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      Cuentos

      de

      Etiopía

      II

      Juan Moisés de la Serna

      Editorial Tektime

      2021

      “Cuentos de Etiopía II”

      Escrito por Juan Moisés de la Serna

      1ª edición: enero 2021

      © Juan Moisés de la Serna, 2021

      © Ediciones Tektime, 2021

      Todos los derechos reservados

      Distribuido por Tektime

      https://www.traduzionelibri.it

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      Prólogo

      Una niña de ocho años estando en la Escuela del Conocimiento, experimentó una salida del cuerpo y ella que estaba semidespierta, se dio cuenta y la controló desde su consciente, y así contó luego a sus amigos y compañeros lo que le ocurrió diciendo,

      ―Salí de mi cuerpo físico, y me vi echada en el suelo envuelta en la piel que me servía de lecho y de manta, y no me reconocí, y tan solo al cabo de unos minutos tomé conciencia de que esa niña que veía en el mundo físico y yo, éramos la misma, y miré a mi alrededor y vi a mis compañeros, y me acerqué al niño al que tenía más afinidad y le di un beso que el sintió pues se movió, pero no se despertó, con mi cuerpo físico, no lo hubiera hecho.

      Dedicado a mis padres

      Contenido

       EL MUNDO DEL MÁS ALLÁ7

       EL PRÍNCIPE DE LOS PRÍNCIPES16

       LOS CERDOS HUMANOS31

       LA HORMIGA VOLADORA39

       EL LEÓN Y EL RATÓN41

       EL PÁJARO CAZADOR ES-PI,44

       EL PERRO CHIGUAGUA53

       DOS CIUDADES HERMANAS54

       LA TRIBU HIS-EN67

       AMUT: HIJA DE EA, MADRE DE LA VIDA74

       CUENTO SOBRE ANIMALES82

      Una niña de ocho años estando en la Escuela del Conocimiento, experimentó una salida del cuerpo y ella que estaba semidespierta, se dio cuenta y la controló desde su consciente, y así contó luego a sus amigos y compañeros lo que le ocurrió diciendo,

      ―Salí de mi cuerpo físico, y me vi echada en el suelo envuelta en la piel que me servía de lecho y de manta, y no me reconocí, y tan solo al cabo de unos minutos tomé conciencia de que esa niña que veía en el mundo físico y yo, éramos la misma, y miré a mi alrededor y vi a mis compañeros, y me acerqué al niño al que tenía más afinidad y le di un beso que el sintió pues se movió, pero no se despertó, con mi cuerpo físico, no lo hubiera hecho.

      »Aquello era una maravilla, no tenía peso y me movía despacio y podía ver todo, y así salí de la habitación en la cueva donde estábamos y me dirigí a donde estaban ya los Maestros preparando de comer, y los miré, en verdad eran estupendos, cuando fuera mayor me gustaría ser un Maestro, tienen un amor muy especial por todo los niños, les tratan con mucho cariño, y se siente uno muy bien a su lado, y al acercarme vi y sentí su energía, era esa energía de color blanco marfil, cálida, la que le hacía a uno sentirse bien.

      »Recorrí la cueva y me decidí a salir por la puerta, pero estaba cerrada para que no entrase el terrible frío que hacía fuera, y me miré, y me vi desnuda, pero era mayor.

      »Me miré bien, era más alta, y tenía pechos grandes como mujer, y mis piernas y brazos eran largos y fuertes, y tenía el pelo más largo del que se usaba en las Escuelas, que se llevaba muy corto para evitar los bichos, y miré mis manos y mis pies, y me gustó, y me sentí bien, y me di cuenta de que no sentía frío, pero la puerta estaba cerrada.

      »Me decidí a empujarla y cuando lo hice la atravesé y me encontré fuera, me asombré y me gustó, y así volví a entrar y a salir, y afuera hacía mucho aire, pues veía la nieve volar con fuerza, pero no sentía ni el aire ni la nieve ni el frío, y me elevé.

      »Sabía que estaba en el aire, pero tan solo cuando salí de la cueva me di cuenta de que con solo pensarlo me estaba elevando, era magnífico, me sentí libre, pero esa sensación no se puede experimentar siendo físico, pues es la libertad de no pesar, y de poder moverte a tu voluntad, en las montañas es difícil moverse, siempre para ir de un sitio a otro, tienes que subir o bajar simplemente no ir, porque el esfuerzo es mucho, para el resultado, pero ahora no era así.

      »Conocía muy bien el valle donde vivíamos, en él estábamos muchos niños y niñas y también algunos Maestros, uno por cada ocho niños, que era su responsabilidad, y todos pasábamos de doscientos, en aquel lugar, y sabía que había otros en otros sitios, y que en cada lugar nos enseñaban cosas distintas.

      »Tenía ocho años, y estaba en el segundo curso, y así había pasado ya un año en un lugar, y cuando llegó la primavera nos cambiaron de lugar, y cuando llegamos a este, me gustó más, el primero era diferente.

      »Era muy pequeña y había tenido que superar el salir de mi Comunidad y el conocer a muchos diferentes, y el aprender a obedecer, y también a respetar, y desde luego cuando había tenido mi primer encuentro con un Ser de Luz, fue estupendo, pero también había pasado malos momentos, y ahora sin embargo me encontraba a gusto, más segura, pero todo esto lo pensaba cuando me elevaba despacio, y me daba cuenta de que aunque todo lo conocía bien, nunca lo había visto desde arriba y menos en invierno, ¡Era maravilloso!

      »Había pensado en subir, pero ahora no lo hacía y sin embargo seguía subiendo y así cada vez lo hacía a mayor altura y cuando me di cuenta veía las montañas abajo, y me sentía muy bien, me sentía atraída por algo o alguien hacía arriba y así miré y nada vi, pero al poco tiempo, salieron de algún sitio dos Seres de Luz, que se me acercaron y me hablaron y al principio no les entendí, pero un poco después sí, y les dije mi nombre y les saludé, como se nos había enseñado en las Escuelas, con mucho respeto, pues ellos han sido nuestros antepasados, y les dije que estaba haciendo un viaje, y ellos se dieron cuenta de que no sabía lo que pasaba y me dijeron,

      – ¿Para qué queremos hablar contigo?

      Aquello me asombró, notaba las cosas con gran claridad, todo lo entendía, podía casi leer sus mentes y me sentía su lado bien, pero mi naturaleza seguía tirando hacía arriba, y se lo dije, y me contestaron,

      –

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