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Yo Soy El Emperador. Stefano Conti
Читать онлайн.Название Yo Soy El Emperador
Год выпуска 0
isbn 9788835423904
Автор произведения Stefano Conti
Издательство Tektime S.r.l.s.
«¿Te has divertido? ¿Has conocido alguna hermosa turquita?» Eso es lo primero que pregunta.
«No, he descansado». Nada más falso.
«También he visitado lugares turísticos».
«¿Dónde fuiste exactamente?» insiste.
Intento no ser tan preciso. «Bueno… a un sitio arquelógico. Sabes que es mi pasión».
«Claro, discúlpeme profesor» dice Vito con ironía.
«Después de todo», intento continuar, «he trabajado en eso durante diez años, hasta que empecé a trabajar aquí».
Vito aumenta la dosis fantaseando con improbables aventuras eróticas. «Entonces, ¿nada de mujeres?»
«¿Qué te puedo decir? Me van a empezar a gustar los hombres».
Descubrí que esta siempre es la forma más brillante para terminar la conversación.
Luego, pegado frente a la computadora, prendí el “piloto automático” de la rutina de caja. Algunas operaciones son largas y aburridas, otras son ligeras como los clientes. En cuanto terminan, olvido el número de cuenta y incluso la cara de la persona que tengo delante.
Esa misma tarde, antes de salir del banco, llega un correo electrónico del decano de la Facultad de Letras.
Estimdos y estimadas colegas,
Les informo que el funeral de nuestro ilustre profesor Luigi Maria Barbarino, fallecido prematuramente por un tráfico destino, se llevará a cabo el jueves 22 a las 16:30 en la Abadía de Poppi…
Jueves 22 de julio
El campo de Arezzo no es como el de Siena. Alrededor de la ciudad del Palio, los pueblos, ahora, se ven tan bellos que parecen de fantasía. Luego, se ven los cerros, innumerables, pequeños y caracterizados por una casita en la cima. Solo una está rodeada de árboles. Sin embargo, en la zona de Arezzo todo es plano; los cultivos, menos variados. Las casas no están aisladas y dispersas, sino próximas entre sí y se ven infinitos espacios vacíos. Los caminos también son diferentes; por allí suben y bajan. Tiene muchas curvas y baches, el descenso es inclinado. Aquí hay un camino largo y recto que parece no conducir a ningún lugar.
Llego a Poppi a las 3 de la tarde. Aprovecho para ver los maravillosos murales en el castillo de los condes Guidi. Así descubro que Dante, de joven, había participado como caballero en la famosa batalla en la llanura debajo del castillo. Siempre imaginaba al gran poeta encerrado en su habitación, para fantasear con mundos místicos. No me lo imagino con una armadura, apuñalando y masacrando enemigos.
Bajo a pie de la fortaleza a la abadía de San Fedele. Mientras admiro la fachada de piedras curadas, llegan dos profesores con una fila de discípulos. El profesor Alessandri se acerca y me da el pésame. Me sorprende un poco. No soy un familiar, pero probablemente, para ellos, soy muy cercano a Barbarino porque fui su asistente por muchos años. Llegan otros tres investigadores: cuando hacen lo mismo, les respondo como cuando estás en el funeral de una tía anciana a la que no veías desde hace años y, además, no era muy amable. «Gracias, gracias, lamentablemente… así es la vida».
Finalmente llegan los familiares. Les doy mis condolencias y entro a la iglesia. Tras las brillantes reflexiones mezcladas con banalidades del cura loval, se le da la palabra al decano, que se levanta del grupo de bancos que está a la derecha, el grupo de profesores que mueren de calor en sus chaquetas y trajes. Mientras el profesor se balancea entre las filas, el pensamiento unánime es solo uno: que acabe rápido. El, con un gran gesto dramático, coloca su birrete (el sombrero negro cuadrado, donado por el rector para homenajear al profesor fallecido) sobre el féretro. Luego, al llegar al podio, saca tres hojas de su bolsillo inferior, las abre y, después, las cierra de manera descarada. Todo esto lo hace con una media sonrisa como diciendo: yo había preparado un discurso, pero soy magnánimo y voy a improvisar. Un amplio suspiro de alivio comenta el gesto.
«Estimados colegas, estamos aquí en representación de toda la facultad y expresar nuestro más sentido pésame a la familia».
[Traducido del lenguaje académico significa: A los miembros de la familia ni siquiera les importa y mucho menos a los profesores, por eso somos tan pocos].
«A todos nos tomó por sorpresa la repentina y prematura muerte del estimado colega…»
[= Nos regocijamos de inmediado cuando el viejo barón finalmente murió…]
«Su partida ha dejado un vació en el personal académico que será muy difícil de llenar».
[= De hecho no lo reemplazaré, usaré el dinero de esa silla para promover a mi amante].
«Toda la facultad está comprometida, en la medida de lo posible, a continuar las excavaciones en Turquía en su nombre».
[= Si aún obtengo fondos del gobierno, enviaré a uno de mis subordinados. De lo contrario, todo se abandonará de inmediato].
«Creo que sería un merecido homenaje organizar conferencias anuales en su memoria…»
[= Con los sobrantes de los fondos de “Proyectos de Relevante Interés Nacional” asignados a su nombre organizaré mediodía de estudio este año y nunca más].
«Finalmente, permítanme expresar mi más profundo agradecimiento a Franceso Speri, quien trajo a nuestro querido difunto aquí».
[= Afortunadamente encontré a ese tonto, de lo contrario hubiese tenido que ir yo hasta allá con este calor].
«Espero que, como era el deseo del profesor, el querido Francesco encuentre por fin un lugar adecuado en la universidad…»
[= Si Barbarino no pensó en arreglarlo mientras estaba vivo, no seré yo quien le dará un puesto…]
«…y así reconocer los años de colaboración continua y fructifera con el querido Luigi».
[= ¡Ha sido su esclavo por años! ¡Ahora que está muerto, arréglatelas!]
«Gracias a todos los que han venido».
[= Lamentablemente, yo tenía que estar aquí, pero envidio a los que se fueron al mar].
Con estas conmovedoras palabras nos despedimos, emocionados, del querido Luigi Maria Barbarino.
A la salida nos despedimos rápido y corremos rápido hacia los carros. Mis “ex-compañeros” están ansiosos por volver a su investigación académica, que se realiza entre el puerto de Talamone y Capalbio, Bagni G.
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