo que limitaban de hecho la libre movilidad de mano de obra. Los países dependientes de la inmigración europea por una gran excepción a esta última tendencia (Bértola y Ocampo, 2013:63-64).

      Entonces, las condiciones y características de los sistemas productivos por demás bajos en tecnología tanto en el agro como en la endeble industria; la presencia, acción y dominancia de formas tradicionales de producción; la falta de recursos económicos y materiales; una mano de obra poco calificada lo cual incluía a pocos profesionales de la medicina, ingeniería, arquitectura y de otras pocas especialidades; la atadura ideológica con el pasado, más los vaivenes políticos, si bien lograron significativos beneficios generando nuevos ricos, no lograron mejorar la productividad en los distintos sectores económicos y, por lo tanto, desarrollos más sólidos. No es ocioso recordar una caracterización del desarrollo desigual por el que se ha conducido el denominado progreso de la humanidad, cuando George Novack apunta:

      La fuente principal del progreso humano es el dominio del hombre sobre las fuerzas de producción. A medida que avanza la historia se produce un crecimiento más rápido o más lento de las fuerzas productivas en este o aquel segmento de la sociedad, debido a las diferencias en las condiciones naturales y las conexiones históricas. Éstas disparidades dan un carácter de expansión o compresión a toda una época histórica y dan origen a distintos ritmos y medidas de crecimiento en los diversos pueblos, en las diferentes ramas de la economía, en las diferentes clases, instituciones sociales y campos de la cultura (Novack, 1977:85).

      De modo que ese crecimiento desequilibrado de la economía y, por tanto, de las distintas regiones aparte de los efectos en los territorios, provocaron migraciones del campo hacia las ciudades con los consecuentes problemas observados, sobre todo a partir del siglo XX. El endeble y limitado crecimiento aunado a la concentración de beneficios en las minorías oligárquicas y los regímenes de explotación sobre todo en el campo y minas, fueron causa de la serie de inconformidades que recorrieron a América Latina al iniciarse el siglo, y que dieron como resultado la aparición de huelgas de mineros en México, Chile y Bolivia, o levantamientos campesinos en Venezuela, México y Brasil, la superestructura jurídica y política había madurado y se disponía a revolucionar aunque endeblemente las estructuras productivas latinoamericanas.24

      Las condiciones en que se estaba desenvolviendo la producción, no correspondían a las relaciones de producción dominantes, por lo que había que revolucionar a estas últimas y así revolucionar a las primeras, aunque para el caso y pese a que en los movimientos revolucionarios participaban grupos empobrecidos, éstos al concluir enfrentamientos o movilizaciones lograron pocas mejoras. Al respecto cada país tiene su historia en cuestión de levantamientos de grupos inconformes y de periodos revolucionarios, de la firmeza de líderes populares y de claudicaciones, de victorias de grupos progresistas y de sus derrotas. Para ejemplificar cuestiones de lo señalado, respecto a Chile puede apuntarse:

      La primera huelga fue la de los obreros de las Compañías de Vapores de Valparaíso en 1903. Causa: una petición de aumento de salarios. Fueron violentamente reprimidos: 30 muertos y 200 heridos. La segunda huelga fue la de la carne (22-23 octubre de 1905). Motivo: el alto precio. Se solicitaba derogar el impuesto al ganado argentino. Hubo graves saqueos y desórdenes. 70 muertos y 300 heridos. El 6 de febrero de 1906 estalló la huelga de Antofagasta: participaron trabajadores del ferrocarril a Bolivia, obreros de puerto, pampinos de las salitreras. Motivo: solicitaban mayor tiempo para almorzar y un reajuste de sueldos de un 20%. Hubo graves desórdenes, incendios de edificios. Reprimidos finalmente por las tropas del ejército. Dirigió este movimiento el obrero tipógrafo, Luis Emilio Recabarren. El movimiento más grave se produjo en el gobierno de Pedro Montt, fue la huelga de Sta. María de Iquique (21 de diciembre de 1907). Participaron unos 10 000 trabajadores (Biografía de Chile, 2013).

      16 Había que destacar la importancia de los misioneros en la configuración de los territorios heredados en las colonias, lo cual sucedió en toda América Latina, y con casos destacados como los de las misiones en la Sierra Gorda de Querétaro, México. De esa actividad Cardús señala: “Desde que los misioneros pudieron nuevamente penetrar en las fronteras, en casi todas ellas se ha efectuado un cambio muy notable. Desde entonces se han descubierto nuevas regiones, y utilizado nuevos elementos; se han abierto diferentes caminos en lugares donde antes nadie podía transitar; se ha explorado el curso de varios ríos importantes, y se surcan las aguas de otros varios, por los que, aunque algo conocidos, nadie se había atrevido a navegar: los quinales y gomales se han convertido en objetos de valiosa industria; y en lugares de increíble actividad; varias industrias han tomado nuevo incremento y los terrenos para ellas mayor extensión (Cardús, 1886:19).

      17 Bértola y Ocampo apuntan: “Las primeras experiencias de emisión de un uso a nombre de los gobiernos latinoamericanos por bancos londinenses terminaron en un fracaso: sirvieron para refinanciar (a un costo alto) las deudas heredadas de la guerra de independencia y el resto dio pocos recursos a los gobiernos, que los utilizó de modo muy poco eficiente, entrando rápidamente en moratoria, mientras que los intermediarios obtuvieron grandes ganancias y los ahorristas europeos perdieron mucho dinero, lo que bloqueó por mucho tiempo las posibilidades de los gobiernos latinoamericanos de captar fondos por esta vía” (2013:100).

      18 Indudablemente las migraciones podían ser positivas o negativas, pero en ocasiones eran deseadas; Guzmán Blanco, quien fuera presidente de Venezuela (1870-1877, 1879-1884 y 1886-1888) decía: “Desearía que los principales artículos de exportación de Venezuela, como el café, el cacao, el añil y el algodón, tuviesen a la Francia como mercado central, mientras que los vinos y los otros productos agrícolas franceses, disfrutarían en nuestro país de una libre en franquicia de derechos. Desearía también importar a mi país la ciencia, la literatura, las artes y la industria francesas, por medio de una gran corriente de inmigración. En una palabra, aspiro a

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