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o hablarles con desprecio.

      La mayor parte de los niños llega a la conclusión de que su madre TLP no los quiere y si tienen un padre que entiende su situación, sus mejores recuerdos de la infancia serán aquellos relacionados con ese progenitor, en especial cuando sale en defensa de su hijo frente a las acciones destructivas de la madre con TLP; incluso algunas veces intentan compensar la falta de amor de la madre prodigándole grandes dosis de amor.

      Por lo general, en esas situaciones, el padre tendrá que soportar la descarga de veneno de la madre al tratar de proteger a sus hijos. Por desgracia, estos padres y maridos no permanecen demasiado tiempo en una relación donde hay peleas constantes, donde todo el tiempo se juega a echar la culpa al otro o dar lástima está a la orden del día. No cuando tienen la posibilidad de elegir quedarse o irse, una elección que el niño indefenso no tiene hasta mucho más tarde en la vida, cuando el grado de daño ocasionado por la madre ya es demasiado grande. Tenemos a un niño que a medida que crece se vuelve más triste; y quién no lo sería si tiene que soportar cargar con la culpa de cualquier cosa que vaya mal en la casa y cuando la ira de alguien está dirigida a él. No hay prácticamente ningún momento de felicidad. Los más afortunados reciben regalos, juguetes y ropa muy a menudo, pero ningún regalo emocional; solo los habituales gritos y amenazas del castigo físico.

      La consecuencia de esta actitud materna es que los hijos de madres TLP se convierten en niños quebrados que viven con una bomba que puede ser detonada en cualquier momento; se vuelven inseguros, se sienten culpables, ansiosos y frustrados, viven una vida llena de miedo constante de terminar como ella.

      Parte de su rutina consiste en estar al lado de su madre para consolarla y asegurarle que van a estar siempre a su lado, aun cuando son ellos los que realmente necesitan ese apoyo emocional a tan corta edad. A medida que el niño crece y deja el hogar familiar, diversos acontecimientos le recordarán de manera constante su vida al lado de su madre: las críticas y el veneno que sale de su boca, la cantidad de veces que tuvieron que cuidarla cuando saltaba de una conducta impulsiva a la siguiente, aunque cargando la culpa en cualquiera menos en sí misma del caos que sentía en su vida.

      El niño vive constantemente en la duda de por cuánto tiempo va a tener a su madre por culpa de las constantes amenazas sobre sí misma y sobre los demás, lo que lleva a la confusión en su corazón de si realmente quiere este tipo de madre.

      A pesar de todo esto, los adultos que tuvieron una madre con TLP sienten todo el tiempo pena y amor por sus madres. Hacen lo imposible para amarlas y ocuparse de ellas. En algunos momentos parecería que ese amor es recíproco, hasta que ese amor se evapora en un arranque de furia o en desafortunados comentarios ofensivos. Sin embargo, cuando sientes que estás agotado y comienzas a alejarte, te acusa de no preocuparte por ella y cuestiona tu lealtad, a pesar de que ha salido adelante gracias a ti. Y el círculo vicioso continúa.

      Como hijo de TLP que trata de liberarse, tendrás que aprender a poner límites y saber cómo resistir cuando ella aplique sus juegos de culpas y trate todo el tiempo de propasar esos límites. Tienes que saber además que no eres responsable de acciones que están fuera de tu control y que ella tiene que asumir la responsabilidad de tomar la medicación, asistir a terapia y aprender a manejar sus relaciones.

      Nada de esto será fácil, y tomará mucho esfuerzo consciente por parte del hijo que tiene un progenitor con TLP.

      Algunas de las acciones que tendrás que hacer tienen que, ver con no ir de visita a su casa en vacaciones, cambiar las cerraduras de la casa para que ella no entre sin avisar, ponerla en una institución si es necesario y enfrentar la vida que tienes por delante de modo que no te comportes con tus hijos como tu madre lo hizo contigo.

      Las madres con TLP son por lo general abusivas, controladoras, dominantes y manipuladoras. Alteran la vida del niño con sus rabietas prolongadas, arranques de furia, acusaciones y escándalos. Los hijos de estos padres se caracterizan por ser tímidos y aprensivos.

      Al tener que sufrir este tipo de actitud tóxica, el niño se vuelve cada vez más precavido y cuidadoso al tratar con su madre, y comienza a evitar tener conversaciones normales con ella. Tienden a esconderse cada vez más dentro de su caparazón como una forma de reducir el contacto con su madre emocionalmente abusiva.

      La madre, por otra parte, es incapaz de reconocer que sus hijos sufren mucho su estilo de crianza; prefieren creer en cambio que su accionar es un acto de amor hacia sus hijos, y se muestran heridas y ofendidas de que el niño escape a su compañía o rara vez le pida consejo.

      El niño puede, por obligación, hablar con su madre, de manera formal y cordial, pero nunca con el grado de intimidad que muchos padres aman relacionarse con sus hijos. La madre con TLP, lamentablemente, no está emocionalmente preparada para comprender la relación entre sus acciones y el modo en que sus hijos reaccionan hacia ella.

      Algunos niños al crecer llegan a odiar a su madre y aún a desear su muerte. Irónicamente, estas madres no entienden estas reacciones a pesar del patrón de abuso y negligencia que tuvieron hacia el niño inocente. La madre pude creer que actúa pensando en el bienestar de su hijo, basado en el amor y el cuidado.

      Los niños más perceptivos que eventualmente tengan que aceptar la idea de que la razón de todos sus problemas es que vivían con una mujer que padecía TLP, a veces encuentran difícil aceptar que su madre es irremediablemente incapaz de comprender las necesidades de su hijo.

      Superar este tipo de herida puede ser muy duro, aún con terapia, pero el esfuerzo vale la pena. El proceso de sanación puede llevar a la víctima a través de un proceso de aceptación de que la situación en realidad ocurrió, aprender cómo soportarla de la mejor manera y cómo perdonar a su madre a pesar de que la cicatriz del trauma le harán difícil olvidarlo. Algunos hijos de padres con TLP están en una lucha constante con la ilusión de que tuvieron una vida maravillosa llena de amor, a pesar de que lo que vivieron está muy alejado de esa realidad.

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