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del siglo veintiuno. Cubierta por cenizas de cigarrillo de su príncipe misántropo y sucio.

      “ Te diré la verdad: en realidad no podría pagar un alquilar tan caro yo solo, ya que en el pub el sueldo es de hambre. Ya había pensado buscar un compañero de apartamento. Por eso había querido dos habitaciones. Seguramente mi idea de compañero de apartamento no consideraba a una muchacha que parece una niña, con problemas mentales y que encima tiene un gato… sin embargo, uno necesita conformarse en la vida y saber adaptarse a cada situación, ¿no?”, reflexionó Ethan, ignorando sus protestas. “Además, estoy seguro de que contigo no encontraré nunca la casa sucia o desordenada y cada tanto podrías cocinar para los dos. Quizás incluso podrías serme útil.”

      “ ¡Yo no soy y no seré jamás tu sierva! ¡Pero ten por sentado que conmigo la casa siempre estará impecable y también soy una muy buena cocinera!

      “ ¡Bien! Entonces, piénsalo. Te propongo que vivamos juntos. De esa manera, estamos todos contentos.”

      “ Todos, excepto yo. Yo quiero estar sola. Y además contigo en casa, ¿dónde pondré a Otelo y los demás?”, se lamentó.

      “ Nos acomodaremos. Lo importante es que tus animales no me molesten cuando duermo. El pub está abierto de noche, por lo que duermo de día hasta la hora del almuerzo y no quiero ser molestado.”

       ¿Cómo podía hacerlo tan fácil? ¿Sólo ella veía problemas y peligros en todas partes?

      ““ Nuestra convivencia sería una guerra permanente, basada en la incompatibilidad de carácter””, hubiera querido responder.

      “ Hay algo que no has considerado”, reflexionó dándose un aire de sabiduría y conocimiento.

      “ Te escucho.”

      “ Yo no te conozco y no confío en ti.”

      “ Yo, por el contrario, te conozco, por lo que sé en qué lío me estoy metiendo y no confío en nadie. Y con eso”.

      “ Tú no me conoces.”

      “ Sí. Eres la prueba viviente de que nosotros, los hombres, seres con errores que pensamos principalmente con las partes bajas, no somos tan estúpidos como para estar con una loca ambientalista, hipocondríaca y aterrorizada hasta de su sombra, como tú.”

      “ ¿Qué estás insinuando?”, respondió.

      “ Nada. Digo sólo que la belleza no lo es todo. Mírate, eres hermosa y estás soltera. Algún motivo habrá, ¿no? Por lo que parece, tus hermosos ojos azules no son suficientes como para hacer olvidar la locura que hay detrás de tu hermoso rostro”, le respondió pasando el dedo índice por su mentón como para remarcar sus propias palabras.

       Si por un momento su toque combinado con ese medio cumplido en su rostro la había hecho vacilar, se encontró soplando como una víbora a la que le hubieran pisado la cola.

      “ ¿Y tú como sabes que yo no tengo novio?”, explotó preguntándose si lo tenía escrito en la cara que estaba tristemente soltera, después de una marea de historias fallidas.

      “ Si así fuera, ya habrías corrido hacia él, en lugar de estar aquí suplicándome que te deje este apartamento.”

      “ Ya no te soporto. ¡Piensa si vamos a vivir juntos!”, dijo enojada.

      “ Alcanzará con mantener los espacios separados. Admítelo, nunca has vivido sola o lejos de tu madre hasta ahora.”

      “ Es la primera vez, ¿ok? Y tú la estas transformando en una pesadilla.”

      “ Si eso es lo que piensas, la puerta está allá. Vete.”

      “ No, espera”, se alarmó. “Intenta entenderme. Yo no te conozco.”

      “ Me llamo Ethan Campert. Soy barman en el pub Misothis, aquí enfrente. Estoy felizmente soltero pero cada tanto me gusta divertirme por lo que, sí, podrías encontrar alguna muchacha que se queda a tomar el desayuno con nosotros. Si te tranquiliza, no me gusta acostarme con las mujeres en contra de su voluntad y además del cigarrillo, no tengo otros vicios. Además, no robo y no he asesinado nunca a un compañero de apartamento mientras dormía… por ahora.”

       ¿Por qué esa última frase la hizo entrar en pánico, en lugar de calmarla?

       Preocupada, hizo la única cosa que podía calmarla: encontrarse con sus amigas. Estaba segura de que Rachel le habría dado el mejor consejo gracias a su lado práctico y objetivo, mientras que Emma tenía el don de quitarle todas sus dudas.

      8

      “ Estaba en una reunión, Abby”, le respondió Rachel, que siempre conseguía permanecer impasible ante sus lágrimas.

      “ Tendrás otra”, murmuró Abigail, llorando desesperadamente.

      “ Soy la directora de la serie de narraciones de la Carter House, ahora. No puedo dejar a mi equipo en mitad de una reunión sobre las tres próximas ediciones, incluida la edición económica para quioscos de la novela de Emma. Es más, todavía no recibí la edición de La esposa del príncipe , que tienes que enviarme con las modificaciones que te pedí.”

      “ ¡Rachel, ahora no! ¡No ves que estoy en plena crisis existencial!”, gritó destruida, llevándose el frasco de flores de Bach, que siempre llevaba consigo en caso de un ataque de pánico.

      “ ¡Deja esas gotas y háblame! Me has hecho cancelar una reunión. ¡Al menos explícame qué pasó! Es obvio que, si no has podido esperar hasta la noche para encontrarnos con Emma, significa que algo pasó… algo poco agradable.”

      “ ¡Poco agradable es un eufemismo! ¡Fue un auténtico desastre, Rachel! ¡Anduvo todo mal!”.

      “ ¿Pero cómo puede ser? Habías dicho que la señora Dowson estaba contenta de alquilarte su apartamento.”

      “ ¡Precisamente es culpa de esa vieja sorda! ¿Te acuerdas de que siempre me llamaba Abigail Campert?”

      “ Sí, nos reíamos de eso. Pobrecita, es un poco sorda. Sabes, con la edad…”

      “ ¡La edad un demonio! Existe de verdad un Campert, pero no soy yo. Se trata de Ethan Campert.”

      “ ¡¿Ethan Campert?!”, repitió confundida Rachel.

      “ ¡Sí! Y él dijo que quiere esa casa a cualquier precio porque no puede seguir durmiendo en el sofá del pub.”

      “ Abigail, cálmate. ¡No estoy entendiendo nada! Ahora, ¿qué tiene que ver un pub contigo? ¿Y quién es este Ethan Campert?”

      “ Ethan es el presumido muchacho maloliente que encontré fumando delante de la casa. La señora Rosemary le prometió la casa también a él, pensando que nosotros fuéramos la señora y el señor Campert.”

      “ ¿Marido y mujer?”, comprendió Rachel.

       Abigail asintió decidida y la amiga se puso a reír.

      “ No hay nada de qué reírse. ¡Es una tragedia! ¿Sabes lo que me dijo? Ha dicho que soy la prueba viviente de que los hombres no son tan estúpidos como para estar con una loca ambientalista hipocondríaca y aterrorizada de la propia sombra, como yo, aunque si soy guapa”, le dijo molesta y ofendida, pero la otra se puso a reír aún más fuerte. “Rachel, así no me estás ayudando. Yo estoy muy mal y tú te ríes.”

      “ Disculpa, es sólo que este Ethan, parece ser alguien que ya has visto antes, ¡ha sabido describirte muy bien! Tienes que haber dado lo mejor de ti.”

      “ Tú no entiendes. Él es sólo un maleducado y, ahora que me ha pedido que compartamos el apartamento, entré en crisis.”

      “ ¿Te pidió que fueras a vivir con él, a pesar de haberse dado cuenta de que eres hipocondríaca y todo lo demás?”, se maravilló Rachel,

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