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      Figura 1.3 La inteligencia artificial es el avance más importante de los últimos siglos.

      Si la Tierra hubiera sido creada hace un año, entonces la raza humana solo tendría diez minutos de edad, y la era industrial habría empezado hace dos segundos. Ahora nos aproximamos a una explosión de la inteligencia, y lo que vamos a ver en la próxima décima de segundo, continuando con la comparación, es algo que nos dará un poder enorme, difícil de imaginar hoy día, pero tan peligroso como si se tratara, en efecto, de una auténtica bomba.

      Stephen Hawking, en su libro póstumo, responde a preguntas relacionadas con qué podemos esperar del desarrollo futuro de la inteligencia artificial. El físico compara su irrupción con la del fuego, que fue incontrolable para los primeros humanos, «hasta que inventamos el extintor». El científico entiende que, «si bien el impacto a corto plazo de la IA depende de quién la controla, el impacto a largo plazo depende de si se puede controlar o no. El riesgo real con la IA no es la malicia, sino la competencia». Y concluye: «Probablemente, no eres un ser malvado por pisar hormigas que se comportan mal, pero, si estás a cargo de un proyecto hidroeléctrico de energía verde y hay un hormiguero en la región inundable, lo inundarás. No pongamos a la humanidad en la posición de esas hormigas».

      Como todas las nuevas tecnologías, estas pueden ser utilizadas para hacer cosas buenas o, por el contrario, para delinquir y causar problemas a las personas, pero no cabe duda de que necesitaremos a la inteligencia artificial para hacer frente a los grandes retos que nos depara el futuro; un futuro que será totalmente diferente a la «normalidad» que hemos vivido en los últimos siglos. Y, en este nuevo futuro, incierto e inquietante, lograremos como sociedad doblegar las grandes amenazas que, en la actualidad, nos atormentan y atenazan, pues, como afirmaba Van Gogh, «la normalidad es un camino asfaltado; es más fácil transitar por él, pero allí no crecen flores», ni tampoco las mejores ideas.

      1.3 Un nuevo mundo visto con realidad aumentada

      Invierno de 2033. Inés y Jesús conducen su vehículo eléctrico de regreso a casa, después de un fin de semana de turismo, interesante pero agotador, en la bella ciudad de Vigo. Es una tarde de lluvia intensa. El parabrisas, ahora convertido en un mundo de señales, alertas e indicaciones, les informa de un accidente en la ruta escogida y les indica una trayectoria alternativa, con flechas que se superponen a la imagen real que ven. De repente, el sensor de infrarrojos detecta la firma térmica de un ciclista que está por delante del coche, imperceptible debido a la niebla y, al mostrar su imagen holográfica a través del head-up display del parabrisas, logran esquivarlo y evitar el accidente. Tras el susto, Inés y Jesús optan por relajarse y deciden ceder los mandos al coche, pasando a conducción autónoma. Automáticamente, las ventanas del vehículo se oscurecen y, en el parabrisas, se proyectan todas las opciones de ocio disponibles: Netflix, Facetime, YouTube, Spotify o incluso videojuegos; todo su espectro digital accesible por simples comandos de voz.

      Esta podría ser una experiencia normal de un usuario de automóvil dentro de pocos años. Y es que la realidad aumentada va a cambiar el mundo de una forma tan radical que será un hito en la historia, mencionado y estudiado durante siglos, similar a como vemos ahora la invención de la bombilla de Thomas Alva Edison o la imprenta de Gutenberg. Lo que empezará como una conexión entre el mundo real, lo que vemos, y el mundo digital, lo que podemos superponer, se convertirá en una completa fusión, para crear a nuestro alrededor un universo de datos infinito.

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      Figura 1.4 Parabrisas 3D con realidad aumentada, según Carglass.

      Hasta ahora, se ha hablado mucho de la realidad virtual, pero la realidad aumentada (RA) (y la realidad mixta, una mezcla de las dos anteriores, que nos permite interactuar con objetos reales dentro de un mundo virtual) va a tener un impacto más grande. La razón es que, mientras que la primera te separa del mundo que nos rodea, lo que consigue la RA es mejorar el mundo que nos rodea. Esta tecnología, que viene a completar el póquer de ases de la nueva era junto con la computación, Internet, los teléfonos móviles y la inteligencia artificial, tiene un enorme potencial y sus campos de aplicación son casi ilimitados. En medicina, un doctor podrá estar viendo las constantes vitales de su paciente mientras lo opera, o cualquier otra información de interés, como las diferentes capas del cuerpo humano, los órganos en 3D o imágenes de radiografías previamente realizadas, y todo ello con las manos libres, utilizando gafas de RA controladas por gestos o por voz. La realidad aumentada será también una herramienta innovadora para la educación médica, y los estudiantes, por ejemplo, podrán ver el corazón en el pecho, cómo bombea sangre alrededor del cuerpo, además de cómo y dónde nacen cada una de las venas y arterias, o aprender a intubar con un maniquí. En la industria, podrá ser de gran ayuda a la hora de explicar y enseñar nuevas tareas a los técnicos, como montajes de piezas o controles de calidad, o también para realizar labores de mantenimiento, recibiendo asistencia de forma remota por parte de un especialista o el fabricante de la máquina, mejorando la eficacia y la seguridad. En el mundo de las ventas, se podrán utilizar escaparates portátiles, con la facilidad de mostrar a tamaño real todos los productos del catálogo, como si realmente los tuviéramos delante. En turismo, un individuo podrá recibir información sobre los puntos de interés de la ciudad que visita, o de un museo, acompañado de un excelente guía virtual (aunque, por medio de la realidad virtual, muchos también podrán optar por viajar sin moverse de casa a destinos que no visitarían de manera física, ya sea por falta de recursos económicos o por miedo a los aviones). En educación, se captará también, de forma mucho más efectiva, la atención de los alumnos, gracias a la creación de entornos interactivos que promuevan un aprendizaje centrado en la experimentación. Imaginemos poder aprender Historia, Geografía o Ciencias Naturales viendo hologramas casi reales en el aula, lo que convertiría la enseñanza en algo divertido y dinámico. Son solo algunos ejemplos, pero la lista de usos potenciales es mucho más extensa, sobre todo en los sectores del ocio y los videojuegos.

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      Figura 1.5 Formación médica con HoloLens, de Microsoft.

      En la actualidad, las empresas más punteras están empezando ya a introducir esta nueva tecnología. Inditex, siempre muy enfocada en la innovación, está experimentando con la realidad aumentada en algunos establecimientos de Zara en todo el mundo. Al descargar la app Zara AR, el cliente en el interior de las tiendas puede visualizar hologramas de modelos con algunas de las prendas de la colección, fotografiarlos e incluso comprar online. Lo siguiente, a mi juicio, podría ser seleccionar una prenda en la app y enfocar el smartphone hacia un espejo, para que el cliente pudiera verse a sí mismo con la prenda elegida y, además, la aplicación podría decirnos la talla que se necesita, lo que evitaría, por lo tanto, el uso de los tradicionales probadores. Ikea, por su parte, ha desarrollado la aplicación Place, que permite insertar productos de su catálogo de forma virtual en cualquier espacio de la casa a escala real para ver cómo quedan, sin necesidad de tener que comprarlos primero. Otras aplicaciones, a modo de curiosidad, son eyeMaps, que ofrece información secreta de los lugares que se haya visitado, o Ink Hunter, muy útil para quien desee hacerse un tatuaje. Pero esto solo acaba de empezar, porque Apple, con su proyecto ARKit para iOS, y Google, con ARCore para Android, van a impulsar a corto plazo esta tecnología de forma importante.

      Quizá lo que no ha tenido hasta ahora el éxito esperado han sido los dispositivos wearables en forma de gafas. Lo más destacado ha sido el proyecto de las HoloLens de Microsoft, las Google Glasses y las ODG, pero el elevado precio que tienen, entre mil y tres mil quinientos euros, ha sido un freno importante para su democratización. Sin embargo, algunos proyectos novedosos de start-ups como Glassear (Bruno Moya) o VAX3D (Meifus) nos hacen pensar que, en cuestión de poco tiempo, tendremos en el mercado dispositivos de realidad aumentada, virtual y mixta, accesibles para todos los usuarios.

      La siguiente etapa en la evolución de esta tecnología pasa, desde mi punto

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